“Y entonces aquel político o monarca dijo que
la nieve era negra y así lo aprobaron en las Cortes, y mandaron venir a los
mejores pintores del reino para que cambiaran el color de la nieve a todos los
cuadros de aquellas casonas y palacios y, aunque alguno de ellos se resistió un
poco al principio, así lo hicieron.
Cuatro años más tarde llegó otro mandamás que
dijo que el cielo era verde. En este caso hubo un diputado que pretendía hacer
creer al resto de la cámara que el cielo era azul, tal y como lo había sido
toda la vida, y que solo tomaba matices rosados o fucsias al ocaso, pero que
verdes ni de coña. Una vez acallado el díscolo y aprobado en Cortes, mandaron
venir de nuevo a los mejores pintores de otros reinos, porque los de éste
estaban ocupados en el negro níveo, para que cambiaran el color del cielo de
los cuadros de todos los edificios oficiales de azul a verde.
Ocho años después llegó por mayoría
absolutísima otro gran prohombre de la política que dijo que las aguas eran
amarillo limón y así se aprobó por una abultadísima mayoría, pero ya no
pudieron venir los mejores pintores de este reino ni de otros reinos o
repúblicas cercanas porque ya se habían agotado de tanto cambiar colores en los
cuadros, así que vinieron otros de brocha gorda, pero de trazo fino, y
cambiaron el color de las aguas de todas las pinturas de aquellos edificios
palaciegos.
Y el pueblo llano al mirar aquellos cuadros
decía, pues sí, es cierto que el cielo es verde, la nieve negra y el agua
amarillo limón, porque así lo veían pintado en los cuadros que colgaban de las
paredes de aquellas casonas tan importantes y suntuosas.”
Un animal político puede hacer que la mentira
mude a verdad y la verdad a mentira en un instante, con un chasquido de sus
dedos, de tal manera que la completa realidad es irreconciliable con la
política. Y nos venden sus mentiras disfrazadas de realidad como si fueran una
verdad absoluta, cuando no hay disfraz en el mundo que convierta la mentira en
verdad sin dejar alguna pista o tufillo del engaño. Aunque a su favor hay que
decir que saben mentir con pachorra, sin que se les note, cosa que otros no
sabemos.
Si la realidad es que en España sigue subiendo
el número de hogares con todos sus miembros en paro, pues ya hay 1.210.500
hogares en esta situación, el político empoderado enseguida reacciona y echa
mano de su escuela de realidades y contrataca para hacernos ver con sus macro
cifras, sus macro gráficos y sus macro nubes de algodón dulce, que la
recuperación económica en el reino de España es un hecho. Lo que no dicen es
que ese “hecho”, lo es solo para el 1% de la población que acapara el 40% de
los beneficios de la recuperación, mientras que solo el 7% de esa cifra va a
parar al 50% más pobre.
Luego, nuevamente, utilizan las lecciones aprendidas en su
escuela de realidades para decir que no pasa nada que los bares están tan
llenos como siempre y eso es síntoma de normalidad. Y después, ya para remachar
la cuestión, añaden que lo realmente preocupante es el tema catalán.
- Sí,
sí, eso es cierto.
Dice
una gran mayoría, aunque muchos de ellos pertenezcan a esa mitad más pobre. Y,
punto en boca. La mentira ha sido disfrazada de realidad nuevamente.
Como se observa en la foto, desde la balsa de Nava de Arévalo se puede soltar agua al río Arevalillo.
A un nivel más cercano, pero de la misma
escuela, regidores, más partidistas que partidarios, y administradores de lo
público, más militantes que eficientes, ven y saben perfectamente que el río Arevalillo
está seco pero puede traer agua, detrayendo parte del caudal del Adaja a través
de la balsa de Nava de Arévalo. Saben de forma clara que ese caudal, soltado de
forma intermitente o permanente, sería muy beneficioso para el acuífero, contaminado
y sobrexplotado por los regadíos, pues el nivel de la capa freática ascendería.
Saben perfectamente que la calidad del agua de muchos pueblos mejoraría, que el
río aumentaría su biodiversidad, que, incluso, los humedales podrían llegar a
recuperarse, pudiendo extender el éxito del proyecto de las lagunas de El Oso a
otros municipios.
Sí, lo saben, porque ya se ha hecho años atrás,
pero contestan: no, no, imposible. Y echando
mano a su escuela de realidades la disfrazan y nos quieren hacer ver que si
detraemos parte del caudal del Adaja para soltarlo por el Arevalillo, sería un
trasvase, y eso son palabras mayores, aunque conocen que esa agua vuelve de
nuevo al Adaja en la junta de los dos ríos, justo debajo del castillo. Después,
pretenden cobrarnos el agua a precio de concesión y, echando mano nuevamente a
su escuela de realidades, intentan convencernos de que si pedimos agua para el
Arevalillo debemos pagarlo a precio de tarifa. Y, entonces, muchos dicen: sí, sí, es cierto, que paguen. Aunque bastantes
de estos afirmadores puede que no puedan beber el agua de sus grifos porque
tiene arsénico, ni regar sus cultivos porque el agua de sus perforaciones está
a demasiada profundidad y no es rentable. Y hasta llaman al obispo para que bendiga
los campos.
Esos regidores o administradores de lo público saben
que si se soltara agua por el Arevalillo proporcionaría un beneficio a toda la
comarca, incluidos los regantes que extraen el agua de perforaciones. Pero se
quedan tan anchos con su “no, no, imposible”,
aunque saben perfectamente que es posible y necesario para el bien común de la
comarca. Pero con sus mentiras disfrazadas de realidades al final la gente les
da la razón y se dicen unos a otros:
- Pues
sí, sí, efectivamente, el agua del río es amarillo limón.
En Arévalo, a veinticinco de enero de 2018.
Luis José Martín García-Sancho.