martes, 17 de julio de 2018

LUCHA DE GALÁPAGOS.





En esta foto se aprecia un galápago leproso (Mauremys leprosa), una especie de tortuga acuática de agua dulce autóctona en España, sur de Francia, Portugal y norte de África. Como todos los galápagos, se caracteriza por tener costumbres acuáticas, lo que le confiere una anatomía particular como, por ejemplo, el espaldar, o parte superior del caparazón, es más plano que el de sus parientes las tortugas terrestres y, también, posee una membrana entre los dedos de las patas anteriores y posteriores que le facilitan la natación. La foto está tomada en una charca del río Arevalillo en 2012.
El curioso nombre de leproso le viene dado desde que Schweigger lo clasificó en 1821, porque observó la aparición de pequeños nódulos o verrugas en el caparazón de algunos ejemplares viejos. También por la proliferación de algas en el espaldar, cola y patas traseras, descrita por primera vez por Gadow en 1901, que le confieren un aspecto leproso.
Al principio dije que el galápago leproso es autóctono, supongo que todos ustedes saben el significado de este término, pero por si alguien no lo sabe, decir que se aplica a aquellos individuos o elementos que han nacido o se han originado en la misma zona geográfica en la que viven. En España hay dos especies de galápagos autóctonas, el leproso y el europeo, ambas protegidas e incluidas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Lo contrario de autóctono es alóctono, es decir, que no es originario del lugar en que se encuentra, también se utiliza el término foráneo, que quiere decir de fuera, forastero, extraño.

Galápago de Florida, foto tomada en la misma charca del río Arevalillo que la anterior pero en 2018.

En esta segunda foto se aprecia un galápago de Florida (Trachemys scripta elegans) que es una especie de tortuga acuática procedente de América del Norte, foránea en resto del mundo donde ha sido introducida en la naturaleza por los humanos de forma masiva. Por lo tanto, cuando se suelta al medio natural fuera de su área de distribución se convierte en una especie exótica e invasora. Su aspecto a primera vista es muy parecido al de nuestro galápago leproso, pero presenta algunas singularidades como las rayas de colores bien visibles tanto en patas como en cuello, que van desde el amarillo limón hasta el rojo, pasando por tonos anaranjados. Es especialmente llamativa una gran franja amarilla que, desde la parte posterior e inferior del ojo, llega hasta el cuello. También es característica una mancha anaranjada o roja en la zona del tímpano. Aunque es difícil de ver, el peto, o parte inferior del caparazón, en el de Florida presenta un marcado contraste entre colores claros como el amarillento o marfil hasta el marrón oscuro casi negro, siendo mucho más homogéneo en los galápagos autóctonos.
En la década de los 90, el galápago de Florida, originario de Estados Unidos y Méjico, se comercializó en España como mascota. Debido a su pequeño tamaño de unos cuatro o cinco centímetros y a su bajo coste, se vendieron varios cientos de miles de esta simpática tortuguita, a la que era muy fácil y barato mantener. Lo que no sabían sus compradores era la longevidad de este quelonio, el tamaño que llegan a alcanzar, su voracidad e, incluso, su agresividad.
Pasados los años, el destino de la gran mayoría de los galápagos de Florida, vendidos como pequeña mascota, ha sido su puesta en libertad por parte de sus propietarios, cansados ya del “juguetito”. Por lo que han invadido literalmente ríos y zonas húmedas de todo el territorio nacional, convirtiéndose en una peligrosa especie invasora.
En libertad, el galápago de Florida desplaza a los galápagos autóctonos, los expulsa de sus territorios habituales. Es una especie mucho más agresiva, por lo que se apodera de los mejores lugares de alimentación y solana. Al ser especies de sangre fría, los galápagos pasan una buena parte del día tomando el sol, es vital para su supervivencia. Por tanto, al adueñarse el galápago de Florida de los mejores sitios, los más soleados y tranquilos, hace desaparecer, debilita, o condena a muerte a los galápagos autóctonos.

