martes, 26 de julio de 2022

PIDO LA DIMISIÓN


Tanto monta, monta tanto

Quiñones como Gallardo.

  

Pido la dimisión:

Del consejero de Medio Ambiente y, también, del vicepresidente de la Junta de Castilla y León.

1:

El jueves 22 de julio de 2022 el puesto de mando provincial de Zamora preguntaba:

- “¿Por qué no se incorpora el manguerista de la C-6.9”

La respuesta de los compañeros fue clara y muy cruda:

- “El manguerista de la C-6.9 es Daniel Gullón, fallecido recientemente en acto de servicio en el incendio de Losacio”.

Esa pregunta debió de sentar como un tiro a los compañeros de Daniel, y seguro que les dio la impresión de que sólo son números para la administración, que no son personas con sus familias, sus vidas y sus preocupaciones.

Días antes, la Junta había declarado un día de luto oficial por Daniel Gullón Vara. Este bochornoso incidente, demuestra la hipocresía institucional del acto y lo que en realidad les importan las personas que tienen por oficio extinguir incendios, es decir, bomberos, diga lo que diga la administración.

2:

El pasado 20 de julio, pocos días después de la muerte de Daniel Gullón en acto de servicio intentando apagar el incendio de Losacio, y tras una reunión del consejero de medio ambiente con sindicatos y patronal, en la mesa de diálogo social, para abordar el tema de los incendios forestales en Castilla y León, Suárez-Quiñones hizo las siguientes declaraciones tras ser preguntado sobre las reivindicaciones de los bomberos forestales:

“Por otra parte, en cuanto a la reivindicación de establecer la figura de bombero forestal, el consejero de Medio Ambiente ha aclarado que “no hay líneas rojas en nada”, pero considera que “detrás de las palabras” tiene que haber “contenido” y el modelo de Castilla y León no es el de bombero forestal, que es quien apaga el fuego, sino que se realizan otros trabajos."

Desafortunadas declaraciones del máximo responsable en la lucha contra los incendios forestales en Castilla y León, tras el mayor incendio de la historia de España, que demuestran su nula sensibilidad hacia los profesionales del sector, que se juegan la vida cada día cumpliendo con su trabajo de apagar fuegos, y ponen en evidencia la escasa catadura moral del político.


3:

Suárez-Quiñones culpa a los ecologistas de los incendios:

El 25 de julio de 2022, en declaraciones a la cadena Ser, el consejero de medio ambiente culpó a los ecologistas como responsables de los grandes incendios forestales: “Las nuevas modas del ecologismo respecto a la limpieza en las riberas de los ríos que dificulta la limpieza de los montes están en la base de esta problemática”.

El propio periodista de la Ser le preguntó que si estaba echando la culpa a los ecologistas de los grandes incendios forestales, y le tuvo que recordar que quien se ocupa de la limpieza de los montes en Castilla y León es la administración autonómica, no los ecologistas.

Esta postura es propia de un agitador: culpar a otra persona o a otro colectivo de las equivocaciones o errores propios. Este tipo de soflamas o bulos tienen gran calado en la sociedad, que termina culpando de los errores de la administración, a colectivos o grupos que se han enfrentado en alguna ocasión a determinadas decisiones del gobierno autonómico, pero que no tienen ningún poder de decisión en las políticas o actuaciones de la Junta.

Estas declaraciones en forma de soflama o bulo son muy peligrosas porque producen un enfrentamiento social innecesario e injustificado. El consejero de Medio ambiente lo sabe, pero recurre a este recurso nada ético, para crear mal ambiente en la sociedad y desviar hacia el colectivo ecologista la responsabilidad de los errores cometidos por la administración autonómica en materia de control de incendios forestales, operativo del que Suárez-Quiñones es el máximo responsable.



4:

El Diario de Burgos preguntó al Vicepresidente de la Junta de CyL que si cree que hay que destinar más recursos a la prevención de incendios forestales en invierno. La respuesta de García-Gallardo fue culpar directamente a los ecologistas de los grandes incendios:

“El ecologismo radical y las políticas verdes han convertido el campo en un polvorín, evitando que se apoye con más intensidad a la ganadería extensiva; evitando que se puedan limpiar los montes y hacer cortafuegos durante el año; evitando que se puedan hacer quemas controladas durante el año que favorecerían la extinción de incendios en verano.”

Repite el mismo bulo, la misma soflama que el consejero de medio ambiente, generando el enfrentamiento entre distintos sectores de la sociedad. De nuevo la misma manera de agitar a sus posibles seguidores contra un colectivo determinado, el ecologista, para desviar la atención sobre la responsabilidad de la Junta de Castilla y León en la prevención de incendios forestales, única administración con dicha competencia, y, por tanto, quien debe decidir si los bosques se limpian en invierno, si se realizan cortafuegos o quemas controladas o si apoya de forma eficaz a la ganadería extensiva y no solo a las macrogranjas, modelo por el que, al parecer, ha apostado el gobierno de coalición de Castilla y León.

