sábado, 31 de diciembre de 2016

PINOS





Pinos de tierra de Arévalo,
pinos genuinos,
pinos.
Pinos que atrapan el agua,
pinos benditos,
pinos.
Pinos suavizan el clima,
pinos amigos,
pinos.
Pinos que matan el hambre,
pinos queridos,
pinos.
Pinos piñón y resina,
pinos benignos,
pinos
Pinos que bajan al río,
pinos dormidos,
pinos.
Pinos de cantos y nidos,
pinos testigos,
pinos.
Pinos del corredor del Adaja,
pinos furtivos,
pinos.
Pinos que forman pinares
Pinos sencillos.
Pinos.
Pinos de suelos sin árbol,
pinos altivos,
Pinos.

Pinos enfrentados al hombre,
pinos vencidos,
pinos que tapan tejados
pinos heridos,
pinos que rompen arados
pinos dañinos,
pinos versus constructor,
pinos enemigos,
pinos y desarrollo rural,
pinos proscritos,
pinos contra ayuntamiento,
pinos caídos,
pinos odiados y olvidados,
pinos perdidos,
pinos que son “cuatro pinos”,
pinos cautivos.
Pino, pino, pino, pino
pino vete al quinto pino.

Pinos que sujetan laderas,
pinos erguidos,
pinos.
Pinos de calles y plazas,
pinos vecinos,
pinos.
Pinos negrales urbanos,
pinos bonitos,
pinos.
Pinos de Amaya olvidados,
pinos sentidos,
pinos.
Pinos de aire y de sueño,
pinos vividos,
pinos.
Pinos de luna y de trino,
pinos amigos,
pinos.
Pinos aislados en campos,
pinos de trigo,
pinos.
Pinos gigantes y vivos,
pinos de siglos,
pinos.
Pinos de pinos y pinos,
pinos conmigo,
pinos


En Arévalo, a 31 de diciembre de 2017
Luis José Martín García-Sancho. 

Arriba: avda, Severo Ochoa después de la tala. Abajo: antes de la tala.

Pinos centenarios en la zona de Malvinas - Instituto - campo de fútbol


Tocón de un gran pino talado.



lunes, 19 de diciembre de 2016

TARDE DE GRULLAS Y AMIGOS

BANDADA DE GRULLAS SOBREVOLANDO LA LAGUNA DE EL OSO

El 18 de diciembre de 2016 fuimos a observar la llegada de las grullas a su dormidero de El Oso, como colofón de las I Jornadas de Naturaleza y Medio Ambiente, que a lo largo de este año se han venido celebrando en Arévalo.
Un momento durante la observación de las aves acuáticas de la laguna.

Aunque la tarde fue húmeda y fría a la cita acudió un nutrido número de personas con la intención de disfrutar de la naturaleza.
Grullas sobrevolando la localidad de San Pascual.

Poco a poco fueron llegando las grullas desde sus lugares de alimentación a pasar la noche al dormidero.
Grupo formado por dos adultos en los extremos y dos pollos del año en el centro.

Pudimos observar algunos grupos familiares formados por los pollos del año con sus progenitores.
También contemplamos el intento de caza de un halcón peregrino sobre un grupo de cercertas
estado de la Laguna de El Oso

El grupo más numeroso de grullas entró por el sur prácticamente al anochecer y se posó en las tierras que se extienden al este de la laguna.


Hasta el momento de irnos llegaron al dormidero algo más de 700 grullas.
Una agradable tarde de grullas y reencuentros.

En El Oso, a dieciocho de diciembre de 2016.

jueves, 15 de diciembre de 2016

CULTURA PINARIEGA

JOSÉ MARÍA LARA SANZ 

Texto y Fotos Luis J. Martín

En otros artículos ya he escrito sobre la riqueza forestal del corredor del Adaja, los valores naturales, ecológicos e hidrogeológicos de tan importante espacio. Pero hoy quiero contar su valor cultural.
Hace poco ha caído en mis manos una joya, el libro “Los trabajos y los días de Silvestre Molona y Eufemia Palacín” del zarceño José María Lara Sanz. En él relata pormenorizadamente la vida y las costumbres en el vecino municipio vallisoletano de La Zarza a lo largo del pasado siglo.

