Estepa cerealista en Tierra de Arévalo.
Hace un año que fuimos confinados por el estado de alarma que decretó el gobierno a consecuencia de la pandemia causada por el coronavirus, un ser vivo unicelular y microscópico que fue bautizado como COVID-19, causante de una de las peores tragedias de la humanidad.
Ese mismo día, el 14 de marzo, sábado por la tarde, salí al campo con la intención de ver avutardas y de recargar pilas para empezar el confinamiento con energía renovada.
Podría haber ido a cualquier otro sitio a ver corzos, águilas imperiales, anátidas o limícolas en cualquier humedal de la comarca pero, no sé por qué elegí ir a ver avutardas a las extensas llanuras cerealistas. Tal vez, tendrá algo que ver el que ha sido y es la especie silvestre a la que más tiempo y estudios he dedicado a lo largo de mi ya dilatada vida.
No sé, algo se me removió por dentro y me dijo que quizás tardaría mucho tiempo en poder salir al campo libremente y, sin dudarlo, decidí ir a ver avutardas "por última vez".
Tuve suerte, vi avutardas, hembras con algún pollo del año pasado, tan grandes o más que ellas, y varios grupos de machos con su plumaje de gala preparado para el cortejo, para "la rueda". Aunque era temprano para las ruedas su plumaje lucía espectacular.
Pude hacer alguna foto, algún vídeo.
Me volví a casa satisfecho, con la seguridad de que el confinamiento sería algo más llevadero con tan gratos y recientes recuerdos.
He aquí una pequeña muestra de las imágenes capturadas hoy hace un año.
Machos de Avutarda (Otis tarda)
Pero también se dejaron fotografiar otras especies que aumentaron significativamente la paleta de colores donde untar el pincel que plasmaría el cuadro de mis recuerdos.
No vi a ningún ser humano por aquellas llanuras, espléndidas, rebosantes de vida y así siguieron a pesar de nosotros.
Diez días después con esas imágenes o gracias a esos recuerdos escribí:
103:
Confinamiento
En
estos días de encierro
pensamos
en la libertad perdida.
La
casa, las cuatro paredes,
son
los cuatro puntos cardinales
de
un campo comprimido,
de
una vida reducida y recluida.
Los recuerdos son vivencias
que te ayudan a vivir prisionero.
La
ventana es cordón umbilical
con
el mundo que continúa,
sin
nosotros,
a
pesar de nosotros.
En
Arévalo, a veinticuatro de marzo de 2020.
Luis
J. Martín.
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