5:

A raíz de las declaraciones de Pedro Sánchez en la Sierra de la Culebra, advirtiendo que los grandes incendios forestales son consecuencia del cambio climático, el vicepresidente García-Gallardo respondió que “eso es una soberana estupidez porque los incendios que visitó él fueron provocados”, cuando sabía perfectamente que fueron debidos a varios rayos.

Añadió también que “algunos incendios en Castilla y León se han visto perjudicados por unas altas temperaturas, por unas rachas de viento fuerte y por unos niveles de humedad muy bajos, por las condiciones del clima en ese momento. Quiero dejar claro que el deterioro del medio ambiente no es culpa de las clases trabajadoras de occidente, que son las que pagan las consecuencias del ecologismo radical y de las políticas verdes.”

Como vemos el vicepresidente de la Junta de Castilla y León niega el cambio climático, asegurando que estas olas extremas de calor son algo puntual, para echar después, nuevamente, la culpa de los incendios a los ecologistas, intentado desviar así la responsabilidad de la Junta de Castilla y León en la prevención de incendios forestales, única administración con dicha competencia.

García-Gallardo deja claro que es un negacionista del cambio climático. Lo cual, con la que está cayendo, es irresponsable e incompatible con el cargo que ocupa al frente de la vicepresidencia del gobierno de Castilla y León. 


 6:

Suárez-Quiñones: “mantener el operativo antiincendios durante todo el año es absurdo y un despilfarro”. Esta ha sido siempre la política del consejero de medio ambiente de Castilla y León. Concretamente, estas declaraciones son de febrero de 2018. De aquellos lodos estos barros.

Su política “anti despilfarro”, a lo largo de los últimos años, ha dado pie a los mayores incendios forestales de la historia de España. Mantener el operativo anti incendios activo los 365 días del año genera puestos de trabajo y estabilidad laboral, precisamente, en la España vaciada, tan necesitada de este tipo de políticas integradoras. Su negativa a lo largo de estos años ha sido nefasta para el medio ambiente y para la supervivencia en los pequeños pueblos que tras los grandes incendios ven como se pierde lo poco que aún les quedaba. El gasto que provoca la extinción de incendios y la regeneración de los espacios perdidos, tienen un coste muchísimo más elevado que el “despilfarro” que supondría su prevención manteniendo el operativo anti incendios al cien por cien durante todo el año.  



Ahora que se ha comprobado la necedad de su forma de actuar, es más fácil agitar a la sociedad contra los ecologistas, mediante viles soflamas y meditados bulos, convirtiéndoles en responsables de la ineficacia de su política medioambiental en materia de incendios forestales. 

También resulta muy arriesgado negar la evidencia: que mantener un operativo anti incendios al cien por cien durante todo el año, además de prevenir grandes fuegos, lejos de ser un despilfarro, evita gastos multimillonarios durante y después de los grandes incendios, que, dado el innegable cambio climático, cada año puede que sean más numerosos. A no ser que la administración de Castilla y León, la única con estas competencias, admita que se ha equivocado y que su política “anti despilfarro” en materia de incendios forestales ha sido una catástrofe para una gran parte de Castilla y León, la más vulnerable, la más olvidada, la más necesitada de políticas integradoras que reviertan el abandono y la ceguera institucional que vienen sufriendo desde hace muchos años, demasiados.

Por todo lo expuesto y documentado: pido la dimisión del consejero de Medio Ambiente y del Vicepresidente de la Junta de Castilla y León, porque tanto sus palabras como sus hechos no están a la altura de los cargos que desempeñan. Porque, tanto sus palabras como sus actos, demuestran odio y rencor hacia un determinado colectivo, el ecologista, buscando y produciendo el enfrentamiento con parte de la sociedad mediante bulos y soflamas. Hecho muy grave que, por el cargo que ocupan, deberían evitar a toda costa, pues su labor es la de servir por igual a todos los sectores de la población, evitando en todo momento su enfrentamiento y, de ninguna manera, provocándole.

Ni un consejero ni un vicepresidente de la Junta de Castilla y León pueden ser agitadores. Pero lo cierto es que sus declaraciones agitan a una parte de la opinión pública, de forma calculada y premeditada, contra los grupos ecologistas de la comunidad, colectivos que ni toman decisiones ni tienen competencia alguna en materia de incendios forestales ni en su prevención.

Con la que está cayendo, un negacionista del cambio climático o del calentamiento global no debe tener cabida en un gobierno democrático, porque posturas tan alejadas de la realidad son muy arriesgadas y peligrosas, ya que pueden favorecer grandes incendios, destrucción y muerte. 

Dada la gravedad de los hechos, la dimisión, o en su defecto el cese,  del consejero de Medio Ambiente y del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, se deberían producir de forma inmediata, para evitar que este tipo de aviesos comportamientos se repitan en una administración que está al servicio de todos los castellanos y leoneses.

 

En Arévalo, a veintiséis de julio de 2022.

Luis J. Martín.