Galápago de Florida tomando el sol en una charca del río Arevalillo en Arévalo. Foto actual.

También gana el de Florida a nivel reproductor, pues es fértil antes que nuestros galápagos y, además, tiene una mayor tasa reproductora y éxito reproductor, pues se apodera de los mejores sitios de desove, que suelen ser zonas soleadas con arenas profundas donde, como todas las especies de tortugas, escavan un hoyo y depositan sus huevos.
También el tamaño importa, ya que el de Florida crece más rápido y alcanza mayor tamaño que nuestros galápagos, lo que, unido a su agresividad, lo convierten en el dueño de la charca.
Además, es posible que sean la causa de introducción de bacterias patógenas, como Aeromonas hydrophilaCitrobacter freundii, Pseudomonas sp. y otros microorganismos causantes de enfermedad, debilitamiento e, incluso, muerte para otras especies de tortugas de agua dulce.

Que el galápago de Florida hace desaparecer al galápago leproso es ya un hecho en Arévalo. Las fotos anteriores están tomadas en el río Arevalillo y en la misma charca. Entre estas fotos apenas han pasado seis años, suficientes para que el galápago de Florida, de unos trece o catorce centímetros de tamaño, haya hecho desaparecer a un gran ejemplar de galápago leproso, de más de veinte centímetros, que vivía allí desde hacía muchos años.

Galápago leproso en la misma charca del río Arevalillo. La foto es de hace seis años, hoy ya no existe.

Esto podría haberse evitado, simplemente, si los propietarios del galápago invasor, en lugar de soltarlo, lo hubieran entregado en un centro receptor de fauna o hubieran pedido consejo a los Agentes Medioambientales. 
Antes de soltar un galápago de Florida, debe tener en cuenta que está prohibido por estar catalogado como una especie exótica e invasora. Y que las especies exóticas invasoras (EEI) constituyen una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo.
La Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, define una EEI como “aquella que se introduce o establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor, o por el riesgo de contaminación genética”.
Con la aprobación del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras (Real Decreto 630/2013), y la inclusión del galápago de Florida en el mismo, queda prohibida la posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos y su introducción en el medio natural.
Por lo tanto, desde el punto de vista legal, actualmente está prohibida la venta del galápago de Florida, su tenencia y, también, su puesta en libertad, existiendo centros donde los recogen de forma desinteresada. Por lo tanto, si se cansa de su mascota o no puede seguir manteniéndola, no la suelte, porque está demostrado que es una amenaza para la biodiversidad y, además, está prohibido. Puede entregar su galápago de Florida o cualquier otra especie exótica en el Centro de Recuperación y Recepción de Animales Silvestres de Valladolid que se encuentra en la Cañada Real, nº 306 -308 (Teléfono: 983410587).
De la misma manera, si detecta cualquier tortuga de esta especie en el medio natural debe ponerlo en conocimiento de las autoridades con competencia en Medio Ambiente: Agentes Medioambientales dependientes de la comunidad autónoma, o Agentes del SEPRONA pertenecientes a la Guardia Civil. (Teléfonos de contacto: Oficina de Medio Ambiente de Arévalo: 920302300 en la que atienden solo los martes de 10 a 14 horas; Servicio Territorial de Medio Ambiente de Ávila:920355201; Guardia Civil: 062).
Cuando compre un animal tenga en cuenta el tiempo que va a vivir, el trabajo que le va a dar, en cuanto a cuidados, alimentación y limpieza, y el tamaño que va a alcanzar. Jamás regale una mascota sin saber si su receptor va a hacerse responsable de ella.
Una mascota lo es para toda la vida.


En Arévalo, a quince de julio de 2018.
Luis José Martín García-Sancho.

Como era de esperar, la lucha entre galápagos por esta charca del río Arevalillo la ha ganado el galápago de Florida, la especie invasora. Lástima, podría haberse evitado.




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