Hoy quiero basarme en una pequeña parte de este libro para relatar la riqueza cultural del pinar, todo lo que este bosque ha representado para el hombre, todo lo que nos ha dado a lo largo del tiempo, en unos años no tan lejanos.
En cuanto a las tareas culturales del pinar en aquellos años, ante la ausencia de viveros, empezaba con la siembra de piñones. En poco tiempo se formaba una apretada pimpollada. 
A los diez años se hacía una primera entresaca, aunque aún se dejaban más pinos de los estrictamente necesarios para el normal desarrollo del árbol por si acaso había bajas en esta frágil edad de pimpollo.
Cinco años más tarde, es decir, a los 15 años de la siembra se realizaba una segunda entresaca y una primera olivación consistente en podar las ramas más bajas de los pinos para ir dándolos la forma deseada para su explotación. Estos pinos de quince años reciben el nombre de quinzales y eran utilizados como viguetas para el armazón de los tejados. Estos trabajos eran siempre realizados en invierno para evitar el sangrado del pino y, por tanto su debilitamiento.
Cada cinco años se repetían las olivaciones hasta dar a la copa del pino su forma definitiva: de cono truncado en los negrales o resineros  y redondeada en los albares o piñoneros.  En los pinos resineros se solía empezar el sangrado a los 50 años, cuando alcanzan los 20 cm de diámetro, en cambio los piñoneros son productivos desde la fase de pimpollo, con unos ocho o diez años.
José María Lara nos habla de la organización humana en el pinar: Empezaba por los propietarios que podían ser ayuntamientos o particulares. Luego estaban los trabajadores del pinar, llamados pinariegos y que estaban especializados, podían ser resineros o piñeros. Y también los encargados de velar por el pinar: los guardas forestales y los ingenieros de montes que en el pasado siglo vivían en el propio pinar. A todos estos trabajadores habría que añadir los obreros eventuales.
El resinero contrataba sus trabajos con el administrador de la industria resinera, que le pagaba por los quilos de miera (resina) entregados al final de la campaña. Solía ser trabajador autónomo, cuyas habilidades pasaban de padres a hijos, y explotaba una mata de entre 3500 y 4500 pinos.
Al pino se le explotaba durante 20 años. Se le iban abriendo caras, hasta cuatro, para provocar el sangrado que era recogido en los potes. Y en cada cara se hacían hasta cinco catas empezando siempre por la parte más baja del tronco. Para estos trabajos de resinado se utilizaban diferentes herramientas y utensilios tanto para provocar el sangrado como para recoger la miera. Hacha, azuela, media luna, escoda, grapas para conducir la resina al pote, puntas para sujetarlo, burra para los cortes más altos y árganas, cántaras o toneles para recoger la miera.

La sociedad albar era algo más compleja, los piñeros se quedaban con la explotación de las piñas de los pinos albares mediante subasta, y el dinero necesario para ello solía ser adelantado por un intermediario, entre estos trabajadores y la industria piñonera. Por lo que a veces se pillaban los dedos y los beneficios no eran los esperados. Sus utensilios principales eran el burro, que era el tronco de un pino joven acabado en horca, al que se le habían dado varios cortes a modo de escalera y un varal por el que subían a los pinos y con el que tiraban las piñas más altas. La unidad de medida era la quina, cinco piñas, y una carga estaba formada por 51 quinas, es decir 255 pinas que era el peso que podía transportar un animal de tiro, generalmente, burro o mula.
Una vez sacados los piñones con los restos de las piñas y trozos de leña, el piñero convertido a carbonero hacía carbón de piña, muy demandado en las ciudades como combustible para las calefacciones o braseros.
Cada cierto tiempo se producían talas en el pinar, aproximadamente cada 70 u 80 años. La corta solía ser contratada por un maderista. Para talar el pino se utilizaba el hacha de doble cara y era derribado por los golpes alternativos de dos leñadores situados en caras opuestas del pino. Una vez derribado el pino se le despojaba de la copa, se le desroñaba, y se le cortaba en trozas con el tronzador, una rudimentaria sierra con dos mangos utilizada por dos hombres.
De la copa se sacaba la leña, ya fueran cándalos o ramera, para glorias, hornos o fabricación de carbón vegetal. Del pino se aprovechaba todo, resina, piñón, cáscara, piñotes, tamuja, seroja, roña, quinzal, trozas, cándalo, ramera... ya fuera para combustible, para obtener compuestos químicos o como material de construcción.

