lunes, 25 de julio de 2016

PINTOR Y POETA

Segundo Bragado junto a uno de sus murales

En torno a una mesa de pino
con viandas, pan y vino,
poesía sobre blanco
y sobre colores mil.
De imágenes cervantinas
y de caza
poesía,
en paredes, en paisajes
de la vida
poesía,
en recuerdos, en pinturas
de Segundo Bragado
poesía.
(LJM - 24 de julio de 2016)

SEGUNDO BRAGADO EL PINTOR Y EL POETA:
SEGUNDO BRAGADO, 24 DE JULIO DE 2016

Por Luis José Martín García-Sancho.

Hacía ya tiempo que Segundo Bragado nos había invitado a sus compañeros, los redactores de La Llanura de Arévalo, a su finca para enseñarnos unos murales realizados con motivo del IV centenario de la muerte de don Miguel de Cervantes.
Hoy por fin quedamos y Juan Carlos, Fabio, Chispa, Javier y el que suscribe, vamos a visitar la obra pictórica y literaria de Segundo Bragado plasmada en murales realizados en las tapias de una finca de su propiedad.
Nos explica Segundo que es también un homenaje a la caza, que tantos años ha practicado y disfrutado y, al mismo tiempo, una visión particular del Quijote cervantino trasladado a diferentes parajes de Arévalo y su tierra. Sea como fuere, y como artista consagrado que es, una interpretación libre y personal del Quijote y de la caza transmitida a través de sus pinceles y de sus colores obtenidos de la pintura industrial, la misma que ha utilizado en tantos años de profesión, acompañados de bellos y emotivos textos fruto de su creación literaria.
Juan Carlos, Fabio, Javier,Segundo y Chispa

Estos son sus murales:

Mural 1: Caza de la liebre con galgo.

Una lucha de tú a tú, entre dos de los animales más veloces de la tierra.
Este mural está dividido en cuatro partes. En la principal, en el centro, se aprecia a dos galgos que corren detrás de una liebre. 

En la parte superior dos dos jinetes a galope sobre sus caballos con un fondo en el que se aprecia el castillo de Arévalo y las iglesias de Santa María y San Martín. 
La parte inferior izquierda quiere representar la media veda: un cazador con dos perros sentado a la sombra de un pino contemplando un paisaje de campos de rastrojo. Sobre ellos, un galgo en el cerro de Cantazorras con la lengua fuera y el rabo entre las piernas, señal de que la liebre ha escapado y regresa con las fauces vacías. 

Y una cuarta parte en la que se distingue a don Quijote con su lanza y adarga y abajo a un personaje tal vez del siglo de las luces, tal vez morisco, sentado sobre un leño y pensando o preguntándose sobre un tostón asado al estilo de Arévalo.
Con las siguientes leyendas:
- "Amigo Sancho... Dios creó a la liebre para cazarla con galgo".
- "Año 2016 y cuarto centenario de la muerte de don Miguel de Cervantes. Una deferencia a la revista cultural "La Llanura". En un lugar de La Moraña de..."

Mural 2: Caza de perdices con perro.
Representa a un grupo de tres perdices  escapando de un perro que hace la muestra desde el borde de un pequeño lavajo, con un paisaje característico de la tierra de Arévalo, levemente ondulado y con algunos pinares isla.

Mural 3: Cetrería y cazador con perro.
Está dividido en dos partes. La de la derecha representa a un halcón peregrino que ha cazado un ánade azulón mientras sobrevuela otro halcón. Y la parte de la izquierda es la estampa típica de un cazador, escopeta en mano, acompañado por su perro.
Con la siguiente lectura: - El cazador - Encarnación viviente de los últimos anhelos de individualismo romántico de nuestro tiempo".

