PODAS COMO TALAS.
Luis José Martín García-Sancho.
Finales de
septiembre, ya se acerca el paro vegetativo de las plantas leñosas, época
señalada para realizar trabajos de mantenimiento en el arbolado urbano, es
decir, podar ramas colgantes, enfermas o secas.
Desde hace años en Arévalo se practican por
sistema dos de las podas consideradas por los especialistas más severas y
dañinas para la vida y el normal desarrollo del árbol: El terciado y
el desmochado. Ambos métodos dejan al árbol sin ramas. Estas
prácticas, en la mayor parte de los casos, son completamente innecesarias
y desproporcionadas.
Aunque el trabajo de campo se ha realizado en
Arévalo, estas malas prácticas sobre el arbolado urbano se llevan a cabo cada
temporada en otros muchos municipios.
- En el terciado se corta toda la copa
eliminando la totalidad de las ramas principales, dejándolas a un tercio de su
longitud. El árbol toma la apariencia de tenedor, perchero o candelabro.
Arce y plátano de sombra terciados. Calle de San Juan
- En el desmochado se corta toda la copa a la
altura del tronco, dejando al árbol sin ninguna de sus ramas principales, solo
se deja el tronco como un cilindro.
Álamo que ha sido desmochado hace tres temporadas.
En el centro de la foto se aprecia el tronco cortado. Paseo de la Alameda
Ambos métodos
no son aconsejables por los especialistas ya que debilitan el árbol y, en el
futuro, pueden provocar la caída de ramas.
Un árbol bien
podado debe conservar su forma primitiva, su forma natural, la propia de la
especie. Por eso, a la hora de plantar el arbolado urbano, es muy importante
elegir y planificar bien el tipo de especies que son compatibles con una
determinada calle, plaza o parque. Por ejemplo, en calles estrechas no se deben
plantar árboles que desarrollen una gran copa, ni tampoco pegados a ventanas o
fachadas en plazas o parques. Recordemos que el árbol es un ser vivo que no
para de crecer.
Si se eligen
árboles ornamentales de flor se debe tener en cuenta que las ramas solo florecen a partir del segundo año. Por lo que, si por sistema se elimina cada año todo el
ramaje con terciados o desmochados, como se viene haciendo en Arévalo en los
últimos años, esos árboles jamás darán flor.
Diferencia entre dos prunos en mismo día del mes de mayo de 2017.
El de la izquierda no había sido podado. Florece normalmente.
El de la derecha había sido podado con la técnica del terciado. No florece. Parece un perchero.
diferencia entre prunos con todo su ramaje y prunos terciados en otoño.
Una particularidad de podas abusivas, como el
desmochado al que son sometidos de forma periódica chopos y álamos en Arévalo, es
que producen hojas exageradamente grandes y el rebrote desmesurado de tronco y de raíz. El árbol para
sobrevivir genera hojas aberrantes por su enorme tamaño, gran proliferación de ramas
finas y débiles y rebrotes de raíz en exceso. Todo ello indica debilidad.
Estos son algunos ejemplos de mala praxis en el mantenimiento de arbolado urbano:
Chopos desmochados la pasada temporada en
Arévalo, solo dejaron el tronco sin ninguna rama.
Tres chopos desmochados la pasada temporada en el paseo del Poniente.
Los rebrotes de raíz, son un símbolo de debilidad. Si la
parte aérea es insuficiente para realizar la vital función clorofílica, las
raíces comienzan a generar brotes aéreos para que el árbol sobreviva.
Rebrotes procedentes de las raíces de chopos desmochados.
En circunstancias normales los rebrotes de raíz
no se producen. Solo cuando la parte aérea del árbol está enferma o es podada en exceso, las raíces vivas e
intactas, se ven obligadas a generar brotes aéreos que sustituyan al ramaje
perdido en los desmoches.