En otras ocasiones he escrito sobre el valor natural, ecológico o hidrogeológico del corredor del Adaja y sobre lo frágil que es este espacio vivo que carece de protección. Con este artículo basado en el trabajo documental de José María Lara, pretendo reflejar la cualidad humana de este espacio forestal, su valor histórico, patrimonial, cultural. Ya he dicho de forma reiterada que es una lástima que en una comarca tan deforestada como la nuestra se tenga tan poco apego al árbol en general y al pinar en particular. A veces me duele escuchar comentarios tales como que el pinar no es un bosque, que cuatro pinos viejos no tienen ningún valor, que lo mejor que se puede hacer con los pinares es talarlos y reconvertirlos en urbanizaciones, campos de golf, graveras, complejos turísticos... Lo cierto es que a lo largo de mi vida he oído muchas tonterías. Me resulta contradictorio e incomprensible que todo pretendido progreso venga a afirmar que para construir futuro haya que destruir nuestro patrimonio, nuestra historia, nuestra cultura.
Pronto olvidamos.

Hasta hace muy poco, los municipios que poseían pinar eran, en cierta forma, privilegiados sobre otros que no lo poseían, pues con el pinar cubrían todos sus gastos. En nuestra comarca, Arévalo, Tiñosillos, Nava de Arévalo, San Vicente de Arévalo, El Bohodón o Villanueva de Gómez, entre otros, cubrían todo su presupuesto con los beneficios que obtenían de la explotación cultural y racional del pinar, concretamente Arévalo hasta la década de los 80. Además proporcionaban empleo y protegían sus bosques como un tesoro.
Pero el hombre es de memoria frágil y convierte en enemigo o estorbo a quien antes le dio la vida o, al menos, le ayudó a sobrevivir en tiempos muy difíciles.
Pronto olvidamos.
Mientras tanto el corredor del Adaja sigue amenazado y desprotegido.

En Arévalo, a cinco de diciembre de 2015.

Luis José Martín García-Sancho.

Artículo publicado en La Llanura de Arévalo, nº 79 de diciembre de 2015

lunes, 12 de diciembre de 2016

QUE NADIE HABLE



Que nadie hable.
Que nadie critique.
Que nadie proteste.
Que nadie desapruebe.
Que nadie vocee,
si no es para aumentarnos el ego.
Que nadie silbe.
Que nadie niegue.
Que nadie se oponga.
Que nadie discrepe.
Que nadie ataque,
a no ser que sea al contrario.
Que nadie contradiga.
Que nadie disienta.
Que nadie patee.
Que nadie reniegue.
Que nadie rechace
si no es a la palabra crítica.
Entonces habló nadie:
“Yo os critico y discrepo,
niego y me opongo,
rechazo y disiento”.
Nadie lo gritó tan alto,
lo voceó tan claro
que nadie le escuchó.

En Arévalo, a diez de diciembre de 2016.
Luis José Martín García-Sancho.