Mural 4: Entre la noche y el día en Madrigal.
A la izquierda las claras luces del alba con una bandada de avutardas volando altas sobre los campos de Madrigal, cuyas murallas y fabulosa torre de san Nicolás presiden el centro de la obra. A la derecha una anaranjada puesta de sol y un alcaraván con un candado en su pico sobre campos pedregosos.
Y una leyenda que dice así: "De extensas llanuras suavemente moduladas... De luminosos amaneceres y encendidos atardeceres, donde la flora y la fauna, día a día, escriben su mejor poema, dejando al pintor y al poeta absortos y sin palabras. Un lugar donde el alcaraván echa el candado entre el día y a noche y con su canto nos manda a dormir, a dormir... Un lugar, en suma, de cuyo nombre sí quiero acordarme. Segundo Bragado".

Mural 5: "La zorra y las uvas".
"Después de múltiples saltos dar
y las uvas no alcanzar,
La zorra exclamó:
No las quiero, están verdes."
Se aprecia una noria con su pilón y vegetación espontánea que crece en estos sitios. También en el otro extremo un muro y una puerta en la que se lee la fecha de 1937, año de nacimiento del autor.
Segundo Bragado nos hace saber que el zorro es un animal muy astuto y muy beneficioso para el campo, por la gran cantidad de roedores que consume. Al contrario de lo que piensan la mayoría de los cazadores.

Mural 6: Arévalo en tonos grisáceos.
Una vista particular y personal del autor desde el paraje conocido como "El Eco" en la margen izquierda del Arevalillo. Representa la silueta de Arévalo con el castillo, y las siete torres: las dos de san Martín, santa María, san Juan, san Miguel, santo Domingo y el Salvador. Con el puente y arco de Medina y el soto del río Arevalillo en primer término.

Mural 7: Paseo ecuestre con perros.
Con la siguiente leyenda: "La grandeza de una obra de arte, sea esta pictórica, escultural o poética, no reside solo en su buena ejecución sino más bien en aquello que el artista quiere expresar".

Mural 8: Cervantes y su obra
Mural dividido en dos partes ambas en la plaza de España de Madrid. En la de la derecha aparecen don Quijote y Sancho sobre Rocinante y el rucio,
Con la leyenda:
"Hacia Matamozos caminamos Sancho..."
"Le recuerdo a vuestra merced que con pastores nos vamos a encontrar".
"No menosprecies Sancho mi brazo o demencia que muy a pesar mío, ejércitos y gigantes siempre habrá aunque los primeros se disfracen de carneros y los segundos de molinos."
Y en la parte derecha del mural, Segundo Bragado ha representado a Miguel de Cervantes entronizado delante del famoso edificio de la plaza España, y al que ha querido dar vida a su mano izquierda, perdida en la batalla de Lepanto, ya que porta en su mano derecha un libro y en la izquierda unos pliegos, seguramente, en los que escribió El Quijote.
Con la siguiente leyenda: "Al insigne y egregio don Miguel de Cervantes y Saavedra, maestro de escritores, en el IV centenario de su muerte. - Año 1616 - 2016 -. Gloria eterna."
Debajo, unas cadenas rotas con las que ha querido representar al fraile trinitario arevalense Fray Juan Gil que liberó a Cervantes de su cautiverio en Argel y gracias a ello pudo escribir toda su obra literaria.
Segundo Bragado junto a su obra.

Mural 9: Cervantes y Shakespeare.
Preside el mural un centenario pino negral y lo divide a su vez en dos partes. A la izquierda, en un paisaje característico de la tierra de Arévalo, está escrita la siguiente leyenda: "A la sombra de estos centenarios pinos y a la estela de estos dos grandes de las letras... Un mudejarillo de J. Villaverde se enfrasca en la lectura, y otro del que a cuenta no viene, se afana en plasmar su impronta sobre estos ásperos lienzos de arena y de cemento. De sus luces o sus sombras no se ufana o desfallece pues ya con el solo intento por satisfecho queda y entre nubes de vellón se pierde."
Debajo de un grupo de pinos y junto a un grupo de cardos borriqueros se lee: "Se comenzaron estos murales el día 12-10-2015 y se finalizaron el día 23-04-2016 - Año Cervantino."
y firma Bragado.
En la parte izquierda de este mural se ven las figuras hermanadas de Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Sobre ellos el siguiente texto:
"No fueron ni santos ni reyes,
sobre sus cabezas no ciñen
coronas de oro o platino,
sobre ellos emerge la aureola
de la inmortalidad.
¡Fueron solo poetas!"
Debajo de ellos una pluma, humilde instrumento con el que inmortalizaron sus textos. Y debajo el mudejarillo al que hace referencia en la parte izquierda y el texto: "En literatura y artes, no hay fronteras".

