Por: José
María Lara
Yo
aquí, rodeado de gente con mucho miedo y desconfianza. Han mentido tanto,
nuestros políticos, que no se fían de lo que les dicen.
Nunca
se había vivido en una situación de zozobra, sospecha y duda como la presente.
Junto a la crisis sanitaria aquí se vive una crisis de confianza, y piensan
que, porque yo he sido médico, tengo que saber algo que se les oculta. No
pueden creer que esto sea una situación límite que pone en tela de juicio la
solidez del desarrollo, en el que hasta ahora, sin meditar, habían confiado;
como si las cosas funcionaran con un automatismo de perfección inequívoca; como
de milagro. Nunca se habían parado a pensar en la vulnerabilidad de una
sociedad tan compleja y tan ajustada que el simple fallo de una pequeña pieza
del complicado sistema puede dar al traste, en efecto dominó, con el conjunto.
Estaban
acostumbrados a que en su infancia la lucha con la naturaleza para arrancarle
su sustento, era cuerpo a cuerpo, con las manos, mirándole a los ojos y
comprendiendo sin dificultad todo lo que sucedía. Qué si se iba la luz todo
consistía en encender un candil, un farol o un quinqué y todo seguía
funcionando. Se fiaron del milagro del progreso que les distanciaba de la
naturaleza y disfrutaban de él sin conocer sus mecanismos y su interdependencia.
En su mundo anterior no había cosa que no se pudiera arreglar con un martillo,
una cuerda de esparto, unos clavos y una navaja. Ahora se dan cuenta de su
complejidad, con mentalidad infantil contrariada, cuando un apagón inesperado
de la energía que todo lo alimenta les deja sin electrodomésticos, y devueltos
a la Edad Media de su infancia.
Espero
y deseo que todo vuelva a la normalidad, con moraleja, para todos, no tardando.
Aquí, en lo que a contagio se refiere, somos obedientes, jugamos a favor de
consejos; no necesitamos privarnos de asistir a acontecimientos
multitudinarios; no se producen; permanecemos en nuestras casas, sin
comunicación, la mayor parte del tiempo, como el hecho más natural; y no
necesitamos lavarnos muchas veces las manos, porque no se la damos a nadie.
Nuestras distancias son tan grandes que cuando yo voy al río de paseo con mis
perros, el humano más cercano está a más de un kilómetro de mí. Algo bueno tenía
que tener eso que llaman la “España Vacía”. Castilla y León para dos millones
de habitantes disponen de cien mil kilómetros cuadrados...
José María Lara es medico jubilado que vive habitualmente en La Zarza (Valladolid)
Foto de Pedro del Río.
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