Puente de Valladolid (Foto Luis J. Martín)
Camino del cementerio,
saliendo de la ciudad,
el puente se va cayendo,
el puente olvidado está.
Junto al Adaja pasea
un elefante triunfal,
camina, camina lento
con su correa y trompal.
Se detiene junto al río
que trae bastante caudal,
y observa al monumento,
mira y lo vuelve a mirar.
-Por qué se está hundiendo el
puente,
-le pregunta al concejal-,
por qué dejan que se hunda
esta obra colosal.
-No es para tanto majete,
-le responde al animal-,
esta construcción tan vieja,
no es necesario arreglar
y gastarse los dineros
del arca municipal,
habiendo otro puente nuevo
que lleva al mismo lugar.
El elefante ahora grita,
grita alto y grita más,
coge agua con la trompa
y la lanza para atrás.
-Según Rodríguez Almeida
es mudéjar medieval
pero de origen romano
por su estructura basal.
pero de origen romano
por su estructura basal.
No puede ser olvidado,
debe haber prioridad
sobre otras obras llevadas
a cabo por la ciudad.
Pero el edil no responde,
como el que oye barritar,
da la espalda al paquidermo
y retorna a caminar.
El puente de Valladolid,
de porte monumental,
está muy deteriorado,
su estado es de preocupar.
Se han caído muchos metros
de su muro principal,
tiene un aspecto ruinoso,
aunque es patrimonial,
un trozo de nuestra historia
que no se debe olvidar.
Urge que empiecen las obras
de restauración total
y que sea declarado
Bien de Interés Cultural.
En Arévalo,
a veintiséis de abril de 2018.
Luis
José Martín García-Sancho.
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