Mural 10: una representación de don Quijote.
Cartel anunciador de la "Exposición: En un lugar de La Moraña. Organiza La Alhóndiga. IV centenario de la muerte de Cervantes. Iglesia de San Martín - Arévalo - 15-4 al 15-5 de 2016.
Representa una figura de don Quijote con cuatro aspas de molino en su cabeza en las que puede leerse: "Tiempo pasará en que nazca un visionario tan cuerdo como vos señor en este siglo que dinamos".

Mural 11: Los Santos inocentes.
Clara y sincera es la admiración y el respeto que Segundo Bragado siente por Miguel Delibes, por su obra, por su afición a la caza y por su amor a la naturaleza. En este mural está representado el Azarías de "Los santos inocentes" con su grajo en el hombro (su milana bonita) junto a una encina en la que se ve una paloma torcaz y debajo al señorito apostado con su escopeta. En el centro, como difuminados se ven las figuras del propio Miguel Delibes y su personaje el Azarías. Y la siguiente leyenda: "Los santos inocentes. Fina crítica social de Delibes hacia un sector opresor y déspota del que no se libró ni la milana bonita".

Mural 12: El bodegón vivo.
En torno a una mesa con vasos, botellas de vino y productos varios de la tierra, Javier, Fabio, Juan Carlos, Chispa y el que hace la foto, celebran junto a Segundo Bragado y su hijo Rubén, los murales descritos y hablan de asuntos de la vida, de aquellas vidas, de todas las vidas.
Gracias Segundo por esta agradable jornada.
Tu obra perdurará en el tiempo.


En Arévalo a 24 de julio de 2016.

sábado, 23 de julio de 2016

EL QUIJOTE EN LA NATURALEZA

Segadores (Foto "el rincón de Madrigal)

Luis José Martín García-Sancho

"Se de esperiencia que los montes crían letrados y las cabañas de pastores encierran filósofos" Esto es lo que dice el cura de la aldea de don Quijote a Eugenio, el cabrero enamorado, en el capítulo L de la primera parte.
El Quijote está lleno de referencias a la naturaleza: Animales, árboles, plantas, oficios o aficiones, accidentes geográficos... Por otra parte es normal que Cervantes utilice estas referencias pues la mayor parte de la historia transcurre a cielo abierto. Tanto la historia principal como los relatos secundarios están plagados de citas relacionadas con la naturaleza, lo que, sin duda, enriquece el texto.
La primera descripción que hace don Quijote en su primera salida es un amanecer: "Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus harpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora", (Primera parte, capítulo II). Sin duda, Cervantes conocía que los pájaros suelen recibir a la aurora con sus cantos (arpadas lenguas). En tierras llanas y abiertas como lo son las del Campo de Montiel el grupo de los aláudidos (alondras, calandrias, cogujadas y terreras) tiene la sana costumbre de cantar especialmente al amanecer o durante las primeras horas del día, y Cervantes así lo recoge varias veces a lo largo de su novela.

