domingo, 20 de febrero de 2022

Las exigencias del franquismo en Castilla y León.




La grandeza de la Democracia radica, principalmente, en que acepta y cobija a aquellas opciones políticas minoritarias que no creen en un estado democrático, sino en un sistema hecho a la medida de sus exigencias, donde la opción de la gran mayoría del pueblo soberano no cuenta. Esas opciones no aceptan la Democracia, pero la Democracia sí las acepta a ellas. Grandioso y paradójico al mismo tiempo.

Las elecciones del pasado 13 de febrero en Castilla y León (CyL) dieron unos resultados inesperados para Fernández Mañueco, que pretendía conseguir una mayoría más holgada que le permitiera gobernar sin recurrir a Ciudadanos. En parte lo ha logrado, porque Ciudadanos, prácticamente, desaparece del panorama político de CyL pasando de diez escaños a uno solo.

Pero lo que quizás no esperaba Mañueco era que su partido creciera tan poco y que VOX creciera tanto. Si pretendía gobernar en solitario, lo cierto es que se ha pegado un tiro en el pie, porque para caminar con éxito por el gobierno autonómico, necesita el apoyo o del PSOE o de VOX, para conseguir su investidura como presidente ya que solo tiene 31 procuradores en Cortes y necesita, al menos, 41 o la abstención en la sesión de investidura de esos partidos.

El PSOE le ha ofrecido la abstención, solo para la investidura. Pero VOX, ni siquiera ofrece, sino que exige formar parte del gobierno: primero, su candidato, Juan García-Gallardo, tiene que ser vicepresidente y, segundo, exige que se deroguen las leyes autonómicas “socialistas”. Curioso, ya que el PP lleva gobernando más de 30 años en CyL. Por lo que la legislación autonómica ha sido, básicamente, aprobada por el PP.

El gran aumento de VOX, que pasa de un procurador en Cortes a 13, y la caída de Ciudadanos, que contaba con diez y ahora solo tiene uno, y la del PSOE que contaba con 35 y ahora tiene 28, hace prácticamente ingobernable a CyL, a no ser que Mañueco se rebaje a las exigencias, que no ofertas, de VOX. O eso, o recurrir a pactos concretos o puntuales para cada proyecto de ley con las diferentes opciones políticas.

Entonces, lo que le queda a Mañueco es aceptar las exigencias de VOX, que ya ha puesto dos ejemplos: derogación de la legislación en materia de violencia de género y de memoria histórica. Lo que acercaría al gobierno de Castilla y León de forma peligrosa al franquismo, es decir, un retroceso de casi cincuenta años, dar un paso atrás de medio siglo. O eso, o gobernar en solitario aceptando la oferta de investidura del PSOE y pactar de forma puntual cada proyecto de ley y cada política que pretenda salir hacia adelante con éxito.

VOX ya sabemos que prefiere la dictadura franquista surgida de una rebelión militar que desencadenó una cruel guerra civil, al gobierno democrático actual surgido de la voluntad popular. Pues Abascal, su líder, ya ha dicho por activa y por pasiva que el actual gobierno de España es el peor de los últimos 80 años y, por tanto, peor que el de la dictadura franquista.

A mí, personalmente, me resulta muy curioso que un partido de ideología franquista haya crecido tanto en nuestra región, y más sabiendo, pues así nos lo han hecho saber, que no creen en las autonomías. Es decir, que si por ellos fuera, el estado de las autonomías desaparecería. Lo que no llego a comprender es por qué se presentan a las elecciones autonómicas de CyL si no creen en el estado de las autonomías, a no ser que su táctica sea cargárselas desde dentro. Esto es, al mismo tiempo, una paradoja y la grandeza del estado democrático, que acepta y cobija a aquellas opciones que no creen en la democracia plena, sino en una “democracia” prostituida, hecha a su medida y con sus exigencias, donde la opción de la gran mayoría de los votantes, del pueblo soberano, no cuenta.

El binomio al que se enfrenta el candidato a presidente de CyL es muy claro, o retroceder casi cincuenta años acercándose peligrosamente al más rancio franquismo donde las libertades y derechos sociales adquiridos a lo largo del último medio siglo se verían muy resentidas, o negociar políticas más progresistas o menos conservadoras, pactando con la bancada de izquierdas.


Mañueco, entonces, debe elegir entre seguir avanzando o retroceder.

Hay una tercera opción, que nadie quiere, que el presidente en funciones de Castilla y León reconozca su fracaso electoral y convoque nuevas elecciones.


En Arévalo, a veinte de febrero de 2022.

L. J. Martín.

 

 

 

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