Desde mi olmo (2)
Hoy he subido al olmo de
mi infancia
para buscar tu mano firme
y blanda,
esa que ahora aconseja,
luego manda,
que me enseñó respeto y
tolerancia.
Y busco tu sonrisa en la
distancia,
tu limpia palabra que el
tiempo agranda,
el verbo que mi memoria
demanda
siempre sutil y de enorme
importancia.
Echo mucho de menos tu ironía,
nuestras risas, tu
ejemplo y desafío,
verte, atento, leyendo
cada día.
Y así, primero lloro,
luego río,
porque necesito tu
compañía
y que hablemos de nuevo, padre
mío.
En Arévalo, agosto
de 2022.
© Luis J. Martín.