Con sus descripciones nos da una pista de cómo era la Mancha en su época: "Los manchegos, ricos y coronados de rubias espigas", o "los que su ganado apacientan en las estendidas dehesas del tortuoso Guadiana, celebrado por su escondido curso". Pedro el cabrero, en el capítulo XII de la segunda parte, nos habla de la rotación de cultivos al decir: "Sembrad este año cebada, no trigo; en este podéis sembrar garbanzos, y no cebada". También hace referencia a otras regiones como "el olivífero Betis" o a Sierra Morena como "lugar inhabitable y escabroso" o "sierra áspera y escondida", entre otros mucho lugares.
También Sancho nos da una idea de las posesiones y hacienda de don Quijote al decir en el capítulo II de la segunda parte: "con cuatro cepas y dos yugadas de tierra" siendo la yugada una antigua medida agraria equivalente a 50 fanegas, algo más 32 hectáreas o, también, la porción de tierra que una yunta de bueyes puede arar en un día.
Yugada de bueyes

En algunos pasajes se aprecia la estrecha relación del hombre con la naturaleza hasta llegar al punto de la mera supervivencia, como cuando Cardenio cuenta en el capítulo XXVII de la primera parte: "Quedé a pie rendido de la naturaleza, traspasado de hambre (...) mi más común habitación es el hueco de un alcornoque, capaz de cubrir este miserable cuerpo". O como dice Marcela en el capítulo XIV de la primera parte: "Los árboles destas montañas son mi compañía, las aguas claras destos arroyos mis espejos, con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura".
También refleja aquello que el hombre ha aprendido de los animales o las virtudes que se pueden deducir de la observación de la conducta animal, vamos lo que en la era moderna se denomina etología: "que de las bestias han recibido muchos advertimientos los hombres y aprendido muchas cosas de importancia, como son: de las cigüeñas, el cristel; de los perros el vómito y el agradecimiento; de las grullas, la vigilancia; de las hormigas, la providencia; de los elefantes, la honestidad; y la lealtad del caballo". Esto es una reflexión de Cervantes en el capítulo XII de la segunda parte.

En aquella época los principales remedios curativos se sacaban de algunos animales pero, en especial, de las plantas, así en el capítulo XVIII de la segunda parte don Quijote le dice a Sancho: "ha de ser médico, y principalmente herbolario, para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen la virtud de sanar las heridas". Muchas plantas silvestres, actualmente, tienen como nombre genérico "officinalis u officinale" refiriéndose a oficina que era el lugar donde el farmacéutico o boticario preparaba sus medicinas. Algunos ejemplos de los muchos que hay son: Romero: Rosmarinus officinalis, Valeriana: Valeriana officinalis, Diente de León: Taraxacum officinale... etc. El famoso bálsamo de Fierabrás está realizado con agua, aceite, vino, sal y romero, según le explica don Qujote a Sancho en el capítulo XVII de la primera parte: “Levántate, Sancho, si puedes, y llama al alcaide desta fortaleza y procura que se me dé un poco de aceite, vino, sal y romero para hacer el salutífero bálsamo; que en verdad que creo que lo he bien menester ahora, porque se me va mucha sangre de la herida que esta fantasma me ha dado”.
Romero (Rosmarinus officinalis)

En aquella época, en que el transporte se hacía a pie o sobre bestias, los prados, eran utilizados como las actuales áreas de servicio o gasolineras: "es el lugar que yo dije que era bueno para que, sesteando nosotros, tuviesen los bueyes fresco y abundoso pasto" o "desunció luego el buey el boyero, dejolos andar por aquel verde y apacible sitio". Por eso a los animales de carga o de montura se los nombra de muy diversas maneras: para asno: rucio, jumento, pollino, borrico o borrica, para caballo: rocín, hacanea, jaca, yegua o palafrén. También abunda: Mulo, macho, mula, acémila, buey, bestia... etc.
Por eso el trato del hombre con los animales era mucho más íntimo y estrecho que en la actualidad, así lo deja ver Eugenio, el cabrero, en el capítulo L de la primera parte: "Rústico soy, pero no tanto, que no entienda como se ha de tratar con los hombres y con las bestias". Por este mismo motivo había decenas de oficios o aficiones relacionados con animales o vegetales. Estos son algunos de los que aparecen, en muchos casos, tanto en masculino como en femenino: Labrador, campesino, cazador, pastor, cabrero, mozo de mulas, carretero, segador, boyero, palafrenero… entre otros.