Las podas severas, como el terciado o el
desmochado, debilitan al árbol y lo obligan a producir hojas desmesuradamente
grandes para poder sobrevivir. Al contrario de lo que piensa la gente, estas
hojas grandes, de tamaño antinatural, no son un indicador de la fortaleza y
buena salud del árbol, al contrario, muestran debilidad e intento desesperado
por sobrevivir.
En la foto siguiente se muestra la diferencia de
tamaños de hojas entre chopos no podados y chopos que fueron desmochados la
pasada temporada.
Un árbol sano no podado o bien podado jamás produce estas hojas
tan grandes.
El porte normal de un chopo o un álamo es de
copa alargada, parecido a la llama de una vela. Las podas, solo en el caso de
que sean necesarias, deben saber mantener el aspecto original y natural del
árbol, entre otras consideraciones porque así son más resistentes al
aire y es más difícil que se produzca la rotura o el desgaje de alguna de sus
ramas.
Porte y forma natural de un álamo urbano, este árbol jamás ha sido podado.
Su fronda y porte son magníficos.
En las siguientes fotos se aprecia la
diferencia en el porte y salud de álamos desmochados y no desmochados. La
diferencia no solo radica en la belleza de un árbol que apenas ha sido tocado
que se aprecia a simple vista, sino también en lo que no se ve como la salud
del árbol y de su ramaje.
Véase la diferencia de porte y follaje entre álamos que han sido desmochados
Aquí se aprecia la diferencia en el porte entre álamo que nunca ha sido podado (izquierda)
y álamo que fue desmochado (derecha)
Últimamente, a
la mayor parte de los árboles grandes de plazas y calles de Arévalo se los
tercia prácticamente cada año, es decir, se cortan todas sus ramas principales
dejándolas a un tercio de su longitud, se quedan con la apariencia de un
tenedor, de un perchero. Para sobrevivir un árbol terciado en la siguiente
temporada debe producir una gran cantidad de ramas para sustituir el
volumen de copa que poseía antes de la poda, volumen que es, ni más ni
menos, el que demandan sus raíces ¿Qué pasa?, donde antes
había una rama principal fuerte y sana, ahora han salido diez o veinte ramas
más flojas que las primitivas, pues la unión de estas
nuevas ramas con el tronco o el muñón de la rama principal siempre será más
débil y frágil que el de una rama principal intacta. En algunos casos estas
ramas quedan colgantes o péndulas y el viento las puede hacer caer al suelo con
mucha facilidad.
Plátano de sombra brutalmente terciado en el mes de agosto,
su apariencia es la de un perchero.
Por lo
tanto, la creencia de que con el terciado o el desmochado “se da nueva vida al
árbol, se le revitaliza”, como en alguna ocasión ha manifestado el concejal
responsable de parques y jardines, es totalmente falsa. Al contrario, con estas
podas se debilita al árbol, las ramas crecen demasiado juntas y mucho más
débiles que las primitivas. Además, al cerrarse la fronda con tanta
rama impide que llegue la luz al interior de la copa y es mucho más fácil que
prosperen infecciones y enfermedades, algunas de ellas relacionadas con los
hongos.
Este plátano de sombra fue terciado la temporada pasada. Debido a esta mala praxis se produce una excesiva proliferación de ramas fruto de una poda abusiva.
Donde antes había una sola rama grande y fuerte ahora hay más de quince débiles.
DETALLE DE LA FOTO ANTERIOR: NUMERACIÓN DE RAMAS:
En esta foto vemos como después de un terciado, donde antes había una sola rama principal fuerte, han salido 21 ramas más pequeñas e inestables.
En la foto anterior vemos como después de un terciado,
donde antes había una sola rama principal fuerte, han salido 21 ramas más
pequeñas e inestables. Estos terciados o desmochados debilitan al
árbol y el ramaje se hace mucho más inestable, débil y potencialmente
peligroso. Esta mala praxis no favorece al árbol y, además, alguna de estas
ramas puede llegar a desgajarse, lo que supone un mayor peligro para la
población. No cabe duda alguna en que prácticas como el terciado o el
desmochado aumentan el riesgo de caída del ramaje. En un árbol no
podado o bien podado jamás se produce tal proliferación de ramas.
