Texto: Luis José Martín García-Sancho.
Fotos Aéreas: David Pascual Carpizo.
Fotos de campo: Luis José Martín.
INTRODUCCIÓN:
Los puentes son el más claro ejemplo de la
relación del hombre con la naturaleza. A esta relación o interacción de lo
humano con lo natural es lo que, desde no hace mucho tiempo, se denomina medio
ambiente.
La ciudad de Arévalo, seguramente, será uno de
los municipios con mayor concentración de puentes de Ávila, incluso de Castilla
y León, debido a la orografía del terreno en que se asienta, surcado por los
profundos valles de los ríos Adaja y Arevalillo, que confluyen bajo el castillo
de la localidad, y por los cauces de varios arroyos.
En la actualidad son trece los puentes con que
cuenta el término municipal de Arévalo:
Recorriendo el terreno de norte a sur:
1: Puente del Ferrocarril, sobre el río Adaja.
2: Puente de la circunvalación de la N-VI (ahora autovía A-6), sobre el río Adaja.
2: Puente de la circunvalación de la N-VI (ahora autovía A-6), sobre el río Adaja.
3: Puente de la autovía A-6, sobre el río Adaja.
4: Puente de Valladolid o de San Pedro, sobre
el río Adaja.
5: Puente nuevo de Valladolid o del Cementerio,
sobre el río Adaja.
6: Puente de Medina, sobre el río Arevalillo.
7: Puente de los Barros, sobre el río
Arevalillo.
8: Puente de los Lobos, sobre el río
Arevalillo.
9: Puente nuevo del Cubo, sobre el río
Arevalillo.
10: puente del Cubo, sobre el río Arevalillo.
11: Puente o pontón de la Loma o de la Vega,
sobre un antiguo arroyo.
12: Puente de San Julián o de la Estación,
sobre el río Adaja.
13: Puente nuevo de la Estación, sobre el río
Adaja.
Foto 2: Puente nuevo del Cementerio y viejo puente de Valladolid por debajo del castillo.
Foto 3: Sucesión de puentes: los dos puentes sobre la A-6 y el del ferrocarril
Foto 4: Puente nuevo de la estación y puente de San Julián
Foto 5: Puente de Medina.
Existe otro histórico puente o pontón, el de la
Mora sobre el arroyo de la Mora, que siempre se ha considerado de Arévalo por
todos los autores que le han estudiado pero, en realidad, se encuentra
íntegramente entre dos parcelas que pertenecen al vecino municipio segoviano de
Martín Muñoz de la Dehesa, concretamente entre las parcelas 5014 y 5040.
Foto 6: Pontón mudéjar de la Mora, en Martín Muñoz de la la Dehesa
Aparte de estos puentes que se han venido
construyendo a lo largo de la historia para adaptarse a los medios de transporte
y comunicación, existen otras construcciones que también permitían y, en
algunos casos, todavía permiten el paso de un lado a otro de una corriente,
como son las presas de antiguos molinos de agua, tales como el molino de
Valencia o Quemado, el de Don Álvaro de Luna, el del Cubo, los del Lugarejo o
las Monjas, el de Párraces o la presa romana del Arevalillo, esta última entre
los términos municipales de Arévalo y Vinaderos (anejo de Nava de Arévalo), que
es donde se encuentran la mayoría de los restos del monumento romano. Aunque,
como es obvio, en la antigüedad unió ambas riberas, en la parte de Arévalo
apenas quedan restos.
Foto 7: Molino de Valencia
Desde que el hombre es hombre ha tenido la
necesidad de desplazarse. Al principio por ser nómada y cuando se hizo
sedentario para poder comerciar con otros poblados. En estos desplazamientos se
encontraba con cursos de agua que debía vadear.
A lo largo de la historia la especie humana ha
tenido que cruzar los ríos o cursos de agua para desplazarse de unos lugares a
otros. Primero, su carácter nómada le obligaba a viajar detrás de las manadas
de animales herbívoros de los que se alimentaba. Unos simples troncos derribados
por el viento, las crecidas o la fuerza de sus rudimentarias pero eficaces
hachas, le permitían cruzar de un lado a otro sin tener que mojarse, así
construyeron los primeros puentes.
Foto 8: un tronco atravesado sirve para cruzar el caz del molino de Don Álvaro de Luna.