 - Firma pidiendo la dimisión 


Enlaces relacionados:

1: - Desconocimiento por parte de la administración de la muerte del manguerista

2: - “El modelo de Castilla y León no es el de bombero forestal, que es quien apaga el fuego, sino que se realizan otros trabajos”

3: - Suárez-Quiñones culpa a los ecologistas de los incendios

4 y 5: - García-Gallardo culpa a los ecologistas de los incendios y niega el cambio climático

6: - Suárez-Quiñones: “Mantener el operativo de incendios todo el año es absurdo y un despilfarro”

- Firma pidiendo la dimisión 

 




martes, 19 de julio de 2022

MUERTE DE UN BOMBERO FORESTAL

 



Muerte de un bombero forestal.

Se veía venir.

Daniel Gullón Vara ha muerto en el municipio zamorano de Losacio, en cumplimiento de su trabajo de bombero forestal. Era manguerista de un camión autobomba, que reciben en nombre técnico de Charlie.

La mayoría de los medios de comunicación se hacen eco de un hecho doloroso: la muerte en acto de servicio de un “brigadista” en el incendio de Losacio, Zamora (luego explico el porqué del entrecomillado).

La muerte de un ser querido siempre es dolorosa, especialmente si se produce de forma inesperada y en cumplimiento de su trabajo de bombero forestal. Por lo que, en primer lugar, quiero acompañar en el dolor a sus familiares y a sus compañeros en este difícil y heroico trabajo. Aunque sé que mi pésame servirá de muy poco.


¿Por qué no llamamos a las cosas por su nombre?, antes he entrecomillado la palabra “bigadista” porque creo, sinceramente, que no hace justicia a la persona fallecida, Daniel Gullón Vara, ni a la arriesgada profesión que estaba realizando en el momento de su muerte. Labor que tiene un nombre que ni políticos ni medios de comunicación utilizan: bombero forestal. Ese es el término concreto que define a la perfección lo que estaba haciendo Daniel Gullón Vara en el momento de morir. Estaba luchando contra las llamas que le atraparon y le mataron, porque era un bombero forestal.

En cambio “brigadista” es un término muy genérico que se puede aplicar a varias tareas que se realicen en equipo.

¿Por qué los políticos no se refieren al fallecido en cumplimiento de su trabajo como bombero forestal?

¿No es hacerle de menos?, ¿no es faltar al respeto a la sufrida profesión de bombero forestal?, ¿no es faltar a la verdad?

¿De qué sirve un día de luto oficial  en Castilla y León, si aquellos que lo declaran no reconocen la auténtica profesión que ejercía el trabajador de la Junta de Castilla y León en el momento que le sorprendió la muerte?

¿Por qué los medios de comunicación se refieren también a Daniel Gullón Vara, fallecido en acto de servicio de bombero forestal, como “brigadista”?

Daniel Gullón Vara murió intentando apagar un incendio, las llamas lo atraparon, tenía 62 años.

Murió intentando evitar que las llamas se extendieran a pueblos cercanos, a las propiedades de las personas de esos pueblos, de la comunidad. Su trabajo de bombero forestal consiste en eso, es muy arriesgado. Mientras la mayoría de las personas huyen del fuego, estos profesionales se acercan al incendio todo lo que pueden, trabajando en unas condiciones, nunca mejor dicho, infernales: intensa radiación, temperaturas elevadísimas, humo, partículas calientes, ardiendo… el infierno.

¿Se llama, acaso, brigadista al técnico que dirige las labores, o al piloto de helicóptero?

Como ven ustedes me surgen muchas dudas y preguntas:

¿Es de recibo que un bombero forestal trabaje directamente contra las llamas a los 62 años de edad?

Un bombero forestal de 62 años de edad, ¿no debería estar haciendo otras labores de apoyo menos arriesgadas?

¿Por qué no se habla más de la labor de los bomberos forestales?, profesionales como la copa de un pino.

¿Por qué la administración los ningunea cuando, en realidad, debería tratarlos como héroes? 

Lo cierto es que la labor de bombero forestal, a pesar del elevado riesgo que conlleva, es un trabajo precario y poco o nada reconocido. La mayor parte de los trabajadores del sector son contratados como peones. Los contratos son intermitentes, los tres meses de la campaña de verano y en septiembre a la calle. El sueldo durante la campaña, unos 1.100 euros al mes, luego nada. En estas condiciones es imposible conseguir una estabilidad laboral y familiar y cotizar lo necesario para alcanzar una jubilación digna y merecida. Eso, si tienen suerte de que antes no les sorprenda la muerte en acto de servicio.

Quiero acabar expresando mi reconocimiento a Daniel Gullón Vara, un bombero forestal que trabajaba de manguerista en una Charlie y que murió en acto de servicio. Reconocimiento extensivo a toda la profesión.

Debemos mucho a personas como él.

 

En Arévalo, a dieciocho de julio de 2022.

Luis J. Martín.

Los bomberos forestales en vez de huir de las llamas se acercan a ellas.

Fotos de internet.