Uno de estos oficios es el de arriero, que es quien trajina con animales de carga, en especial mulos. Uno de estos arrieros es un morisco de Arévalo, emparentado con el historiador musulmán Cide Hamete Benengeli, personaje creado por Cervantes como ficticio autor de su novela, tal vez, como crítica a otros historiadores de la época algo descuidados en su trabajo. Así lo cuenta en el capítulo XVI de la primera parte mientras don Quijote está en la venta de Juan Palomeque "el Zurdo": "Sucedía a estos dos lechos el del arriero, fabricado, como se ha dicho, de las enjalmas y de todo el adorno de los dos mejores mulos que traía, aunque eran doce, lucios, gordos y famosos, porque era uno de los ricos arrieros de Arévalo".

En Arévalo a dos de agosto de 2015

Publicado en La Llanura nº 75, de agosto de 2015.

miércoles, 20 de julio de 2016

TIERRA DE LOBOS

Lobo Ibérico (Imagen de Ana Retamero)

El diccionario de la Real Academia Española define topónimo como nombre propio de lugar. Generalmente, los que ponemos nombre a los lugares somos los que en ellos habitamos, y lo solemos hacer por alguna particularidad del terreno o del sitio en concreto. Algo que haya llamado nuestra atención, mejor dicho, la atención de nuestros antepasados, aquellos que vivieron antes que nosotros en este territorio y tuvieron el acierto de poner un nombre a un lugar que gustó a la colectividad y perduró en el tiempo.
Para este artículo he estado mirando los topónimos tanto de Arévalo como de los términos municipales limítrofes o cercanos. Así, he estudiado en los mapas topográficos los nombres de lugares de Arévalo, Donhierro, Martín Muñoz de la Dehesa, Codorniz, Espinosa de los Caballeros, Orbita, Tiñosillos, San Vicente de Arévalo, Nava de Arévalo, Aldeaseca y Palacios de Goda.
En azul, área de estudio en el entorno de Arévalo