Cuando comenzaron a hacerse sedentarios, esta
técnica mejorada, uniendo varios troncos y elevándolos sobre otros a modo de
pilares, formaron verdaderos puentes, estructuras más duraderas que les
permitían cruzar con sus carros o caballos. Estos ya cumplían una función más
actual, que era el transporte de mercancías para comerciar entre las distintas
aldeas.
La avanzada ingeniería de la época romana les
permitió hacer puentes de piedra, canto y argamasa mucho más estables y
duraderos. A parte de la presa romana sobre el Arevalilo, hay dos puentes que
son o fueron romanos en su estructura inicial: El pontón de la Loma o de la
Vega, y el puente que nos ocupa, el de Valladolid o de San Pedro.
Foto 9: Pontón romano de la loma
Los puentes romanos se fueron manteniendo,
reparando o modificando a lo largo de la época visigoda o musulmana. Es a
partir de la edad media cuando comienzan a construirse nuevos puentes. Desde el
siglo XII hasta el XIV se construye el de los Barros, el de Medina o el de San
Julián y se reconstruye el puente romano de Valladolid, seguramente, derribado de
forma parcial por una fuerte crecida del Adaja. En ese momento se sustituye la
piedra de granito, por piedra rajuela caliza y ladrillo, elementos más propios
del lugar y, por tanto, menos costosos de transportar. Estos cuatro puentes han
sido reparados o restaurados en el siglo XVI, en el XVIII y en el XX.
En época ya más moderna, se construye el puente
del Ferrocarril y el del Cubo utilizando aún la piedra y el ladrillo como
principal material constructivo. Y en época más reciente aún, entre la década
de los 60 del pasado siglo y primeros años del actual, se construye el puente
de la circunvalación de la N-VI, el puente nuevo del Cementerio, el puente de
los Lobos, el puente de la autovía A-6, el puente nuevo del Cubo y el puente
nuevo de la Estación, utilizando ya el hormigón armado como principal elemento
constructivo.
LOCALIZACIÓN:
El puente de Valladolid, también llamado de San
Pedro, del Cementerio o, en la antigüedad, del Adaja, se encuentra en el
término municipal de Arévalo en la salida del casco urbano hacia el cementerio,
al final de la calle de San Martín al Cementerio y al principio de la carretera
local SG-413 que se encamina hacia los municipios segovianos de Donhierro y
Montejo de Arévalo donde se une a la carretera N-601 o de Valladolid (mapas 1 y
2).
Mapa 1: Localización de Arévalo
Atraviesa el río Adaja en dirección sur norte
justo por debajo y al este del castillo de Arévalo, a unos 300 metros río
arriba del paraje conocido como la Junta que es la desembocadura del río
Arevalillo en el Adaja. La fachada de aguas arriba o contra corriente se
orienta hacia el este y la de aguas abajo hacia el oeste.
EL
PUENTE DE VALLADOLID A LO LARGO DE LA HISTORIA:
Son muchos los nombres que ha tenido el
monumento que nos ocupa a lo largo de su vida. En primer lugar, se le ha
denominado tanto la puente como el puente, en femenino y en masculino. Aunque
el diccionario de la Real Academia da género masculino a la palabra puente, en
la antigüedad era común denominarlo en femenino. Así aparece en diversos
documentos como el puente o la puente de “Adaja”, “San Pedro”, “Llana”, “Valladolid”
o, más recientemente del “Cementerio”.
Otra curiosidad es que al menos dos puentes han
recibido la denominación de “Llana”, el que nos ocupa y el de Medina. Puede ser debido a sus dimensiones y, especialmente, por su calzada
plana, en lugar de alomada que se utiliza en muchos otros puentes para drenar
las aguas pluviales.
El profesor Rodríguez Almeida lo define así:
«En
Arévalo, el magnífico puente de Valladolid o de “San Pedro”, una obra de
origen, testimoniado arqueológicamente, romano, de grandísima monumentalidad,
dignificado históricamente por una inscripción de Carlos III conmemorativa de
una restauración importante, gravemente lesionado por enormes desprendimientos
de la fachada contra corriente, en total más de 60 de los 110 metros de su
longitud, debilitado gravemente por la exposición a la intemperie de su “alma”
o relleno interno de adobe, para colmo de sus desgracias, aparece atacado
gravemente en uno de sus extremos por el “choque” violento de una nueva
carretera que hubiera podido evitarlo sin mayores problemas. Fomento, en este
caso ha obrado impune, y la administración comunal y provincial ha asistido al
desastre sin mover un solo dedo, vindice nullo1. Una situación
demencial. Una, entre tantas.»
(1:
vidice nullo: sin que nadie se oponga ni reclame).
Foto 10: Placa conmemorativa del año 1781 apoyada en el suelo del puente.
«Reinando Carlos III y siendo su corregidor de esta villa don Juan
Antonio de Ueinza y Abad se reedificaron estas obras a las que
contribuyeron los pueblos de 30 leguas encontorno. Año de 1781.»
Es decir que su datación, según estos autores
sería en torno al siglo XII.
Marolo Perotas lo describe así: «El puente,
sencillo, romano y de arcos desiguales y bajitos daba paso a
la cañada de Toledo, y a pesar de su consistencia no pudo
aguantar la espantosa riada del 1778. El Adaja se salió de madre, rebasó
con creces su cauce habitual, invadió las riberas en
proporciones inusitadas y la fuerza de las aguas arrastraron dos machones
y un pretil (…) Por los destrozos del desbordamiento del Adaja, quedaron
incomunicados muchos pueblos de las provincias de Segovia y Valladolid.
Entonces, los regidores y corregidores de Arévalo y su tierra acordaron
reconstruir y reparar el puente de tal manera que desafiara
incólume el ímpetu de las aguas.
Los trabajos se llevaron a efecto sin demora ni
descanso, y en el dintel del arco ojival que había a la entrada del puente
sostenido por la muralla, se leía esta inscripción: «Reinando Carlos III y
siendo su corregidor de esta villa don Juan Antonio de Ueinza y Abad se
reedificaron estas obras a las que contribuyeron los pueblos de 30 leguas
encontorno. Año de 1781.»
Cuenta también en esta crónica Marolo Perotas
que este arco de muralla fue víctima de la inconsciente piqueta junto a tres
lienzos de muralla en el año 1889.
Guerra Sancho, cronista de Arévalo, hace una
recopilación de textos históricos que se refieren al puente como una de las
cinco puertas de la muralla de Arévalo, citada como puerta de Adaja o de San
Pedro (San Pº):
Llegando a la conclusión de que en el puente de
Valladolid “una torre con su puerta unía
el puente con las murallas”.
Estos son algunos de esos textos:
Quadrado 1865: “Continuaban al norte las murallas hasta cerrar con el castillo (…) en
el hondo el puente del Adaja, guardado por una robusta torre almenada que a él
introduce por arábiga puerta…”
Otra crónica de una reparación es la siguiente:
“En la
puente del Adaja, a la puerta de ella (…) por cuanto en la muralla de esta
Villa junto a la puerta que llaman de Adaja, como se sale a Valladolid, se ha
caído un pedazo de dicha cerca o muralla y que esta como estribo y reparo de la
torre de la dicha puente y estribo, mayo de 1590.”
Imagen 1: Plano del trazado de la Muralla según Montalvo
Flecha: Puente de Valladolid
En lo referente al trazado de la muralla de
Arévalo y si llegaba o no al puente de Valladolid hay diferentes
interpretaciones. Montalvo en 1928 hace un trazado a mano en el que la muralla
del Adaja gira bruscamente hacia el oeste por la calle de la Lechuga dejando
los barrios del matadero fuera del recinto amurallado (Imagen 1). Cervera Vera en 1992 reproduce este mismo diseño dejando fuera de la muralla el barrio de san
Esteban. (Imagen 2)
Imagen 2: Plano del trazado de la muralla según Cervera Vera
C: castillo. Flecha: Puente de Valladolid
En cambio, Guerra Sancho, reproduce un
perímetro más amplio incluyendo en el recinto amurallado los barrios antes
excluidos por otros autores (imagen 3). Se basa para ello en la recopilación de documentos
históricos que hablan de la puerta, torre o arco sobre este puente como una de
las cinco puertas de la ciudad. También por los restos, posiblemente de muralla
que aún hoy se pueden ver en la parte posterior del matadero. Y por los pocos
restos que aún quedan del lienzo norte empezando por el arranque de la muralla
en el Castillo, primero mota defensiva, otros restos de muralla que quedan a
medio camino entre el castillo y el puente y varios restos de cimentación de la
muralla que quedan entre los dos puentes. (fotos 11 al 13)
Imagen 3: Trazado de la muralla de Arévalo según Guerra Sancho.
