domingo, 29 de marzo de 2020

PRIMA NATURA





BRAULIO Y NATURA

Después del aislamiento, fueron hasta el olmo.
Le llevaron a Miche para que le contara lo que había escrito.
- Pasada la pandemia –gritó Miche de memoria-, los hombres religiosos pensaron que habían sido sus rezos y súplicas los que habían apartado el mal, pero los médicos y científicos protestaron. Su trabajo consistía en salvar a los hombres de las enfermedades y, al fin, así lo habían hecho. Habían luchado contra el virus, aun arriesgando su vida. Recordaron con rabia y orgullo los miles de compañeros y compañeras que habían caído por el camino en tan desigual lucha. Por justicia, nadie debería achacar a ningún dios lo que la medicina y el trabajo médico habían conseguido. La mayoría de los hombres les dieron la razón y aplaudieron su labor. Los políticos y jefes les prometieron un monumento como reconocimiento, más medios y el fin de los recortes.
Los allí presentes aplaudieron efusivamente a Miche y esperaron con cierta curiosidad la respuesta de Braulio. Quien descendiendo hasta una de las ramas más bajas del olmo dijo:
- Sabéis lo que pienso: la inexistencia ni premia ni castiga, ni salva ni condena, pues solo es inexistencia.
Sí creo en el trabajo del hombre, pero, a la vista está, es limitado en cuanto a resultados.
Todos hemos estado confinados en nuestras casas hasta que esta terrible enfermedad ha pasado. Cada día, desde la picorota del olmo, veía la estatua del Cristo en lo más alto de la iglesia, dominando el pueblo. Cada día, una cigüeña se posaba por encima de él, sobre la corona y miraba las calles vacías. Luego partía hacia el campo a alimentarse. Era libre. La vida seguía su curso a pesar de nosotros y sin nosotros.
Y tras una leve pausa añadió:
- Ha tenido que aparecer un bicho microscópico para hacernos ver lo frágiles que somos. Nos creíamos el centro de una creación inexistente, dominadores del mundo y de la naturaleza, primero, por mandato divino, después, por el poder del dinero y de nuestra “sabiduría”.
Pues ya lo veis: Ni dios, ni los hombres. Natura prima.
Así acabó Braulio su exposición.
Algunos esperaron un rato sin comprender, mirando alternativamente al Cristo de la iglesia y al árbol, otros se marcharon.
Miche quiso subir al olmo para intentar ver lo mismo que Braulio veía desde allí, pero empezó a estornudar y no pudo.
La primavera ya lo había tocado y el verde claro de sus sámaras cubría toda su copa.

En Arévalo, a veintinueve de marzo de 2020.
Luis José Martín García-Sancho.


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