Algunos de estos topónimos suelen estar asociados al relieve del terreno, como en estos claros ejemplos de: Cerro Lavajuelo, Valhondo, Cuesta Redonda, La Coronilla, La Veguilla, Alto del Cotonar, Los Llanillos, Cerro de la Vieja, Cuesta del Otero. Pero también hay otros mucho más metafóricos, tanto por relieve como por las dificultades del terreno. Así tenemos: Quebrantacarros, Rompezapatos o Deshonrrayugueros, nombres curiosos que han permanecido asociados a un lugar concreto a lo largo de los años.
Otros nos indican la presencia de agua, tales como Aldehuela de las Fuentes, Soto de Fuentes, Los Lavajos, Lavajuelo Alto, Fuente de la Balsa, Las Lagunillas, Aguasal o La Barrosa, entre otros muchos. También los hay que hacen referencia a algún cultivo o están relacionados con ellos como Los Azadones, Era Vieja, Viñajerez, El Ajar, El Majuelo, Gramales, Entreviñas… son solo algunos ejemplos.
Son también muy frecuentes los que se refieren a alguna planta característica o habitual de la zona, hay multitud de ejemplos, estos son sólo algunos: El Juncarejo, La Dehesa, Las Acederas, Retamar, La Pimpollada, El Carrascal, La Olmedilla, Cardos del Cura, Las Berceras, El Tomillar, Pinar de Huete, Pino del Olivo, Pinar de Amaya, Pinar de las Monjas… entre decenas de lugares asociados a alguna planta.
Son también muchos los que se asocian a prado o pradera, elemento de suma importancia en un pasado cercano, por el uso que la ganadería hacía de estos enclaves. Muchos de ellos ya han desaparecido y el nombre del lugar no es más que un recuerdo de la zona de pastos que allí había para el alimento y libre esparcimiento del ganado doméstico. Algunos de ellos son: Pradera de los Huevos, Prado de la Velasca, Prados del Cura, Prado de la Cruz, Las Praderas, Prado Regajal, Prado Mullidal, Prado del Juncal, Prado de los Bueyes, Los Pradejones.
Es curioso que, en proporción con los nombres mencionados anteriormente, no hay demasiados topónimos asociados a la fauna silvestre local. Se trata de lugares que, debido a la presencia de alguna especie o, seguramente, por la frecuencia con que eran avistados algunos animales, el hombre local les dio su nombre. Estos son algunos ejemplos de los pocos que existen en nuestra geografía cercana: Cantazorras, La Sierpe, Las Cigüeñas, El Verderón, Fuente de las Palomas, El Lebrero, El Asisón, Los Sapos, La Paloma, La Sapera, Las Conejeras, Las Acebras, este último es uno de los que más me ha sorprendido, ya que puede hacer referencia al Cebro, una especie de equino salvaje que se extinguió en España en el siglo XVIII (Seguramente a la localidad abulense de Cebreros le venga el nombre de este animal extinguido).
Pero lo que más me ha llamado la atención es que entre estos topónimos relacionados con animales salvajes el que más se repite es el de lobo, sí, el lobo ibérico, el Canis lupus signatus. En el casco urbano de Arévalo tenemos los dos primeros ejemplos, la calle de los Lobos y el puente de los Lobos. Pero en lo que se refiere a lugares, estos son los topónimos que hacen referencia directa al lobo en el área de estudio: Entre Arévalo y Martín Muñoz de la Dehesa, Loberas. En el pinar de Donhierro, Fuente de los Lobos. En Magazos, anejo de Nava de Arévalo, hay dos lugares denominados Fuente de los Lobos, uno cerca de la balsa del regadío de las Cogotas y otro cerca del camino a Langa. En San Vicente de Arévalo, Descansalobos. En Codorniz, Senda de los Lobos. Y entre Arévalo y Aldeaseca, nuevamente se repite el lugar denominado Fuente de los Lobos, y una fuente con su pequeño prado que era conocida también como la Fuente de los Lobos, situada hasta hace poco en Arévalo y hoy, lamentablemente, desaparecida pues en la concentración parcelaria realizada para el regadío de las Cogotas a alguien se le debió de ocurrir que tanto la fuente existente con su pozo y abrevadero, como el prado que la circundaba, debían desaparecer y en la actualidad no queda ni rastro de ella, tan solo su nombre en el mapa.
Como pueden comprobar, en el pequeño área de estudio, son ocho los topónimos que hacen referencia a la presencia de este animal que levanta pasiones encontradas. Hace poco escuché decir al líder de un sindicato agrario “que igual que han traído al lobo a Ávila, que se lo lleven a otro sitio, que esta tierra no es apropiada para el lobo, que no lo quieren”. Lo cierto es que el lobo ya pertenece a nuestra historia, ha sido y es parte de nuestra tierra, como lo demuestran los múltiples lugares que llevan su nombre repartidos por nuestra geografía. Con esto podemos llegar a la conclusión de que, a lo largo de la historia, el lobo ha sido un morador habitual de esta tierra. Y que, por tanto, ésta ha sido y es tierra de lobos.

En Arévalo, a 20 de julio de 2016
Luis José Martín García-Sancho

APÉNDICE DE IMÁGENES:
Fuente: Sistema de Información Geográfica de parcelas agrícolas (SIGPAC)

Imagen 1: topónimo 1: Loberas entre Arévalo y Martin Muñoz de la Dehesa

Imagen 2: Topónimo 2: Fuente de los Lobos en el pinar de Donhierro

Imagen 3: Topónimos 3 y 4: Fuente de los Lobos y Fuente de los Lobos en Magazos

Imagen 4: Topónimo 5: Descansalobos en San Vicente de Arévalo

Imagen 5: Topónimo 6: Senda de los Lobos en Codorniz

Imagen 6: Topónimos 7 y 8: Fuente de los Lobos y Fuente de los Lobos entre Arévalo y Aldeaseca

Lobo ibérico (imagen de José María García)