C: castillo. Flecha: Puente de Valladolid
La alineación de estos restos es patente para
cualquier observador (Fotos 11 al 13). Por otra parte, la continuidad de los cimientos de muralla hacia
los restos que quedan en el matadero, bajo mi punto de vista, demuestra
sobradamente que el recorrido de la muralla llegaba hasta la entrada sur del
puente donde, según distintos testimonios, se levantaba una torre almenada con
un arco ojival que era puerta de muralla hasta su demolición a finales del
siglo XIX. También en este arco se colocó en 1781 la placa sobre su
restauración (foto 10), que hoy yace olvidada en el suelo.
Foto 11: trazado de la muralla con los restos visibles enmarcados en círculos
Foto 12: resto del lienzo norte de la Muralla
Foto 13: detalle del resto de muralla entre el castillo y el puente de Valladolid
Tenemos, entonces, un puente, según el profesor
Rodríguez Almeida de origen romano, que a lo largo de su historia ha sufrido
varias obras de reforma, restauración o reedificación, realizadas posiblemente
en el siglo XII que le confiere su estructura y aspecto mudéjar, tal vez en el
XIV. Posteriormente están documentadas obras en el siglo XVI y en el XVIII.
También en varias ocasiones, ha sido víctima del vandalismo o de la mayor de
las ignorancias que es el desprecio hacia el propio monumento. Como lo
demuestran el derribo de la puerta o torre del Adaja en 1889 o el total abandono
al que se ha visto abocado tras la construcción en la década de los setenta del
pasado siglo del nuevo puente del Cementerio que, además, de forma totalmente
innecesaria se “comió” los últimos metros del viejo e histórico monumento.
Foto 14: vista aérea en la que se aprecia muy bien el estado de ambos puentes (David Pascual)
La construcción de este nuevo puente sumió en
el olvido y en el abandono al puente de Valladolid, que se había estado
utilizando hasta ese momento por peatones y todo tipo de vehículos, y comenzó
su dolorosa decadencia que va arruinando de forma lenta pero constante su
estructura.
Foto 15: estado de ruina del puente de Valladolid desde el nuevo puente del cementerio.
DESCRIPCIÓN:
El puente de Valladolid tiene un aspecto
similar al de los otros dos puentes mudéjares de Arévalo: Barros y Medina, si
bien, tiene algunas características que le diferencian de sus dos hermanos, que
veremos más adelante.
Su fachada contra corriente se orienta hacia el
este, hacia la loma y, por tanto, la de río abajo se orienta hacia el oeste,
hacia el castillo. La calzada tiene dirección sur-norte partiendo desde
Arévalo.
Foto 16: parte de la fachada oeste o río abajo del puente de Valladolid.
Según Rodríguez Almeida es “el más espectacular puente por sus
dimensiones, forma y características constructivas constatables, así como por
su origen, que podemos calificar sin la menor duda como romano.”
La longitud de la calzada es de 107 metros y si
se cuentan los ensanchamientos situados a ambos extremos la longitud total es
de 138 metros. Estas plazoletas de acceso y espera son características de
muchos puentes históricos y servían para ceder la preferencia, para que dos
carros no coincidieran en el centro del puente, es el antiguo ceda el paso. El
ancho de la calzada es de cinco metros y medio, más de seis si sumamos los
pretiles. Y tiene una altura de cerca 17 metros sobre el cauce del río en su punto
más alto, incluidos los parapetos o pretiles.
Imagen 4: dibujo de Rodríguez Almeida sobre el puente de Valladolid.
Posee siete arcos ojivales con el arranque, al menos en cinco de ellos, en piedra granítica y la ojiva en ladrillo mudéjar. Son de dimensiones muy
diferentes y distribuidos de forma irregular. Por las dovelas de piedra
presentes al menos en cinco de sus siete arcos, la forma primitiva de los
mismos sería de medio punto, propios de la arquitectura romana clásica, tal como lo recrea Rodríguez Almeida (Imagen 4).
- Primer arco: Solo se aprecia desde la
fachada oeste o aguas abajo y muy mal pues está tapado por cambroneras y zarzas. Es
el más pequeño de los siete y se aprecian los ladrillos que cierran el arco
ligeramente apuntado y algo más remetido hacia el interior de la fachada que el
resto de arcos. Por la estructura del muro, aparentemente, tuvo un pequeño
alfiz que lo recuadraba. También es el que se encuentra a mayor altura del
curso de agua. Por lo que es un arco pensado para desaguar en épocas de grandes
crecidas y para evitar que la estructura del puente sufriera las consecuencias
del embate de la corriente.
