miércoles, 25 de enero de 2017

ROMANCE DE LA PLAZA VACÍA



En la plaza de la Villa,
más bella de la ciudad,
las casas están vacías,
tristes, muy tristes están.
Sobre empedrado pasea
un elefante triunfal,
camina, camina lento
con su correa y trompal.
¿Por qué están así las casas?
le pregunta al concejal.
Por qué si vacías quedan
no se vuelven a ocupar.
Así contesta aquel hombre,
así dijo al animal:
Sobre esta plaza tan bella,
proyecto municipal
no hay para habitar el barrio,
privada es la propiedad.
El elefante cavila,
piensa y lo vuelve a pensar.
Y esta de Hernández Luquero
bajo el amplio soportal,
¿no es ya del Ayuntamiento
que la ha querido comprar?
El hombre resopla un poco,
resopla y vuelve a resoplar.
Todo papá Ayuntamiento
lo debe solucionar,
deja que me dé el paseo,
déjame pasear en paz,
no me agobies con cuestiones
que se responden tan mal.
Luego se vuelve despacio,
se va para otro lugar
por una de aquellas calles
que dan a san Nicolás.
El paquidermo ahora grita,
grita alto y grita más
¿Por qué casa de los sexmos
no es ya casa cultural?
Mas concejal se hace el sordo
como el que oye barritar.
El casco antiguo de Arévalo
hermoso y vacío está,
ni unas cañas ni unos vinos
en él te puedes tomar.
Dejadez de Ayuntamiento,
desidia municipal,
que no toma iniciativas
que al barrio puedan salvar
del vacío y del olvido,
en esta bella ciudad.

Arévalo, a veinticinco de enero de 2017.
Luis José Martín García-Sancho

martes, 24 de enero de 2017

PASEO POR LA RIBERA DEL ADAJA



Texto y fotos Luis José Martín García-Sancho

El paseo que hoy propongo nos permite disfrutar de historia, arte y naturaleza al mismo tiempo. Recorreremos la ribera del río Adaja a su paso por Arévalo.
Es una antigua propuesta de la Alhóndiga para dotar a Arévalo de una senda ecológica que una las riberas de ambos ríos, Adaja y Arevalillo, a la altura de La Cañada, formando así un auténtico cinturón verde accesible.
Recordar, una vez más, que a pesar del valor natural y patrimonial que tiene el espacio natural conocido como el corredor del Adaja carece de protección legal, aunque se ha solicitado de forma reiterada su declaración como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC) en cumplimiento de las Directivas de Aves y de Hábitats para que así quede incluido en la Red Natura 2000, tal y como le corresponde por sus destacados valores naturales y ambientales, sin que hasta la fecha hayamos obtenido respuesta de la administración.
detalle del recorrido

El recorrido comienza en el Puente de San Julián o puente viejo de la estación, construido a mediados del siglo XVI y restaurado profundamente en el siglo XVIII. Es un puente con factura en ladrillo y piedra, con grandes sillares de granito, pero también rajuela y canto rodado. Posee cinco arcos de medio punto, siendo el de mayor luz el cuarto que es por donde pasa el río. También posee grandes contrafuertes, que sirven de refuerzo a sus muros, y tajamares de piedra en los pilares que rompen la corriente. El quito arco está reforzado con tirantes de hierro y madera en su parte más alta seguramente para evitar su desplome debido a grietas.
Puentes nuevo y viejo de san Julián o de la Estación

Justo al empezar el recorrido pasamos un pequeño puente de un solo ojo enteramente construido en piedra, nombrado por Rodríguez Almeida como el “pontón de la loma” que por su modo constructivo y anchura de 4,10 m seguramente tenga su origen romano para dar paso a una calzada que pasaría tanto por este puente como por el de la Mora, situado por debajo del cementerio.
Puente romano de la Loma o de la Vega
Ancho de la calzada que coincide con el de una calzada romana

Pasado este pequeño puente el camino se bifurca y podremos seguir hacia arriba, es decir hacia la loma, o hacia abajo, a la ribera del Adaja. Tomaremos el de la izquierda que nos lleva hacia el río.
Río Adaja a la altura del puente de la Estación

Iremos río abajo por la alameda hacia dos impresionantes chopos negros (Populus nigra) que tendrán cerca de 200 años, dos de los árboles incluidos en el catálogo de Árboles singulares de Arévalo elaborado por Galérida Ornitólogos.
Chopos singulares por su edad y porte.
Sendero trazado por varias especies de animales silvestres.

Desde aquí seguiremos un sendero que se ha formado por el paso de varias especies de animales tales como jabalí, corzo, zorro, tejón, nutria, garduña y conejo, entre otros, y que va paralelo al río. De todas estas especies podremos encontrar huellas si el terreno lo permite.
Macho de corzo en el corredor del Adaja en Arévalo, en sus recorridos habituales abren senderos
Huellas recientes de nutria en una playa del Adaja a su paso por Arévalo.

