De la excelencia culinaria a la muerte.
Hoy, amigo lector, voy a
hablarte de las solanáceas, una
familia de plantas conocida para la ciencia como Solanaceae, muy extendida por todo el mundo, aunque muchas de las
más conocidas proceden de América y fueron introducidas por los españoles hace
más cuatrocientos años en Europa. Es una familia amplísima, con más de 1200
especies, muchas de ellas muy conocidas y cultivadas en infinidad de huertas,
muy apreciadas y utilizadas en las cocinas de todo el mundo. Quizás la palabra
solanácea no te diga nada, pero si hablamos de especies como el tomate, Solanum lycopersicum, tomate
cherry Solanum pimpinellifolium,
la patata, Solanum tuberosum, el pimiento, Caspicum annuum
o la berenjena, Solanum melongena, que pertenecen a esta gran familia
botánica, la cosa cambia, ¿verdad?
La
amplísima familia de las solanáceas,
también cuenta con infinidad especies silvestres, frecuentes y conocidas,
muchas de ellas con propiedades farmacológicas, estupefacientes y tóxicas importantes:
Solanun dulcamara, conocida como dulcamara
o uva del diablo es una de ellas; otras son la hierba mora o tomatillo negro, Solanun nigrum; el tomatillo del diablo
o hierba mora vellosa, Solanum villosum;
el estramonio o campana del diablo, Datura
stramonio; o la belladona o solana mayor, Atropa belladona. Utilizadas desde la antigüedad en botica, en
pequeñas y controladas dosis, por sus efectos para tratar ciertas enfermedades,
cardiacas, respiratorias o digestivas. Aunque
las dosis elevadas pueden producir, alucinaciones, pupila dilatada,
estreñimiento, taquicardia e, incluso, la muerte.
La mayoría de las plantas
pertenecientes al género Solanum,
tienen una flor muy parecida en cuanto a su forma, aunque de diferentes
colores. Si comparamos la flor amarilla del tomate, con la morada y amarilla de
la dulcamara o con la blanca y amarilla de la patata o de las hierbamoras, su
aspecto es muy similar: son péndulas, mirando hacia abajo, con cinco pétalos
que al abrirse se retraen hacia el cáliz, y los estambres amarillos agrupados y
apretados en torno al pistilo en forma de cono o campana. En cierta manera nos
recuerdan a pequeños soles.
El nombre científico de la
familia Solanaceae, o del género Solanun proviene del latín y este, a su
vez, del griego, y significa “al sol” o “solana”, es decir, expuesto al sol. Entonces
quizás el título de este artículo, para ser más exactos, debería ser: “Las
plantas al sol”. Solana es una palabra
preciosa caída en desuso, debido al uso o al abuso de otra palabra parecida:
“solárium”, aunque derivada, igualmente, del latín se considera un anglicismo,
porque ha sido introducida desde la Gran Bretaña o desde los Estados Unidos de
América. Por lo que, nuevamente, la lengua de Shakespeare gana por la mano, y
en su propio terreno, al idioma de Cervantes, el nuestro. Aunque ambas palabras
signifiquen lo mismo, en ninguna piscina, hotel o balneario español tienen
designado a este espacio, en el que se puede tomar el sol, como solana, que
sería muy correcto, castellano y español, sino solárium. Como ves, querido
lector, en nuestra querida España, siempre defendiendo lo nuestro; como diría
mi abuelo: PeLeCé, es decir, por los cojones.
La mayoría de las plantas
descritas se pueden observar en Arévalo, en sus frondosas riberas, empinadas
laderas, duras aceras, o agrarias parcelas. Incluso alguna de las
“domesticadas” desde tiempos inmemoriales por el hombre, como el tomate, se
pueden ver asilvestradas en las riberas de los ríos. A estos tomates “asilvestrados”
se los suele llamar con el simpático nombre de cagones o cagalones, ya que proceden
de los excrementos de los pájaros que, previamente, han picoteado tomates de
huerta. Otra solanácea que ha colonizado todas las laderas de los ríos Adaja y Arevalillo
a su paso por Arévalo, es Lyciun
barbarum, conocida como cambronera o goji, que produce bayas muy apreciadas
en el mercado oriental.
Los pimientos, ajís, chiles…
como decía al principio son también solanáceas,
pero del género Caspicum, con varias especies procedentes todas ellas de
Latinoamérica como annuum, schottianum,
baccatum, chinense, pubescens. El pimiento, Caspicum annuum, es la especie más
extendida en España con multitud de variedades: Pimiento morrón con sus coloraciones,
roja, verde o amarilla; pimiento de Padrón, pimiento de piquillo, pimiento
choricero, pimiento italiano, ñora… etc. Además de su consumo en crudo o
cocinado, también se obtienen productos para condimentar embutidos o guisos
como el pimentón.
No
quiero pensar cómo sería el chorizo antes de que llegara el pimiento de
América. Recuerdo que después de una operación de apendicitis, y tras una
obstrucción intestinal que alargó el proceso de recuperación, cuando ya podía alimentarme
sin sonda me preguntaron qué es lo que más me gustaría comer. Sin dudarlo
respondí que huevos fritos con chorizo frito.
Como
las solanáceas, amigo lector, disfrutemos de la solana mientras podamos,
activemos la vitamina D, también llamada vitamina del sol, para mejor calidad
de nuestros huesos.
En Arévalo,
a uno de octubre de 2023.
Luis
J. Martín.
(Artículo
publicado en el número 172 de La Llanura de Arévalo).
Arriba: tomates silvestres, también llamados tomates cagones. Solanum lycopersicum.
Arriba: fruto de la hierba mora o tomatillo negro, Solanum nigrum.
Arriba y abajo: patata, Solanum tuberosum.
Arriba: Floración de una tomatera cherry silvestre, Solanum pimpinellifolium.
todas estas solanáceas tienen una flor con una forma muy parecida. Y todas ellas se han fotografiado en Arévalo.
Detalle de una de las muchas formaciones impenetrables de cambronera en Arévalo. Lycium barbarum.