Lo ideal es mantener las ramas principales
de los árboles en toda su longitud y podar solo aquellas que estén secas,
enfermas, débiles o perjudiquen al vecindario, al dañar ventanas, tejados o
fachadas. Una labor correcta en el mantenimiento del arbolado urbano jamás debe
suponer el debilitamiento del mismo o la pérdida de sus características
naturales en cuanto a porte, forma y tamaño.
La poda debe respetar los tiempos del ciclo de la vida. El momento más adecuado es otoño e invierno que es cuando el árbol realiza su paro vegetativo. Además, así se respeta a especies de fauna que durante la primavera y el verano utilizan o necesitan a los árboles durante el vital periodo de la reproducción.
Este año y en años anteriores se ha podado el arbolado urbano fuera de época y sin respetar el periodo de nidificación de las Aves. Según la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. En el Artículo 54 dice: “Queda prohibido dar muerte, dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres, sea cual fuere el método empleado o la fase de su ciclo biológico. Esta prohibición incluye su retención y captura en vivo, la destrucción, daño, recolección y retención de sus nidos, de sus crías o de sus huevos, (…)”
Desde la concejalía de medio ambiente, se ha ordenado la poda de arbolado urbano en plena época de nidificación de varias especies de aves que lo utilizan para construir sus nidos, entre otras: verderón (Carduelis chloris), pardillo (Carduelis cannabina), jilguero (Carduelis carduelis), pinzón (Fringilla coelebs), verdecillo (Serinus serinus), gorrión (Passer domesticus), mosquitero (Phylloscopus sp) o tórtola turca (Streptopelia decaocto). Lo que ha producido la pérdida de algunos nidos y la muerte de varios pollos.
Nuevamente, una mala praxis municipal que incumple claramente la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, por lo que desde el Ayuntamiento se debe tener mucho más cuidado con este tipo de actuaciones bárbaras y respetar los tiempos marcados por la Ley.
Podas en la plaza de San Pedro durante el mes de mayo que perjudicó la nidificación de varias especies de Aves.
En muchas ocasiones, demasiadas, se realizan actuaciones sobre el arbolado urbano desproporcionadas y a destiempo: ¿Por caerse una rama se desrama totalmente al árbol?, en Arévalo sí: Morera de la plaza Isabel de Barcelos y plátano del parque de San Francisco por citar sólo dos ejemplos:
Morera de la plaza Isabel de Barcelos desprovista de todo su ramaje al haberse roto una rama.
Plátano del parque de san Francisco brutalmente terciado tras la caída de varias ramas.
La caída de ramas suele producirse en momentos de fuerte aire y
tormenta y en la mayoría de los casos se debe a una mala praxis, por poda previa incorrecta, como las descritas anteriormente. La gran proliferación de
ramas que producen el terciado o desmochado del árbol en cuestión genera gran
cantidad de ramas débiles que es más posible que se rompan o se desgajen
durante fuertes rachas de viento.
Las herramientas con que se realizan los trabajos
de mantenimiento del arbolado urbano deben ser desinfectadas para evitar el
contagio de enfermedades entre diferentes pies. De tal manera que, una vez
terminado el trabajo de poda o recorte en un árbol, la herramienta, sea motosierra, serrucho
o tijeras, debe ser desinfectada antes de utilizarla en otro árbol. Así se
evita o se dificulta el contagio. Esto es de primero de jardinería.
En cambio en Arévalo, esta desinfección no se lleva a cabo, la poda del arbolado se realiza sin desinfectar las herramientas después de trabajar en cada árbol, por lo que diferentes tipos de enfermedades, especialmente las
relacionadas con hongos, se contagian entre los diferentes pies podados. Muchos de los plátanos de sombra están enfermos porque han sido contagiados con las herramientas de poda.
Plátano de sombra infectado tras haber sido podado. Las hojas que deberían ser verde intenso muestran este aspecto blanquecino sedoso debido al hongo.
