LO QUE
NUNCA FUI
Lo tenía muy claro, quería ser médico desde
niño. Empecé medicina en el 79, junto a mi buen amigo Pablo Ramos, cuyo
recuerdo me acompaña siempre. Lo hice en la Escuela Universitaria de Medicina
de Ávila, situada a caballo entre el histórico edificio del convento de Santo
Tomás, donde recibíamos las clases teóricas, y en el cercano Hospital
Provincial, donde se impartían las clases prácticas. En el 81 lo dejé, el sueño
se había complicado. Ahora estoy convencido, aunque siempre lo he estado, de
que hubiera sido médico si no hubiera sido tan exigente conmigo mismo. Quizás
me hubiera costado un año más, siete en lugar de seis, seguramente, pero, no me
cabe duda de que lo hubiera conseguido, de hecho, mi buen amigo Pablo, cuyo
recuerdo me acompaña siempre, así me lo hizo saber desde que tomé la decisión
de abandonar mis estudios universitarios. Demostró tener más fe en mí que yo
mismo.
He pensado muchas veces qué motivo me empujó a
hacerlo. Muchos culparon, injustamente, a Ana. Nada más lejos de la realidad, ella
me animó siempre. Otros lo achacaron a una falta de motivación o de valor,
apreciación también incierta. Ahora, con la panorámica de los años
transcurridos, el único motivo que me sigue pareciendo justificado es un
suspenso que, en aquel momento, me pareció tremendamente injusto. Y tomé la decisión
de no volver a examinarme nunca más.
Me dediqué a la actividad familiar de
comerciante, en la que sigo como tercera generación. Pasaron 15 años sin romper
la determinación de no volver a examinarme. En el 84 me casé, en el 86 y en 89
nacieron David y María. Inmediatamente después sufrí una grave enfermedad que
hizo que me replanteara la vida. Aunque siempre lo ha sido, mi pasión en ese
momento era natura. Su estudio, protección y conservación. Así que quise darme
la oportunidad de vivir haciendo lo que más me gustaba, estudiar la fauna, la
flora y los espacios naturales. A pesar del poco tiempo libre que me dejaba mi
trabajo, no había domingo que no saliera al campo a estudiar a natura, ya fuera
a descubrir lagunas o parajes naturales, a censar cigüeñas, aves acuáticas,
rapaces o esteparias. Muchas veces, arrastraba conmigo a mi mujer y a mis
hijos, o quedaba con amigos con los que compartía las mismas inquietudes. Fue
una etapa frenética que duró algo más de 10 años, en los que realicé bastantes
estudios de aves silvestres, de manera muy especial, sobre la avutarda, especie
a la que dediqué varios años de mi vida, junto a mi hermano Ignacio y a varios
amigos.
En esa etapa, algunos buenos amigos,
concretamente, Javier Ruiz y Mariano Hernández, se habían presentado y habían
aprobado la oposición de Celador de Medio Ambiente, para vigilar y cuidar las
reservas regionales de caza y controlar las actividades que en ellas se
realizan. En el año 95 volvieron a convocar oposiciones. Me informé, creo
recordar que el único requisito era tener los estudios de capacitación forestal
o medioambiental, que se impartían en centros como el de Coca, o, en su
defecto, el bachillerato, que en aquel momento recibía el nombre de BUP
(Bachillerato Unificado Polivalente), que sí tenía. Así que, lo consulté con
Ana y le pareció muy bien. La única pega era estudiar y trabajar al mismo
tiempo. Sería muy duro, pero no imposible, así que, entre los dos, decidimos
darme otra oportunidad. Soñamos con cambiar de vida, asegurar nuestro futuro y
el de nuestros hijos. Recuerdo, incluso, visitar con Ana pueblos de la reserva
regional de Villafáfila donde poder vivir.
