El uno
de febrero pasado, Moisés González Muñoz me
envió por WhatsApp los tres primeros
capítulos de su segunda novela “El joyero de Carla” de forma promocional.
Los leí.
Me gustaron.
Le propuse un trato. Un trueque a la antigua
usanza: yo le enviaba ni novela “Por la senda de Tumut” y, a cambio, él me
enviaba una de las suyas “Candiles para
Lucía” o “El joyero de Carla”.
Como
no tenía novelas en papel me envió las dos en PDF ese mismo día y a los dos
días por Correos, un libro en papel de “El joyero de Carla” correspondiente a
una edición que no se había puesto a la venta por contener algunas erratas.
La
primera: “Candiles para Lucía”, es una novela autobiográfica donde el autor
cuenta su vida desde la niñez a la adolescencia por diversos pueblos de la
Ávila rural de los años 60 y 70 del pasado siglo, dependiendo siempre de la
escuela que le hubieran adjudicado a su madre, Eutimia Muñoz. Pasando por
diferentes pueblos del Valle de Amblés, Valle del Tiétar, Gredos y, finalmente,
Terrassa, después de una etapa interno en el Diocesano, o recluido según define
Moisés a esta estancia. Aunque para él su auténtico pueblo fue y siempre ha sido
donde nació, Salobralejo, en el centro del Valle de Amblés.
Vista del valle de Amblés desde el Castro de Ulaca, con Salobralejo en el Cuarto superior izquierdo.
Amistades,
juegos, familia, paisajes, costumbres, labores, se suceden a lo largo de una
amena y rica narrativa, propia de alguien que sabe lo que cuenta, por la
sencilla razón de que lo han vivido.
Un
resumen de aquella época: “En los años
70, la dictadura ya comenzaba a flaquear en algunos aspectos sociales, pero en
otros, como en la enseñanza, aún campaba a sus anchas y los libros eran un fiel
reflejo de lo acontecido en esas décadas. El imperante Nacionalcatolicismo
marcaba bien de cerca los contenidos y recuerdo que el libro de
Geografía e Historia desprendía un tufillo que demostraba muy a las claras cual
era la ideología del régimen.”
La
lectura de “Candiles para Lucía” debería ser obligatoria para ese "selecto" grupo de
políticos y técnicos que deciden sobre la vida en el medio rural y su futuro, con
soluciones contraproducentes que van desde cerrar ambulatorios y escuelas,
hasta solicitar que Ávila sea declarada desierto demográfico… acciones que
únicamente demuestran su desierto mental, ideológico y social y su incapacidad
para solucionar los problemas cotidianos de una buena parte de la rural,
despoblada y envejecida Castilla.
Pero
vayamos a su segunda novela, que es la que actualmente está promocionando a lo
largo y ancho de la geografía española:
EL JOYERO DE CARLA
Autor: Moisés González Muñoz.
Su
segunda novela “El joyero de Carla", es la historia de Javier, contada por
su bisnieta Carla. Describe, con maestría y amena literatura, la España rural y urbana, en un recorrido de casi cien años, en los que se
suceden algunos de los acontecimientos más trágicos para miles de personas que
sufrieron, primero, los abusos por parte de los caciques, luego, aires de libertad que
solo quedaron en eso, aires, y después la dura represión, la persecución, la
humillación, el exilio… Por último, el intento de rehacer vidas y recuperar amores
perdidos. Con su lectura hacemos un largo y detallado recorrido por una España
rural, urbana, castellana, emigrante, campesina, industrial.
Moisés
capta y describe muy bien, con una literatura clara, concisa y sin ambages, los tiempos y las vidas de los protagonistas, debido
seguramente, por un lado, a su experiencia personal de joven perteneciente al
mundo rural abulense en los años sesenta y setenta y, por otro, como emigrante
con toda su familia a la industrial Terrassa. Vivencias descritas, anteriormente y de forma magistral, en su primera y autobiográfica novela “Candiles
para Lucia”. Obra a la que hace un guiño al introducir en el hilo narrativo de su
segunda novela a alguno de sus personajes y, también, por compartir algunos
espacios comunes.
Los
convulsos años descritos, pasan por la dictadura de Primo de Ribera, la segunda
república, que abrió una puerta a las esperanzas de miles de campesinos, truncadas de forma brutal por la guerra civil, que devolvió y aumentó los
privilegios a los mismos de siempre: políticos, eclesiásticos, caciques,
tiranos, muchos de ellos personas sin escrúpulos, resentidos, con ganas de venganza, la
cual se perpetuó durante cuarenta años, e incluso, a día de hoy aún se mantiene.
En la
persona de Javier, un niño abulense del valle de Amblés, que crece con miedo a
“el señorito”, narra de forma soberbia, cruda y real, la vida y sufrimientos de
una buena parte de la población rural abulense, de una España que quiso
evolucionar con las, casi siempre mal contadas, libertades de la segunda
república y que, los mismos de siempre, impidieron con la peor de todas las
violencias: la rebelión militar, la guerra, la lucha fratricida, la muerte, la
represión, la humillación, el sometimiento.
Sí,
vencieron, como diría Unamuno, porque les sobraba fuerza bruta, pero no
convencieron.
De una deseada evolución en libertades y
derechos sociales de la segunda república, se pasó a una evidente involución tras
la guerra. Años después, en la década de los 60, el retroceso social era más
que patente con respecto a otros países que habían sufrido también el azote de
la guerra:
“Castilla seguía inmersa en la misma
precariedad, el atraso y el abandono institucional de los últimos siglos.”.
Y así seguimos ahora pero con mucha menos población.
He de
decir que leer "El joyero de Carla" ha sido una experiencia positiva y
gratificante. Primero, porque he disfrutado con su lectura y segundo porque he
aprendido de sus personajes, de sus paisajes, de la sociedad descrita y de los
sentimientos que consigue hacerlos percibir como propios.
La
dedicatoria personal de Moisés González Muñoz escrita a mano en la página tres
de su novela, prácticamente es un resumen:
“Para Luis José.
Ochenta años después,
los de siempre,
vuelven a blanquear
el fascismo.”
Así como su primera novela se la dedicó a Lucía, su primera nieta. Esta se la dedica a Carla, su segunda nieta.
En Arévalo, a doce de febrero de 2020.
Luis J. Martín.
Moisés González Muñoz, en el centro, junto a Juan Carlos López y José Fabio López de la Alhóndiga.