LJM


sábado, 10 de diciembre de 2016

CADA VEZ QUE RESPIRAS

Ribera del Arevalillo en Arévalo


Cada vez que respiras
lo siento en mi pecho.
Comenzaste a saltar
sin brincar.
Te pusiste delante de mí
y no te vi.
Paseabas a mi lado
sin avanzar.
Desnudas ramas de chopo
son tu vestido de invierno,
las yemas del fresno
son promesa,
la vida escapa...
y espera.
Subido a un olmo
veo pasar bandadas
de estorninos negros
en primavera
que silban en los tejados
y bajan a la alameda
y beben el agua
de la ribera.
Cada vez que respiro
siento tu aliento,
si tú respiras
lo siento en mi pecho.


En Arévalo, a diez de diciembre de 2016.
Luis José Martín García-Sancho

miércoles, 7 de diciembre de 2016

VOLUNTARIADO EN EL AREVALILLO


Grupo de voluntarios plantando un pino. Foto: Julio Pascual

El pasado 20/11/2016 se realizó una campaña de voluntariado en el entorno del paseo fluvial destinada a la limpieza del terreno y a la plantación de algo más de 200 árboles.
La jornada pudo celebrarse gracias a una subvención para actividades de voluntariado ambiental que la Diputación Provincial de Ávila concedió al Ayuntamiento de Arévalo cuyo importe era de 2500 euros, de los cuales la Diputación aportaba 2000 y los 500 restantes el Ayuntamiento de Arévalo , que fue quien se encargó de dotar el material necesario para la plantación de árboles y para la limpieza de cuestas.
Los árboles comprados para la ocasión con el dinero de la subvención eran en su mayoría pino piñonero (Pinus pinea) y encina (Quercus ilex), aunque también había unos diez pinos silvestres (Pinus sylvestris) y diez acebos (Ilex aquifolium), estas dos últimas especies consideradas foráneas en la zona que nos ocupa.
Francisco Durán Vian (Fran) se encargó de los preparativos para que el Ayuntamiento solicitara la subvención. También de hacer el llamamiento para que los voluntarios acudiesen y de la planificación y organización.
La actividad consistió en la forestación y limpieza de la ladera este del río Arevalillo en el tramo comprendido entre los puentes de los Barros y de los Lobos, uno de los tramos de ladera más deteriorados tanto por la falta de vegetación arbórea como por los desechos de todo tipo arrojados por incívicos desaprensivos.
Aunque según todos los pronósticos meteorológicos la mañana amenazaba lluvia, a las 10:00 acudieron a la cita 75 voluntarios con ilusión y ganas de trabajar en favor del medio ambiente arevalense. Y lo cierto es que el agua respetó bastante la jornada, pues solo cayeron unas pocas gotas que, hasta cierto punto, se agradecieron porque refrescaban los calores derivados del trabajo y del esfuerzo.
Fran se encargó de dirigir la plantación con la ayuda de personal del Ayuntamiento y la presencia de Agustín Carpizo, concejal de medio ambiente. Todos los asistentes se dividieron en dos grupos: El primero, con menos aptitudes para la movilidad en ladera, se encargaría de la plantación y limpieza en terrenos con pendiente suave propios del fondo del valle. Y el segundo realizaría las mismas faenas pero en las zonas con una pendiente más acusada, que ocupan la mayor parte del terreno a forestar.
Mientras el primer grupo empezaba a plantar con los aperos necesarios facilitados por el Ayuntamiento (guantes, azadones, azadas, azadillas, palas...) el segundo comenzaba la limpieza de las cuestas en la zona de mayor pendiente con guantes y bolsas de basura.
Grupo de voluntarios plantando en la parte baja de la ladera. Foto: Julio Pascual
Grupo de voluntarios en tareas de limpieza por la empinada ladera. Foto: Julio Pascual

La primera parte estaba programada que durara hasta las 11:45 pero se alargó casi media hora. Así que el cambio de turno se produjo a las 12:15. Los que habían estado limpiando en ladera pasaban a plantar en la misma zona y los que habían estado plantando en el fondo del valle pasaban ahora a limpiar. En este segundo turno de plantación, según las primeras instrucciones de Fran, se deberían haber plantado árboles por las zonas de ladera con pendiente acusada.
En torno a las 13:00 se hizo una parada para almorzar y, finalmente se terminaron de plantar los pocos árboles que quedaban. dando por concluidas las tareas de voluntariado hacia las 14:00 horas.