Aunque ya han pasado 25 años de aquello, aún me
acuerdo de la preparación y de las pruebas que tuve que superar. Para ello
conté con la compañía de mi buen amigo Pepe Rodríguez que también se presentaba,
y con quien aún comparto buenas y agradables jornadas, quizás menos de las que
a los dos nos gustaría. El temario era largo y complicado ya que abarcaba todo
lo relacionado con el medio ambiente y la administración pública: Legislación
nacional y autonómica en materia de fauna, flora, caza, pesca y espacios
naturales, estatuto de autonomía, Constitución Española. Especies de fauna
(vertebrada e invertebrada) y flora (leñosa y herbácea) de Castilla y León,
incendios forestales, aprovechamientos forestales, y espacios naturales
protegidos.
La primera prueba de la oposición era una
marcha de 17 kilómetros a realizar en tres horas, creo recordar. Se hizo en los
montes Torozos, cerca del monasterio de la Santa Espina en Valladolid. Superada
esta, se pasaba al examen visual, en el que había que reconocer treinta
muestras, entre fauna, flora, aparejos de caza o pesca: Plantas, animales,
huellas, excrementos, restos, rastros, pieles, plumas, fotografías o
ilustraciones. También lo superé sin problema. Prueba que se realizó en uno de
los claustros del monasterio de la Santa Espina.
Los exámenes tercero y cuarto se llevaron a
cabo en una de las aulas de la Universidad de Valladolid. Por un lado, 80
preguntas tipo test para las que daban, creo recordar, 90 minutos, y, tras un
breve descanso, el supuesto práctico, en el que había que explicar por escrito
cómo debía actuar el celador de Medio Ambiente en cada uno de los casos que se
relataban en el texto. Y, por último, la elaboración de una denuncia.
No salí descontento, respondí a casi todas las
preguntas tipo test y contesté a cada uno de los casos que se citaban en el supuesto
práctico. Pero no fue suficiente, por aquellos años las oposiciones ya estaban
masificadas, se presentaron más de novecientos opositores para 23 plazas.
El caso es que, al menos, hubo 23 candidatos
que lo hicieron mejor que yo, entre ellos mi buen amigo Carlos Tomás Rodríguez,
con quien aún comparto muy buenos ratos. Pepe y yo nos quedamos fuera. En años
sucesivos no volvieron a convocar oposiciones, tampoco me llamaron para hacer
sustituciones. Por lo que imaginé que los celadores de Medio Ambiente, eran
todos muy jóvenes como para jubilarse y gozaban de una salud de hierro, no se
ponían enfermos, no hubo bajas que cubrir.
En este mes de junio ha hecho 25 años de aquel
intento, el último que me di. Muchas veces me he preguntado que hubiera sido de
mi vida, de la de mi mujer y de la de mis hijos, si hubiera sido médico de
familia, especialidad por la que habría optado, o si hubiera obtenido plaza como
celador de Medio Ambiente en Villafáfila, Zamora, reserva que habría elegido
por mi pasión por las avutardas, por ser un espacio natural protegido que
cuenta con la mayor densidad de la especie a nivel mundial. Preguntas, en fin,
que siempre me hacen llegar a las mismas conclusiones:
- Como médico hubiera trabajado en un centro de
salud de forma vocacional.
- Como celador de Medio Ambiente hubiera sido
un buen especialista en aves esteparias.
- Lo que veis a hora de mí, es lo que pude ser
y nunca fui.
En Arévalo, a veinte de junio de 2020.
(Veinticinco años después de un sueño).
Luis José Martín García-Sancho.
miré hacia atrás y vi
lo que dejé en el camino
y se quedó tras de mí,
ideales, deseos, sueños
difíciles de describir,
habría sido distinto
si hubiera podido cumplir.
lo que dejé en el camino
y se quedó tras de mí,
ideales, deseos, sueños
difíciles de describir,
habría sido distinto
si hubiera podido cumplir.
Los ladrones de
sonrisas
no me dejaron
reír,
me dices de qué
me río
y yo me río de
ti
pues ya baja
seco el río,
el río se ríe
de mí,
las negras
ratas de antes
ya comenzaron a
huir.
He fallado en
muchas cosas
que me alejaron
del fin
al que un día
quise llegar
pero que no
conseguí.