Este sendero transcurre unos tramos por dentro de la alameda y en otros por fuera. El primer tramo trascurre por una zona de pastos situada entre la ladera del río y la alameda. Más adelante el sendero se sitúa entre una tierra agrícola y el soto. Un poco después el sendero se introduce por el bosque de ribera, formado principalmente por chopo, álamo, sauce, fresno y arbustos de sauce, zarzamora, escaramujo, majuelo que a veces transcurren entre espadañas y carrizos, cuyas hojas secas agitadas por el viento nos pueden hacer creer que algún animal se mueve entre la maleza.
ribera junto a una parcela agrícola
tramo del sendero que transcurre por dentro de la alameda.

En algunos puntos la vegetación permite asomarnos al río y, con un poco de suerte, observar a varias decenas de especies de aves que habitan estos sotos e, incluso, la nutria o el turón. Algunos años se observan remontando la corriente para buscar un lugar apropiado para la freza algunas especies de peces tales como bermejuela, gobio, barbo o carpín. También estas riberas fueron el hogar del cangrejo de río autóctono, hoy extinguido en este tramo de río debido a la introducción de especies foráneas tales como el cangrejo señal.
Zona del Adaja previa a la pesquera conocida como la recurva.
Vistas de Arévalo desde la recurva.

En una curva que da el río se produce una pequeña cárcava, conocida como la recurva, que debemos salvar por arriba y que acaba en una explanada conocida como la pesquera, donde una pequeña presa de hormigón embalsa el agua para desviar una parte al caz del molino de Don Álvaro de Luna. En este punto debemos cambiar de ribera por unos bolardos de cemento que se construyeron al mismo tiempo que la presa para poder cruzar el río. Hasta ahora hemos avanzado por el margen derecho del Adaja, a partir de este momento seguiremos ruta por el margen izquierdo.
Presa de la pesquera
Bolardos para atravesar el río.

La construcción que aquí llama la atención es el Molino de Don Álvaro de Luna, edificio seguramente reedificado sobre un antiguo molino del siglo XV. En el conjunto destaca también una gran chimenea industrial de ladrillo. En este punto, un camino de cemento sube hasta las cuestas de Foronda y la plaza de Ángela Muñoz.
Molino de Don Álvaro de Luna

Entre el Adaja y el caz del molino se extiende una exuberante y bella alameda conocida por el nombre de La Isla. Al final de esta isla debemos cruzar el caz de desagüe del molino por el tronco de un gran chopo caído.
Alameda de la Isla
Vista de Arévalo desde la Isla

Ahora el sendero transcurre encajonado entre la ribera y el último tramo de las, casi verticales, cuestas de Foronda, desde donde tendremos unas vistas muy poco conocidas de las casas que se abren al río, del mirador y de la muralla. En algunos tramos la vereda se hace un poco más complicada debido tanto a desprendimientos de ladera como a los restos de la muralla medieval que han ido cayendo al río a lo largo de los años y por las zarzas y cardos que pueden llegar a cerrar el paso en verano.
Cuestas y casas de Foronda.
En la zona del mirador la senda se complica, las cuestas son casi verticales.
Conjunto de casas que se abren a la ribera entre Foronda y el mirador.
Detalle de una casa colgante en el mirador.
Espectacular vista de la muralla reconstruida en exceso.

Al llegar a la zona de los jesuitas la ribera se abre nuevamente formando un frondoso y cerrado soto donde aún sobreviven a duras penas rebrotes de viejos olmos infectados por la grafiosis, entre cambroneras, sauces, chopos, álamos y fresnos y la presencia de algunos cornejos.
Detalle del soto a la altura de los jesuitas formando casi un túnel.
Ribera del Adaja a la altura de los Jesuitas.

Entre las cambroneras y saúcos se aprecian restos de la muralla de la ciudad, construida con grandes piedras de rajuela unidas con argamasa de cal y arena, que delimitaba lo que se conoció como huerta de los jesuitas. Un poco más adelante un camino baja hasta el río desde la calle de la lechuga que nos lleva directamente a la plaza de la Villa. Al otro lado del río, otro camino sube hasta la Loma. Aquí el río forma una tranquila playa de arena circundada por chopos, sauces y fresnos de gran porte.
detalle de restos de muralla construida con grandes piedras de rajuela (Jesuitas).

Siguiendo por la vereda río abajo llegamos hasta más restos de la muralla realizada a base de grandes piedras de rajuela entre fuertes machones de ladrillo, que se han conservado en una de las paredes del matadero municipal. Llama la atención un antiguo portillo con arco adintelado de ladrillo y sobre él un arco ojival de descarga hecho también en ladrillo mudéjar.
Restos de muralla a la altura del matadero construida con grandes piedras de rajuela y ladrillo. Se aprecia un portillo de arco adintelado en ladrillo y un curioso arco ojival de descarga.

Continuamos por la vereda procurando ir pegados al Adaja porque un poco más adelante el río hace una pronunciada curva que ha producido un carcavón casi vertical en la marga arcillosa de la ladera, en una zona repoblada en la década de los 50 con pino piñonero. En esta zona, por la parte alta, es donde empieza o acaba el paraje conocido como la Loma.
Carcavón de la loma situado a unos 100 metros aguas arriba del puente de Valladolid.