-
Segundo arco: Se puede observar mejor por la fachada de aguas
abajo por la cantidad de zarzas que prácticamente lo tapan por la cara
contraria. Se aprecia la parte superior del arco que es apuntada en ladrillo
mudéjar y tubo arquivolta triple, conservada parcialmente en sus arranques ya
que en la coronación apuntada se han perdido los dos arcos superiores por un
toperón de argamasa procedente, seguramente, de alguna de sus restauraciones.
-
Tercer arco: Este se puede observar mejor desde la cara río
abajo, aunque las zarzas y un gran sauce blanco tapan una buena parte de su
estructura. La base del arco lo forman dovelas de granito, casi hasta su
coronación, donde se cierra el arco de forma apuntada mediante una triple
arquivolta de ladrillo mudéjar muy deteriorada y escondida. También en muy mal
estado quedan los restos del alfiz que le debió de enmarcar por completo,
especialmente el friso superior de ladrillos en sardinel. Como bien aprecia el
profesor Rodríguez Almeida vemos que el ladrillo que parte de los sillares de
piedra, se apoya sobre dovelas notablemente movidas, no a plomo con el resto
del dovelaje inferior. Lo que, según este autor puede corroborar su origen
romano.
Fotos 20 y 21: Tercer arco por su cara oeste.
En la parte superior se aprecia muy deteriorado el friso de ladrillos en sardinel,
-
Cuarto arco: Al ser uno de los centrales, junto con el quinto,
son los de mayores dimensiones. Aunque ahora solo pasa la corriente de forma
ocasional la configuración de este ojo es para que pasara el río de forma
permanente. Se puede observar perfectamente por ambas caras, si bien la fachada este o contra corriente se ha ido derrumbado desde la década de los 60
del pasado siglo hasta la actualidad. Por lo que en esta parte faltan hasta 38
metros de la parte superior de los muros de fachada desde la ojiva del arco
hasta los pretiles o parapetos, esta gran brecha afecta a la cara contra corriente
de los cuatro primeros arcos.
Foto 22: cara este del cuarto arco donde se aprecia el derrumbe del muro.
Presenta un arco ojival de ladrillo mudéjar con
cuádruple arquivolta muy deteriorada, especialmente en la parte superior. Esta
arquivolta de ladrillo apoya sobre dovelas de granito y, como en el arco
anterior las dovelas sobre las que arranca están algo más metidas que el resto,
no a plomo. En la base de estos sillares de granito apoyan verticalmente los
pilares de ladrillo o machones, y de estos, horizontalmente, salen dos
verdugadas de dos filas de ladrillo que dividen el muro en cajones de
diferentes alturas de piedra rajuela unida con argamasa, formando un senillo
alfiz que recuadra al arco.
Foto 23: cuarto arco por su cara oeste.
Foto 24: estado de la parte superior cuádruple arquivolta del cuarto arco por su cara oeste.
-
Quinto arco: Es de dimensiones similares al anterior y uno
por los que pasa la corriente del río en la actualidad. Se puede observar por
ambas caras. Igual que en el cuarto arco, la parte inferior la forman dovelas
de granito, estando la última de cada lado algo más metida, de estas arranca la
coronación ojival formada por una arquivolta cuádruple de ladrillo mudéjar. Aunque
las dimensiones son similares, en este arco el ladrillo arranca a mayor altura
que en el anterior. Tanto en la fachada a contra corriente como en la de aguas
abajo se aprecia como los machones de ladrillo apoyan sobre los sillares de
granito y enmarcan al arco verticalmente. De estos surgen dos verdugadas
formadas por dos filas de ladrillo que enmarcan el arco en una especie de alfiz
y formando cajones mampostería de diferente anchura.
Foto 25: quinto arco por la cara este
Foto 26: detalle de la dovela superior del quinto arco algo metida.
Según
Rodríguez Almeida, el hecho de que los pilares o machones de ladrillo se alcen
sobre pilares de cantería de buena calidad, “demuestra que la estructura actual se eleva sobre soportes no suyos, es
decir, anteriores. Lo cual, visto que el resto es una obra gótico-mudéjar de
los siglos XIII y XIV, no puede más que ser romana.”
