Regalamos atardeceres
“Que
los atardeceres de la Tierra de Arévalo son dignos de ser admirados es algo que
casi nadie que los ha visto puede poner en duda. Llevo años contemplando el
atardecer desde diferentes puntos de Arévalo y su comarca, y cada día me
sorprende un matiz. Pese a ser el mismo espectáculo cada día, no he visto dos
exactamente iguales. Incluso al desplazarme a otros pueblos de este paisaje más
próximo como pueden ser Aldeaseca, Sinlabajos, Langa o cualquier otro,
contemplo unas imágenes únicas y espectaculares.”
Esto lo afirmaba Fabio López Sanz en el número 4 de La Llanura de Arévalo, allá por septiembre de 2009, en su artículo “Vendemos atardeceres”. Cierto que en nuestro querido Arévalo se pueden vender muchas cosas, incluidos los preciosos ocasos de los que habla mi amigo y a los que pone precio con fina ironía. El potencial de nuestra ciudad es mucho, aunque de poco sirve si nada se hace al respecto.
Hoy,
en cambio, he decidido regalarles
algunos de los últimos atardeceres de
los que he sido testigo. Ni siquiera sería apropiado hablar de regalo pues, en
realidad, yo simplemente comparto con
ustedes lo que antes natura me había regalado, lo que puso ante mis ojos en
la hora mágica del crepúsculo vespertino, y que mi cámara acertó a captar para mi
disfrute y, ahora, para el nuestro.
Entonces,
en este caso, lo apropiado no es hablar de
venta, tampoco de regalo, sino de compartir aquello con lo que natura, previamente,
nos había obsequiado a todos.
Juzguen
ustedes mismos si el artículo es de calidad:
©
Luis J. Martín.
Todas las fotos son propiedad del autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario