jueves, 16 de julio de 2020

CUATRO GATOS Y UN MILLÓN DE CERDOS






En Pueblo, a dos de julio de 2020.

Admirados e ilustres políticos procuradores en cortes de Castilla y León que regulan y legislan para el buen gobierno de nuestra región.
Lo primero de todo, quiero pedirles perdón por mi atrevimiento al escribirles estas líneas, ya que solo soy un paleto que no entiende de casi nada, y menos aún de política, y ustedes son personalidades extremadamente preclaras, que pertenecen al selecto grupo de personajes esclarecidos que iluminan con su sola presencia el buen gobierno de esta gran comunidad autónoma, extensa donde las haya, que no es otra que Castilla y León, cuna de la hispanidad, germen de España. Por ello, seguramente, el egregio don Claudio Sánchez Albornoz, dijo en su día eso de que “Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla, y la sigue deshaciendo”.
Mi ignorancia me empuja a preguntarles por asuntos que mi corto entendimiento es incapaz de comprender, pues pertenezco al caduco y agonizante medio rural, donde la gente escasea y desaparece, dejando pueblos y campiñas desolados, abandonados, envejecidos, marchitos. Les escribo estas líneas porque recientemente han aprobado en las Cortes regionales, con los votos favorables del PP y Ciudadanos, el Decreto de Simplificación y Agilización Administrativa, que permitirá, entre otras cosas, que las macrogranjas puedan implantarse en un municipio sin que sea necesaria la exposición pública del proyecto o un informe de impacto ambiental, (esto último me ha salido tan cabal porque lo he copiado del diario).
Como soy un paleto que no entiende de casi nada, quiero preguntarles por las granjas de cerdos, y repito que perdonen mi atrevimiento, ya que muchas veces la ignorancia hace atrevido al necio. Y es que en algunas comarcas ya hay más cerdos que personas, por eso no entiendo eso que dicen de que permitir la implantación ilimitada e incontrolada de macrogranjas de cerdos frenará el despoblamiento que padecemos en Castilla y León, a no ser que se refieran ustedes al aumento desmesurado de la población porcina. Será eso, sustituir personas por cerdos, y como soy un paleto que no entiende de casi nada, no me entero de la misa la media.
El caso es que ahí, en “La Coralina”, deben tener treinta mil cerdos o más, atendidos solo por dos o tres trabajadores que no viven en el pueblo, que ya me dirán ustedes que despoblación frena eso, cuando el hijo del Arecio vendió el ganado que tenía y se marchó a la ciudad, a una portería fíjense, porque decía que esto no era vida, que el pez grande se come al chico y que tanto tienes tanto vales, que no le faltaba razón al chaval, y nada, para allá que se fue con toda la familia. Por eso les digo que no me salen las cuentas. Que aquí ya quedamos cuatro gatos viejos y mal pelados.
Dicen que el Decreto ese que han aprobado ustedes, permite abrir granjas de cerdos sin licencia, que solo con que los empresarios porcinos digan me pongo, pues eso, se ponen donde quieran. Y a mí eso me da un poco de miedo, porque vamos a tener cerdos hasta debajo de la cama, de la mía me refiero, no de la suya, ni de la de los empresarios porcinos, que esos no viven aquí sino en urbanizaciones de postín, donde no dejan poner granjas de cerdos. No, allí no dejan, por algo será, digo yo. Fíjense ustedes, que dicen las malas lenguas que algunos de estos empresarios son familia del señor Casado, casualmente, presidente del partido que gobierna Castilla y León con la ayuda de Ciudadanos. Y esas malas lenguas dicen también, que eso tiene menos de trasparencia que los lodos de un pozo negro. Y eso que los señores del partido de Ciudadanos en las elecciones, que si trasparencia para arriba, que si trasparencia para abajo, que si ellos entraban iban a exigir la trasparencia, que no digo que no sea buena, pero yo es que no la veo por ningún lado, debe ser porque soy un paleto que no entiende de casi nada, va a ser eso.



Y es que, deben perdonarme porque hoy me he levantado cabreado. Antes de abrir la ventana ya olía a rayos podridos por las tres macrogranjas de cerdos que rodean el pueblo. Que dirán ustedes que cómo huele eso, y yo les invito a mi casa para que lo comprueben. Y para más inri me he quedado sin agua para beber y me toca coger el coche para ir a comprarla, pues el agua que sale del grifo no es apta para el consumo, que no es potable vamos, y aquí ya no queda ni una tienda ni un mal bar. Que ya me dirán ustedes, que estamos peor que cuando íbamos a la fuente a por agua, porque al menos esa se podía beber y bien buena que era. Pero ahora, si no es por arsénico, es por nitratos y si no porque se ha secado el sondeo y así llevamos décadas, oigan ustedes, que ya va para largo sin que nadie lo solucione, que tanta mierda de cerdo envenena el agua de los acuíferos de los que nos abastecemos. Pero nada como, somos cuatro gatos, como si no existiéramos.
Y luego los de Europa con una Directiva que si hay que consumir el agua del grifo, que ya me dirán ustedes como lo hacemos si aquí el agua es mala, antes no lo era, pero ahora dicen que es veneno.
Al final, va a tener razón don Claudio y va a ser verdad que Castilla se deshace, que a Castilla la deshacen, tal vez quienes tienen el deber de hacerla. Pero ya les digo que perdonen mi atrevimiento, pues solo soy un paleto que no entiende de casi nada.
Por ello, para no importunarles ya más, se despide de ustedes su seguro servidor, suyo afectísimo,

Braulio.
  


(Luis J. Martín).

Artículo publicado en La Llanura de Arévalo 134, de julio de 2020.
 

4 comentarios:

  1. Un millón de cerdos y sólo un sensato, diría yo. Ya vemos las consecuencias que tiene lo de forzar los ritmos de la naturaleza, pero nada, que no queremos aprender.
    Javier.

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  2. Cierto Javier, a veces parece que se legisle contra natura.

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  3. Muy buen articulo, denuncia, pero los intereses económicos primero...la gente de los pueblos,que los den, Castilla se amarrana nos epera una cerda vida...

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  4. Los cercos (casi todos con traje y corbata) no van a tirar piedras (legislar) contra sus propias pocilgas. A ver si hay suerte y a estos cerdos (algunos incluso casados) les llega su particular San Martín político.

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