Foto 27: quinto arco por la cara oeste. Machones de ladrillo apoyados sobre potentes sillares de granito. Las verdugadas de ladrillo que parten de estos forman un alfiz que lo recuadra.
-
Sexto arco: Es algo menor que los dos anteriores, pero de
dimensiones notables. La arquivolta de ladrillo mudéjar apoya sobre dovelas de
granito, de las cuales, como en los casos anteriores, la superior no está a
plomo con el resto del dovelaje inferior. Se aprecia bastante bien la
arquivolta ojival triple, aunque está bastante deteriorada. Enmarcando al arco
tiene un alfiz en el que se distingue muy bien el friso superior de ladrillos
colocados en sardinel y aún se aprecia otro friso por debajo de este en el que
se intuyen dos filas de ladrillos en esquinilla, aunque está bastante
deteriorado. Si este alfiz se hubiera
conservado bien tendría la misma estructura que se puede apreciar perfectamente
en el último arco.
Foto 28: sexto arco por su cara oeste, se aprecia la triple arquivolta y el friso en sardinel y por debajo de este se intuye otro de esquinillas
Por este ojo actualmente no pasa el cauce del
Adaja. Y por la cara de aguas abajo tiene tal acumulación de arena que ha
llegado a formar una isla que se levanta más de tres metros sobre el cauce del
río y que separa durante un trecho dos brazos del río.
- Séptimo arco: Es el más esbelto de los siete, no porque sea más grande sino porque es más estrecho y alargado. La principal característica es que la parte inferior del arco, tanto hacia el exterior como hacia el interior, está construida con bloques de granito perfectos y almohadillados, a la manera clásica. Según Rodríguez Almeida “de nulo uso hasta el renacimiento, y es impensable que las partes mudéjares hayan sido superpuestas después de la época renacentista. Por tanto, es evidente que estos pilares almohadillados demuestran un origen romano de la estructura pontual.” Estos bloques almohadillados se observan mucho mejor hacia la parte este o de contra corriente.
Foto 29: Sexto arco por su cara este, se aprecia algo mejor el friso en esquinilla por debajo del friso en sardinel
- Séptimo arco: Es el más esbelto de los siete, no porque sea más grande sino porque es más estrecho y alargado. La principal característica es que la parte inferior del arco, tanto hacia el exterior como hacia el interior, está construida con bloques de granito perfectos y almohadillados, a la manera clásica. Según Rodríguez Almeida “de nulo uso hasta el renacimiento, y es impensable que las partes mudéjares hayan sido superpuestas después de la época renacentista. Por tanto, es evidente que estos pilares almohadillados demuestran un origen romano de la estructura pontual.” Estos bloques almohadillados se observan mucho mejor hacia la parte este o de contra corriente.
Foto 30: detalle del séptimo arco por su cara este con bloques de granito perfectos y almohadillados, al estilo romano clásico.
Sobre los sillares graníticos se apoya el arco,
que presenta una arquivolta ojival simple
enmarcada en un elegante alfiz con
friso superior de esquinilla y
sardinel.
Foto 31: detalle del séptimo arco y glosario de términos.
Por la cara de contra corriente se ha derruido
una buena parte de la fachada desde el arranque de la ojiva hasta los pretiles,
dejando al descubierto el alma de adobe del interior del puente. Esta nueva
brecha tiene una longitud de 26 metros y una profundidad de 12 metros. Parte de
estos derrumbes se pueden ver en el lecho del río.
También adosado a la parte norte del arco por
la cara oeste o de río abajo posee un malecón de piedra, seguramente, para evitar
desplomes de la empinada ladera.
Foto 32: Séptimo arco por su cara oeste en el que se aprecian el alfiz, con sus dos frisos, los sillares de granito almohadillados y el malecón para sujetar la empinada ladera.
- Fachada:
El
sexto y el séptimo arco son los que más separados están y por tanto se aprecia
muy bien la estructura de la fachada (Foto 33). Entre los pilares o machones de ladrillo
de arcos contiguos, se extienden horizontalmente verdugones de doble fila de
ladrillo formando alargados cajones de mampostería a base de piedra caliza
rajuela unida por argamasa de cal y arena. Estos verdugones solo se elevan
hasta el punto más alto de las ojivas. De ahí para arriba hay un recrecimiento
de la fachada realizado únicamente a base de piedra rajuela. Y en la parte más
alta los parapetos o pretiles se sujetan a los muros por pilarcillos de
ladrillo equidistantes (Foto 34B). También asoman a la fachada gárgolas de desagüe realizadas
en piedra para drenar al exterior del puente el exceso de agua de lluvia caída
sobre la calzada.