Desde esta parte de la ribera se tiene una buena vista del Castillo precedido por las ruinas del puente de Valladolid y el puente nuevo de Valladolid cuya construcción parece haber condenado al olvido a un importante monumento representativo del arte mudéjar.
Vista del Castillo de Arévalo, y puentes viejo y nuevo de Valladolid.

En esta zona recomiendo recorrer los siete arcos del puente mudéjar de Valladolid, con calma, por arriba, por abajo, pasar por alguno de sus ojos, observar sus adornos en ladrillo, sus arquivoltas, asomarse a los pretiles que aún no se han desplomado… Comprender al puente que fue una de las puertas de la ciudad. Esta magnífica y olvidada obra de ingeniería civil fue construida en el siglo XIV y restaurada en el siglo XVIII durante el reinado de Carlos III tal y como queda reflejado en una placa labrada en granito junto a uno de los pretiles: «Reinando Carlos III y siendo su corregidor de esta villa don Juan Antonio Sigüenza (Abat) se reedificaron estas obras a las que contribuyeron los pueblos de treinta leguas en contorno. Año de 1781.» En invierno se hace más fácil su observación, pues la falta de hojas en los árboles circundantes hace que pueda ser admirado en toda su dimensión.
Para más información sobre este monumento:
-          MUDÉJAR CICIL AREVALENSE
-          PUENTE DE VALLADOLID (MAROLO PEROTAS)
Detalles del puente mudéjar de Valladolid
Detalle del quinto ojo del puente de Valladolid por la cara de aguas arriba.

Después continuaremos ribera abajo, avanzando por alguno de los senderos lo más cerca posible del Adaja. A todo este paraje se le conoce como la Junta, porque es aquí donde el, normalmente, mísero cauce del río Arevalillo se une a las aguas color caramelo del Adaja, padre y columna vertebral de la Tierra de Arévalo. Solo el poderoso castillo de Arévalo, como la quilla de un buque apuntando a la desembocadura, es testigo de lo que ambos ríos se cuentan al encontrarse.
Ribera del Adaja en la Junta

Este último tramo vuelve a ser un intrincado laberinto de sauces, chopos, álamos y fresnos, donde los cornejos, zarzas, espinos y enredaderas como nueza y lúpulo acompañados en primavera por las gigantescas hojas del lampazo, convierten este espacio en algo parecido a una selva tropical.
Junta del Arevalillo con el Adaja
Vista del castillo de Arévalo desde la Junta

Al llegar a la Junta, podremos subir al castillo y dar por concluida la caminata o volver al punto de partida por la loma. Tomando un camino que sale nada más atravesar el puente de Valladolid a la derecha. Aunque antes podemos acercarnos por la carretera del cementerio hasta el puente de la Mora, pequeño puente de factura mudéjar que, según algunos autores, unía la calzada romana que trascurría por la loma con el puente romano descrito al principio.
Puente de la Mora, cerca del cementerio.

Por la loma podemos tomar dos caminos, o bien seguir el camino descrito anteriormente que sale del puente de Valladolid, paseo bastante cómodo y relajado.
Vista de Arévalo desde la Loma

O ir campo a través entre el estrecho lindero que dejan las tierras de labor con el borde de la Loma, desde donde obtendremos algunas de las mejores vistas de Arévalo.
Vistas de Arévalo desde la Loma 

Tanto siguiendo el camino de la Loma como el borde de la misma, acabaremos necesariamente en el puente romano descrito al principio.
Cada momento del año tiene su atractivo para pasear por estos intrincados senderos, pero ahora en invierno si cabe, con las ramas desnudas de los árboles, gana en espectacularidad pues se pueden observar los monumentos descritos en todo su esplendor. Además, los senderos están abiertos o más practicables. Aunque cualquier época del año tiene su aliciente y su atractivo. Decir también que más de cien especies de aves se han observado es este valioso espacio.
Lavandera blanca (Motacilla alba) en la Isla
Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) en la Isla.

Seguramente, este es uno de los paseos más bellos por el municipio de Arévalo pero, desgraciadamente, pasa desapercibido para la inmensa mayoría de los arevalenses.
A pesar del elevado valor patrimonial, cultural, histórico y natural de este cercano espacio puedo aseguraros, sin temor a equivocarme, que muy pocos conocéis todos y cada uno de los rincones descritos.
Un espacio que merece protección y no la tiene, un espacio que merece ser conocido y no lo es.
Para valorar aquello que tenemos y lo que podemos perder es preciso conocerlo primero.
Solo conociendo nuestro patrimonio aprenderemos a valorarlo, a respetarlo, a protegerlo.
Recuerda que el campo siempre está abierto para tu disfrute y aprendizaje.

En Arévalo, a veintitrés de enero de 2017

Varias fotos Invernales de la ribera del Adaja:
Vista de la ribera del Adaja desde las cuestas de Foronda.

Restos de la muralla original de Arévalo que han rodado hasta la ribera del Adaja.

Líquenes en un fresno

Musgos en un chopo 

Hiedra en un chopo

Chimenea industrial en La Isla

Puente de San Julián y harinera.

Mito (Aegythalos caudatus)