La tala consiste en apear el árbol, coartarle por su base, derribarle. Es, por tanto, una actuación radical que no tiene marcha atrás ya que su misión es la de eliminar el árbol en cuestión.
En Arévalo se están talado árboles de forma innecesaria, se hizo en la avenida de Severo Ochoa y Malvinas cortando 27 pinos negrales centenarios, singulares y sanos y se ha vuelto a hacer el el parque de San Francisco con un centenario ailanto.
Este es el tocón del ailanto del parque de San Francisco. Informadores extraoficiales dicen que era necesario talar porque era
muy viejo, se estaba muriendo y era un peligro potencial.
Fijaos en los círculos verdes, ¿parecen unos
hierbajos?, ¡ah no! son pequeños ailantos, parece que no estaba tan enfermo. El
ailanto centenario del parque de San Francisco que fue talado en agosto, sigue
vivo y rebrotando de raíz.
Una política que también tiene muchos adeptos en materia de talas es la de la reposición positiva y, a ser posible, multiplicada por diez: Cortan
un árbol centenario, valioso, representativo del lugar que ocupa... "No
pasa nada que nadie se preocupe en su lugar vamos a plantar diez, así que salimos ganado, donde antes había uno ahora habrá diez"...
Aunque estos diez sean foráneos y representativos del paisaje de las Molucas. Pero eso sí harán saber a toda costa que han quitado un arbolucho "feo y
enfermo" y han puesto diez arbolitos preciosos. ¿Acaso no hemos salido
ganado?
Un árbol centenario, ya está aclimatado, tiene una gran superficie de copa y es capaz de crear un microclima bajo su fronda, regula por tanto la temperatura, produce una gran cantidad de óxigeno y depura el aire, ni uno de los arbolitos repuestos, ni diez, ni veinte suplirán la labor medioambiental que ya estaba realizando el árbol talado.
Los que hacen estas políticas de resaltar lo
foráneo eliminando lo autóctono mediante una actuación tan radical como la tala, suelen calificar de radicales a los que les critican defendiendo lo
autóctono, que es más barato, está más aclimatado y es auténticamente nuestro.
En fin... el mundo al revés.
Tanto la tala como la poda severa, terciado y desmochado, a parte de debilitar al árbol como se demuestra en el presente trabajo, eliminan o reducen drásticamente la fronda arbórea urbana, lo que produce el aumento de las temperaturas estivales. Ante las olas de calor que sufrimos, y que se espera que sean cada vez más frecuentes y prolongadas, una política municipal y urbana que acabe con el ramaje arbóreo a través de talas injustificadas o podas abusivas, es poco menos que irresponsable y peligrosa. Pero en Arévalo y en muchos otros pueblos y ciudades, parece que se ha declarado la guerra contra el arbolado urbano, pues cada año se poda "a muerte" y de forma excesiva, innecesaria. Una cosa es aclarar el ramaje, en casos concretos de ramas que afecten a fachadas o tejados, y otra muy distinta lo que el Ayuntamiento de Arévalo hace cada año.
Un pueblo puede sentirse orgulloso de su patrimonio cultural, sus monumentos, su arte, su historia, pero también de su patrimonio natural, sus paisajes, su orografía, su flora, su fauna. Qué duda cabe que el arbolado forma parte del patrimonio natural y éste también forma parte de su historia. El Arbolado urbano, entonces, forma parte del patrimonio de Arévalo, es un bien común que suaviza las temperaturas, retiene la humedad atmosférica, produce una parte del oxígeno que nos permite vivir, purifica el aire, crea microclimas más agradables que son buscados y frecuentados por las gentes del lugar, además aumenta el valor de las casas. Por tanto, como bien común que es, no pertenece al Ayuntamiento, sino a todo el pueblo, a todos los vecinos, a la colectividad. La misión del Ayuntamiento no es la de destruirle, perjudicarle o maltratarle, sino la de conservarle para que todos podamos disfrutar de él.
En Arévalo, a diecinueve de septiembre de 2017.
Fotos y textos de Luis José Martín García-Sancho.