Foto 34: Aspecto de la fachada Oeste
Foto 34B: Pilarcillos de ladrillo que "cosen" los pretiles a los muros. También se aprecian las gárgolas de desagüe que no cumplen su finalidad pues se encuentran taponadas por la vegetación
Estos elementos junto con los alfices y frisos
ya explicados con la descripción de los arcos, conforman una fachada de factura
indudablemente mudéjar con la singularidad de que no posee dos arcos iguales,
lo que le convierte en un caso excepcional por su originalidad constructiva.
En la cara de contra corriente aún se pueden
apreciar los arranques de los tajamares con que debió estar provisto el puente
para atajar mejor el ímpetu de las aguas.
Se podría decir que el puente tiene un origen
romano no datado en el tiempo, pero que, debido a derrumbes producidos por
crecidas del Adaja, se ha ido restaurando o reedificando, aprovechando lo poco
o mucho que se hubiera salvado. Y así tras mil setecientos años, como mínimo,
de vida ha llegado hasta nuestros días. Reedificado, seguramente, sobre los
restos de un puente romano en la época de la repoblación de Arévalo durante los
siglos XII al XIV al estilo mudéjar y con grandes reformas constatadas
históricamente en los años 1547 y 1549, y una vez más vuelto a levantar
parcialmente en el año 1781, según dice la placa conmemorativa, indignamente recostada
entre el suelo y el pretil de aguas arriba de la plazoleta sur.
Esta inscripción nos da una idea de la
importancia que se daba a los puentes en la antigüedad pues para reedificar el
puente de Valladolid tuvieron que contribuir los pueblos de 30 leguas “encontorno”.
Teniendo la legua castellana 4.190 metros, tendrían que pagar los pueblos en
125,7 kilómetros a la redonda.
ESTADO
ACTUAL DEL PUENTE
Se puede decir que el estado del puente de
Valladolid es de ruina y abandono. Los sucesivos derrumbes de los muros de
contra corriente que ha sufrido desde la década de los años sesenta del pasado
siglo, al no haber sido reparados han dejado al descubierto el interior del
puente, su alma de arena, lo que ha producido el desprendimiento de una buena
parte de la calzada que, en algunos puntos, llega ya hasta el centro de la
misma.
El primer derrumbe ocurrió en los años sesenta,
38 metros de su fachada este, pero el puente se siguió utilizando sin
restaurar, ya que era el único paso hacia el cementerio de la localidad.
Foto 36: Imagen aérea del puente de Valladolid Donde se observa el derrumbe del muro y pretil de la cara este y la brecha que llega hasta la mitad de la calzada. (David Pascual)
Con la construcción del puente nuevo en los
años setenta, se produjo una grave e innecesaria agresión al monumento que nos
ocupa, ya que esta nueva construcción se empotró deliberadamente en el extremo
norte del viejo puente, comiéndose literalmente varios metros de su estructura,
¿por qué se hizo tal necedad, por qué se cometió tal atropello?, nadie lo sabe
ya que nadie se ha dignado en dar una explicación.
Foto 37: Imagen aérea donde se aprecia perfectamente como el puente nuevo se come los últimos metros del monumental puente de Valladolid (David Pascual)
Para mayor perjuicio, esta agresión quedó sin
reparación, lo que ha producido un segundo derrumbe del muro de contra corriente
produciendo una brecha a la altura del séptimo arco que tiene una longitud de 26
metros y una profundidad de 12, que ha provocado la pérdida del espléndido
alfiz que recuadraba al arco, tal y como todavía se puede ver por su cara
contraria.
Foto 38: Choque del puente nuevo contra la estructura del monumento y brecha que se va haciendo cada vez más grande en la fachada este.
Este nuevo derrumbe también ha afectado a la
calzada, que es de alquitrán sobre piedra, provocando el desplome de una parte
de la misma dejando al descubierto el alma de arena del puente, por lo que, de
seguir sin reparar, se irá viniendo abajo sin remedio.
