¿Se imaginan ustedes que el Gobierno regional de Madrid eliminara la festividad del dos de mayo o el de Cataluña la del once de septiembre?
¿Sabían ustedes que el Gobierno de Castilla y León ha eliminado la festividad del 23 de abril?
Prensa:
“El Consejo de Gobierno ha
aprobado este jueves (22/09/2022) la propuesta del calendario laboral presentada por la Consejería
de Industria, Comercio y Empleo que incorpora como principal novedad para el
año 2023, la supresión de la fiesta de la Comunidad del 23 de abril y la
creación de la festividad de Santiago Apóstol el 25 de julio.”
Está claro: una parte o, tal vez, todo el gobierno en coalición de
Castilla y León está en contra del Estado de las Autonomías, lo han dicho, lo
han repetido. También, que su intención es proclamar un estado centralizado, al más
puro estilo franquista. Por eso, como en Castilla y León están en el poder los
negacionistas del Estado de las Autonomías, el que emana de la Constitución
Española de 1978, uno de los pilares de nuestra democracia, ya han empezado a
trabajar desde dentro para destruir esta comunidad autónoma, que es su meta. Ya han dado el
primer paso, eliminando la festividad de los Comuneros de Castilla, que se
celebra el 23 de abril en Villalar de los Comuneros. Como en 2023 cae en domingo, en lugar de pasar la festividad al lunes, como aconseja el sentido común, se la cargan y punto. Al partido que gobierna en Castilla y León, desde hace tantos años que ni me acuerdo, siempre les ha resultado muy molesto celebrar esta festividad histórica y, desde el principio, han intentado ningunearla, desubicarla, hacer que pase desapercibida. Ahora, con la extrema derecha como socios de gobierno, parece que, por fin, van a conseguir borrar nuestra festividad.
Si parte o todo el gobierno en coalición no comparten ni creen en el modelo de Estado de las Autonomías, muchos de ustedes se preguntarán por qué se presentan a las elecciones en todas ellas. La respuesta es muy sencilla, y en Castilla y León se empieza a ver, su estrategia es la de entrar en las autonomías, en los gobiernos autonómicos, para hacerlas desaparecer desde dentro. En Murcia, en Madrid, en Andalucía, han intentado entrar en el gobierno autonómico sin lograrlo, pero en Castilla y León lo han conseguido. Una manera de comenzar a cargarse el Estado de las Autonomías es eliminar la identidad como pueblo de una determinada autonomía, es decir, cargarse todo aquello que, históricamente, pueda hacernos sentir identificados como colectivo y reescribir la historia a su medida, inventándola si fuera necesario.
Al
parecer, el Gobierno en coalición de Castilla y León pretende que todos los que habitamos esta gran región no nos sintamos castellanos o
leoneses, solo españoles, cuando un sentimiento, en absoluto, elimina al otro. Y eso
que Castilla es la autonomía por excelencia, el germen de España, la madre del
idioma de Cervantes, el que hablan más de 500 millones de personas por todo el
mundo. A pesar del peso histórico de Castilla y León en el conjunto de la
historia de España, nuestro gobierno autonómico se empeña en poner palos en
las ruedas al vehículo que mueve la identidad castellana. El Gobierno de
coalición de la Junta de Castilla y León ha empezado suprimiendo la festividad
de los Comuneros de Castilla para cambiarla por la de Santiago; aquí, algunos
con orgullo patrio añadirían ese apelativo mezquino y casposo de “matamoros”. Es un primer paso, al que seguro seguirán otros.
Lo
que me pregunto es por qué, ya puestos, el gobierno en coalición de Castilla y
León no ha elegido como festividad para la región el día 18 de julio, o como
ellos dicen, el día del “glorioso” alzamiento. Sí, ese día en el que comenzó la
época más trágica de la historia reciente de España, cuando el ejército
golpista, encabezado por Franco, se sublevó contra el legítimo Gobierno de la
República, dando comienzo a la guerra civil española; nefasto episodio que les
debe parecer bien porque no lo han condenado.
También
me pregunto si el castellano se siente como tal, como se pueda sentir el
andaluz, el extremeño, el gallego, el catalán o el vasco, por ejemplo. O, por
el contrario, piensan que sentirse castellanos es pecar contra la patria, contra la españolidad. Me da
la impresión de que aunque nos cambiaran el nombre para llamarnos, en lugar de
castellanos, por ejemplo, futuros madrileños o potenciales trabajadores de Madrid, no
pasaría nada. Como siempre, aceptaríamos, callaríamos, porque nos da igual lo que
seamos o lo que nos llamen.
Nuestra
comunidad, histórica donde las haya, hacedora de España y “Las Españas”, está
siendo atacada. Don Ortega y Gasset dijo en una ocasión: “Castilla hizo a España”, a lo que contestó Don Claudio Sánchez
Albornoz, premio Príncipe de Asturias de
Comunicación y Humanidades: “Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla”. Y la sigue
deshaciendo, se podría añadir sin pudor.
Lo
cierto es que en un momento como este, en el que nos atacan desde dentro y nos
callamos, me avergüenzo de ser castellano, aunque lo soy.
En
Arévalo, a 23 de septiembre de 2022.
Luis J. Martín.
CINCO QUINTETOS POR CASTILLA
Nos tapan la boca de vil
manera
y borran vivencias de
nuestra historia
quitando autoestima de la
memoria,
Castilla no se siente
comunera
reniega de su pasado y de su
gloria.
Tan cierto es que Castilla
hizo a España
como que España deshace a
Castilla,
el propio castellano es
quien la humilla
desde el poder la vacía y la
engaña
haciendo que clave en el
suelo su rodilla.
Nos hicieron siervos,
impusieron dueño.
¿Dónde está el sentimiento
apasionado
de los Bravo, Padilla y
Maldonado?
Hace quinientos años que
acabó un sueño
y así seguimos, amor propio
humillado.
Que hoy rebrote la dignidad
castellana,
pongamos un castillo a un
buen palo atado
ondeando al viento, pendón
morado,
rompamos el yugo, paisano y
paisana,
y así el pueblo no estará
arrodillado.
Despierta Castilla, a
Villalar promuevo,
contra el rey y el tirano se
la primera,
que tu orgullo renazca esta
primavera,
y gritad con fuerza, gritad
de nuevo:
¡Castilla entera se siente
comunera!
En Arévalo, veintitrés de
abril de 2021.
Quinientos años después.
Luis J. Martín.