Dónde quedan las
promesas
que hice a la
gente afín,
dónde los
anhelos fueron
que siempre me
unieron a ti,
me queda el
remordimiento
por no
poderlos vivir
por haber sido
inconstante,
un poco dejado
y ruin.
Los ladrones de
sonrisas
ya no me dejan
reír,
me dices de qué
me río
y yo me río de
ti
pues ya baja
seco el río,
el río se ríe
de mí,
las negras
ratas de antes
ya no pretenden
huir.
Al final soy lo que soy,
para que os voy a mentir
si de nada sirve engañar,
lo que veis ahora de mí
es lo que pude ser
Al final soy lo que soy,
para que os voy a mentir
si de nada sirve engañar,
lo que veis ahora de mí
es lo que pude ser
y nunca fui.
Arévalo, primavera de 2015.Luis J. Martín.
No... No sabremos que habría pasado, lo que estoy segura es que la profesión "da igual", dado que soy una de las personas más afortunadas del mundo al tenerte como padre. Como referente y apoyo incondicional de mi propio camino, de mis propios sueños, que día a día van haciéndose realidad.
ResponderEliminarEres una de las mejores personas que conozco, amante y protector de narura y, que probablemente, no conoceré nadie igual.
Pd. Como profe habrías sido también un crack.
Te quiere tu hija María (lupus_lynx, quizá mucha gente no lo entienda y es algo que yo he aprendido de ti y de mi hermano)
Gracias María, ¿te parece bien hacer llorar a tu padre?
EliminarTu conseguirás tu sueño, de hecho ya casi lo has conseguido.
Hubieras sido un estupendo médico y un magnífico celador medioambiental, no hay ninguna duda, pero así en la tienda has sido amigo, entusiasta promovedor de proyectos imposibles, un escritor y poeta cada día más maduro, un padre como el que describe María, un compañero cercano para Ana y sobretodo...hijo en unas circunstancias muy particulares.
ResponderEliminarAsí que ¿qué más quieres haber sido?
Gracias Concha, siempre gusta cumplir los sueños, que toda la vida es sueño y los sueños sueños son.
EliminarFelicidades por ser tu, tal como eres, por saber transmitirnos tus sentimientos y el conocimiento que te confirma, eso es tu forma de ser.
ResponderEliminarGracias.
Elisa
Gracias a ti Elisa.
ResponderEliminarLuis, eres la mejor persona que conozco. Eso debería ser suficiente. Pero además eres un autodidacta tenaz y apasionado. Con más conocimientos y más profesional que muuchos profesionales. Además compartes tu sabiduría con todo aquel que se acerca a ti. Arévalo tiene mucha suerte de poder contar contigo. Yo he aprendido mucho de ti. Los años que estudiamos juntos Natura, son de los mejores de mi vida. No te debes lamentar de lo que no eres, porque ya eres una persona inolvidable, de las que marcan la vida a otras personas y dejan huella. Un abrazo, hermano
ResponderEliminarVivimos años intensos. Compartimos experiencia y conocimiento. Soñamos y despertamos. Fueron buenos años, me alegra que tú estuvieras.
EliminarMi padre siempre me imaginaba médico o arquitecto y nunca le vi tan enfadado como cuando le dije que quería ser, no ingeniero forestal, sino guarda forestal. Al final fui el inspector más joven de la policía, me intoxiqué de lo sórdido y lo malvado y ahora, prejubilado por años de servicio, es cuando gracias a Dios disfruto a mi ritmo plenamente de la bondad, la verdad y la belleza de natura, redescubierta en la vida sencilla de las gentes de Etiopía. Si hubiera sido ese guarda que también soñé, creo que no lo hubiera gozado tanto, seguramente agobiado por actuaciones a contra conciencia. Al final, es mejor así.
ResponderEliminarJavier.
Gracias Javier, cierto, lo mejor es lo que tenemos, lo que hemos vivido. No me arrepiento de lo que soy pues, como digo, soy lo que nunca fui.
Eliminar