“Pero uno
de los soldados le atravesó el costado con su lanza y al instante salió sangre
y agua.” (Juan 19:34).
Se reunieron en la plaza con banderas bicolores.
Incluso había entre ellos un novicio que había
venido al funeral de su padre.
Fueron donde Braulio y le llamaron a voces.
Le preguntaban si creía que era necesaria la
nueva ley sobre el derecho a una muerte digna.
Pero Braulio no bajó de su olmo. Desde las ramas
altas se limitó a gritar:
- ¡Longino de Cesarea!
En Arévalo, a diez de marzo de 2020.
Luis J. Martín.
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