martes, 10 de octubre de 2017

EN EL LÍMITE


EN EL LÍMITE

He estado en el límite del mundo,
allí donde no puedes seguir,
solo volver, o morir.
Al principio asusta, da vértigo.
Muchos huyen, no aguantan
la tensión de poder caer
a la nada más absoluta.
Pero me he acostumbrado,
me he acomodado
en un pensamiento sereno,
que flotaba suspendido,
y he observado la inmensidad
de la nada desde una atalaya
inexpugnable.
Con ojos cerrados, he contemplado
lo que sucede al otro lado
y lo que sucede en este.
Al otro lado, nada de nada,
en este todo, lo mejor y lo peor.
He sido testigo
de las mejores alegrías,
el aroma de un árbol florido,
los trinos de las aves en celo,
el murmullo del agua en el río,
la comida diaria de una casa,
el nacimiento de un niño querido,
las tiernas caricias de los amantes,
la victoria de la paz
sin librar batalla,
la libertad agitando
una bandera transparente.
También he sido testigo
de los peores horrores,
bosques arrasados,
cauces polvorientos,
niños que nacen entre bombas,
la mesa de una casa sin comida,
amantes separados por el odio,
la victoria de una guerra permanente,
la libertad envuelta
en miles de colores que la asfixian.

He ido al límite del mundo,
allí donde no puedes seguir
solo volver o morir.
Y he vuelto,
aún no he muerto,
he vuelto para contarlo,
para contar lo que vi,
pero nadie me cree,
no miento,
he vuelto para ser libre,
he vuelto para vivir.

En Arévalo, a nueve de octubre de 2017.

Luis José Martín García-Sancho

foto Internet.





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