Ahora voy a pasar a analizar primero los aspectos positivos de la jornada y después los que, bajo mi punto de vista, se pueden considerar negativos.

1. Luces de la jornada de voluntariado:
- El éxito de asistencia de público a la campaña de plantación y limpieza, a pesar de los malos augurios del tiempo, es el primer dato positivo a tener en cuenta para animar a los organizadores a que se realicen campañas similares en el futuro.
- La ilusión y las ganas de trabajar por el medio ambiente de todos y cada uno de los participantes y el buen ambiente de trabajo, hicieron que las faenas de limpieza y plantación se convirtieran más en una fiesta que en un trabajo a pesar de la dureza de la labor efectuada.
Grupo de voluntarios en tareas de limpieza por la empinada ladera. Foto: Julio Pascual:

- La percepción de sentir como propio, por parte de los voluntarios,  algo que por ser municipal pertenece a todos los arevalenses, es uno de los principales logros a tener en cuenta en este tipo de trabajo con voluntarios. Al final de la jornada cada voluntario pudo sentir que el terreno plantado o limpiado, realmente, le pertenece o que pertenece a la colectividad.
- La intención de conservar, mejorar y embellecer a través del trabajo voluntario un espacio que, gracias al proyecto del paseo fluvial efectuado por Fran, cada vez es más frecuentado por una buena parte de los arevalenses y que ahora sienten como algo propio y digno de admiración y respeto.
Grupo de voluntarios plantando un pino. Foto: Julio Pascual

- Plantar árboles a través de voluntariado hace que sean respetados, vigilados y considerados como algo propio o al menos que no es ajeno a los arevalenses.
- En muchos casos el trabajo del voluntario no acaba tras la plantación o limpieza, ahora una buena parte de los voluntarios con sus comentarios a amigos y conocidos harán que cada vez más y más personas se interesen por el medio ambiente, lo cuiden y lo hagan respetar.
 - Todo lo anterior nos lleva a mantener limpio el espacio a cuidar su entorno y a sentirnos identificados con su fauna y flora.
También es tarea del Ayuntamiento ayudar a que esta actitud perdure en el tiempo.

2. Sombras de la jornada de voluntariado:
A continuación paso a explicar las debilidades de esta jornada de voluntariado que, por supuesto, nada tiene que ver con el trabajo realizado por los voluntarios sino, más bien por las deficiencias en la planificación y coordinación de estas y otras tareas tanto anteriores como posteriores a la jornada en sí. Y lo hago, no con la intención de faltar el respeto al Ayuntamiento, ni a Fran, ni mucho menos a los voluntarios, sino con la voluntad de que este tipo de actos mejoren en un futuro, aprendiendo de los errores que se puedan haber cometido.
Estas son, bajo mi punto de vista, las debilidades de la jornada de voluntariado ambiental:
- En la primera parte de la plantación se plantaron unos 130 ó 140 árboles, lo que quiere decir que la gran mayoría de los árboles se plantaron en la zona donde era menos necesario plantar, en el fondo de valle y proximidades, donde el terreno tiene menos pendiente que es, precisamente donde Fran había llevado a cabo el grueso de su actuación del paseo fluvial.
Árboles plantados próximos a la senda del paseo Fluvial. Foto Luis J. Martín.

- En cambio en la zona de mayor pendiente de las laderas, que ocupa la mayor parte de la superficie a forestar tan solo se plantaron unos 40 árboles ya que entre 15 y 20 se colocaron en la zona donde comienza el paseo por el puente de los lobos, una zona que ya había sido forestada anteriormente durante la realización del proyecto de paseo fluvial.
Zona de máxima pendiente con muy pocos árboles plantados. Foto Luis J. Martín.

