martes, 30 de marzo de 2021

ECONOMÍA GLOBAL Y EVERGREEN

 




Mercado único y siempre verde, para los mismos de siempre.


Parece que ahora que ya se abre el canal de Suez la economía mundial, brutalmente globalizada, respira.

Ojalá se atravesaran otros diez megabuques y el canal se cerrara durante más tiempo para que nos diéramos cuenta de lo idiotas que somos, de lo insensato que es aceptar la globalización de la economía sin cuestionarla. Para que seamos conscientes de la forma absurda e innecesaria de la que dependemos de países lejanos; dependencia impuesta por el “mercado global”, que ha hecho desaparecer al mercado local, que no es otra cosa que la supervivencia basada en nuestros recursos en nuestro entorno inmediato o cercano.

¿Es que nadie se ha dado cuenta de que dependemos de países lejanos, de mercados ignotos para la inmensa mayoría de nosotros?, mercados que no nos proporcionan trabajo, al contrario, lo destruyen. Mercados que fijan los precios, aunque sea a costa de arruinar a productores o fabricantes locales.

Dicen economistas entendidos, estudiosos y sesudos que el “mercado global” es bueno para la economía y, por lo tanto, para la sociedad.

La verdad es que yo no lo veo.

Esa economía global provoca, por ejemplo, el que explotaciones agrarias ancestrales no sean competitivas aun siendo muy productivas, o que se produzca el cierre de cientos de empresas o la “deslocalización” de las mismas, que no es otra cosa que cerrar la empresa en Europa y llevársela a otro país donde los salarios, los impuestos y la seguridad social sean diez veces más pequeños.

Ahora todo tiene que ser mega y global para que sea rentable. De esta forma, la macroeconomía se carga a las microeconomías que siempre han funcionado a pesar de lo que digan sesudos economistas siervos de un capitalismo salvaje y deshumanizado.

Para estos sesudos economistas, por narices nos tiene que ir bien a la economía local que, siendo productores, bien de productos agrarios, textiles o electrónicos, vemos como esos productos comprados en el mercado global son mucho más baratos, lo que arruina a las pequeñas economías familiares y a cadenas de producción locales que siempre han funcionado, proporcionado puestos de trabajo con sus correspondientes salarios, pagando puntualmente sus impuestos y fijando población.


Pero ahora, esa globalización, impuesta por el mercado único, tiembla y se tambalea porque un solo buque se ha quedado atravesado en el canal de Suez y han empezado a subir los precios del petróleo, del gas… por si acaso… para prevenir el colapso de la economía global, que depende de un buque que viene cargado de Asia con productos para desembarcar en Europa y de todos los cargueros que está bloqueando. Este navío, como no pudiera ser de otra manera, es un megacarguero, el más grande del mundo y, curiosamente, se llama Evergreen, es decir, “siempre verde”, curioso nombre para uno de los barcos más contaminantes de la flota mundial. En fin, paradojas de la vida, estudiadas contradicciones.

¿Es esto una economía global?, ¿en serio?, o es lo de siempre, un capitalismo salvaje, ese “neoliberalismo económico” del que tanto se habla en el que siempre perdemos los mismos para que ganen los de siempre, las cuatro mega empresas que comercializan todo, incluido el bienestar de las personas.

Así que ojalá que el canal de Suez se colapse más, para que esos sesudos economistas se den cuenta de lo importante que es la economía local y empiecen a mirar con otros ojos a los productores locales, a la industria familiar, al comercio de barrio. Así, tal vez, la gente no se iría de los pueblos por falta de futuro, no se cerrarían comercios por falta de negocio, ni pequeñas fábricas por competencia desleal. Pues, en realidad, esos pequeños productores, esas microempresas, son las que mantienen el 90% de la economía nacional, con sus puestos de trabajo, cotizaciones a la seguridad social y todos y cada uno de los impuestos que pagan para que la sociedad del bienestar no se desmorone.

¿O es que acaso son ustedes tan ingenuos para pensar que el Evergreen, u otros cargueros similares, van a salvar nuestra economía y a pagar los salarios, los seguros sociales, los impuestos que generarían los puestos de trabajo locales que este comercio globalizado, pero terriblemente desleal, destruye?

Si así piensan, sigan haciendo caso a sesudos economistas y sigan ustedes la linde, aunque ya se haya terminado.

En Arévalo, a treinta de marzo de 2021.

Luis José Martín García-Sancho.


Imágenes de Internet.




4 comentarios:

  1. Gran verdad. Personalmente, aún voy más allá en mi opinión. Admiro la sencilla vida tribal, alegre, familiar, de subsistencia, verdaderamente humana (no tecnologificada, no motorizada) que conocí en el Sur de Etiopía, donde no se vive con ganas de morir, sino que se aún en la muerte se tienen ganas de Vivir.

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