Aullidos.
Aitor
se levantó de la cama pensando en que a Sila le pasaba algo. Estaba sentada
ante la ventana del salón aullando sin parar.
A continuación, primero sintió la vibración
de su móvil sobre la mesa, luego, la melodía de Fito. Miró el visor: “Ainara”.
Deslizó el símbolo de descolgar.
—
Dime mamá.
Su
madre no hablaba, solo gimoteaba. Aitor se asustó.
— Mamá qué pasa, ¿estáis bien?
—
Es tu padre, hijo —logró entender de forma entrecortada—, tu padre, hijo, tu
padre.
Aitor se quedó mudo. Solo se oían los
aullidos desgarradores de Sila frente a la ventana y los gemidos de su madre
por el teléfono.
En
Arévalo, a veintiuno de enero de 2023.
© Luis
J. Martín.