- Entonces la zona más despoblada, la que mayor pendiente, corrimientos y erosión tiene fue plantada de forma claramente insuficiente. Siempre bajo mi punto de vista, las proporciones deberían haber sido inversas a como se llevaron a efecto, es decir, más de la mitad en ladera y menos de la mitad en fondo de valle.
- Bastantes árboles carecían de tutor (palo o caña que mantiene recto al árbol) o estaba roto, por lo que algunos ejemplares recién plantados acabaron tumbados en el suelo por efecto de la lluvia y el viento.
Pino piñonero tumbado por tener el tutor roto. Foto Luis J. Martín.

- En alguno de los árboles el hoyo de plantación era claramente insuficiente, por lo que quedaba una parte del cepellón por fuera lo que perjudica su supervivencia. Faltó, tal vez, una lección previa de cómo plantar un árbol correctamente.
Árbol con el cepellón insuficientemente enterrado. Foto Luis J. Martín.

- Alguno de los alcorques que se hicieron en torno a los árboles para que retengan el agua de la lluvia fueron destruidos al ser regados con mangueras desde el camión de los bomberos.
Árbol con el alcorque destruido. Foto Luis J. Martín.

- Ante la negativa de algunos voluntarios de plantar pinos silvestres y acebos, especies foráneas y poco indicadas para la zona elegida a forestar, ya que lo que se intentaba con la plantación era, en la medida de lo posible, naturalizar las cuestas, finalmente fueron plantados todos, en total 20, en lo alto de la ladera, en el paseo del Poniente. Por lo que si esos 20 ejemplares hubieran sido, por ejemplo pinos negrales (Pinus pinaster) se podrían haber añadido a los plantados en las laderas.
Acebo plantado en el paseo del poniente. Foto Luis J. Martín.

- Después de la jornada de voluntariado ambiental el concejal de Medio Ambiente, en lugar de ordenar poner los tutores que faltaban a los árboles tumbados, ordenó desbrozar una parte de la ladera donde hay gramíneas de unos 30 ó 40 centímetros de altura que sujetan el suelo de forma natural y que protegen del viento a los árboles plantados. 
Zona incomprensiblemente desbrozada. Foto Luis J. Martín.

- Por culpa de estos desbroces llevados a cavo en los últimos meses se han perdido varios de los pinos y encinas de bajo porte plantados en el paseo fluvial así como algunos arbustos y, también, ha sido dañado peligrosamente el tronco de algunos árboles plantados de mayor porte.
Encina destrozada tras un desbroce en el paseo fluvial. Foto Luis J. Martín.

A pesar de estos aspectos negativos, animo tanto a Fran como al Ayuntamiento a que sigan organizando jornadas de voluntariado ambiental para que se mantengan limpios espacios valiosos, se aprenda y ayude a forestar terrenos desnudos y erosionables y que continúen poniendo en valor las riberas y laderas de nuestros ríos en toda su extensión.
Entre todos conseguiremos una naturaleza cercana y esplendida al alcance de aquel que quiera disfrutarla, un aliciente más tanto para el turismo medioambiental, cada vez más en auge, como para aquellos vecinos que pretendan, simplemente, pasar un buen rato y pasear por algunos de los rincones más bellos de Arévalo, donde el hombre, la fauna y la flora vayan de la mano en armonía.
Ahora ya solo queda que, de una vez por todas, el Ayuntamiento solicite a la Confederación Hidrográfica del Duero el agua que el Arevalillo necesita para que el espacio esté al completo.
Recuerda que plantar árboles te acerca a la eternidad.

En Arévalo, a ocho de diciembre de 2016
Luis José Martín García-Sancho

Memoria fotográfica:
Algunos aspectos de la campaña de limpieza y plantación en la cámara de Julio Pascual:










Algunos aspectos negativos en la cámara de Luis J. Martín:

Pino piñonero destrozado tras un desbroce.
El pino silvestre es una especie alóctona, inadecuada parea estos terrenos

Pino piñonero dañado gravemente por el desbroce.


Zona de la muralla medieval muy erosionada y con grave riesgo de desplome, sin que haya sido suficientemente forestada