La calzada ha sido invadida por plantas y zarzas
que con sus raíces debilitan la estructura de la misma. Y las gárgolas de los
desagües se encuentran taponadas por restos de vegetación, por lo que toda el
agua caída se va filtrando hacia el interior o corre por las brechas existentes
agrandándolas al arrastrar la arena del alma del puente.
Foto 39: Aspecto de la calzada del puente con profundas brechas e invadida por la vegetación
(David Pascual)
Foto 40: aspecto de la calzada desde el sur
Foto 41: aspecto de la calzada desde el norte
En los muros del monumento crecen algunos
árboles y zarzas. Especialmente peligroso es un fresno que ha enraizado entre
las piedras de lo que, seguramente, fue el arranque del tajamar entre el quinto
y el sexto arco. Las raíces están haciendo cuña en las piedras lo que puede
provocar su desplazamiento y, por tanto, la inestabilidad de sus muros.
Foto 42: Fresno que ha enraizado entre las piedras del quinto arco.
Foto 43: Sauce que con sus ramas esta provocando el derrumbe del alma de arena del puente.
En otros casos algunos grandes sauces que han
crecido excesivamente cerca de la fachada producen con sus ramas un empuje que,
por la cara de contra corriente está favoreciendo a que la brecha existente se
haga más grande aún.
Debido a este lamentable estado la Fundación
Hispania Nostra ha incluido al puente de Valladolid en la Lista Roja del
Patrimonio.
A MODO
DE CONCLUSIÓN:
El puente de Valladolid sobre el río Adaja,
situado al noreste de Arévalo, tiene origen romano, como lo atestiguan los
sillares de piedra que aún se conservan en la parte baja. Especialmente
representativos los del séptimo arco por su cara este, que son perfectos y almohadillados
a la usanza de la arquitectura romana clásica.
Fue reedificado sobre estos restos en algún
momento de la repoblación de Arévalo, entre los siglos XII y XIV, lo que le
confiere su aspecto actual gótico mudéjar, hecho a base de ladrillo macizo,
piedra caliza rajuela y argamasa de cal y arena.
Foto 44: Cara oeste del séptimo arco, romano en su mitad inferior, mudéjar en la superior, mezcla de gran belleza y singularidad que lo convierte en un monumento único, magnífico.
Foto 45: El mismo arco por la cara este, el desplome de la fachada ha hecho que se pierda la mitad mudéjar: El magnífico alfiz con doble friso en esquinilla y sardinel.
Ha sido restaurado, reedificado o recrecido en
varias ocasiones en los siglos XVI y XVIII. Una lápida atestigua una de las
ultimas restauraciones durante el reinado de Carlos III, en el año 1781, debido
a una gran crecida que había derribado parte de su estructura.
Ha sido puerta de la muralla de la Villa pues
en la entrada sur del puente, donde ahora hay una plazoleta de cesión de
preferencia, existió una torre almenada con arco ojival unida al lienzo norte
de la muralla, hasta que en el año 1889 fueron derribadas tanto la torre como
el lienzo norte de la muralla.
Foto 46: En la plazoleta de entrada al puente se levantaba la torre de San Pedro que fue puerta de la ciudad (David Pascual)
En la década de los años 60 del pasado siglo se
desplomó parte de la fachada de contra corriente comprendida entre el primer
arco y el cuarto, produciéndose una gran brecha en el muro, ¿se restauró?, no. Este
derrumbe jamás se arregló, por lo que la brecha ha ido haciéndose más grande
con el tiempo, comiéndose parte de la calzada.
Foto 47: Brecha que comenzó en la década de los 60 y que ha ido agrandándose con el paso de los años. Se han desplomado 38 metros de fachada y los pretiles, además, al dejar al descubierto el alma de arena, la calzada también se ha ido derrumbando. resulta vergonzoso el hecho de que en cincuenta años no se haya movido un dedo para reparar el monumento o evitar su ruina.
En la década de los años setenta se construyó
un nuevo puente de hormigón sobre el Adaja, pero en lugar de hacerle paralelo
se hizo tangente, por lo que, de forma totalmente innecesaria, esta nueva
estructura se comió los últimos metros de la fachada este del puente y todo el muro
de la plazoleta de este lado.
Foto 48: Nuevo puente del cementerio comiéndose el extremo norte del monumental puente de Valladolid. Un atentado sobre el patrimonio que debería haberse evitado. (Foto: David Pascual)
Incomprensiblemente, esta nueva brecha
producida por la mano del hombre tampoco se arregló, por lo que con el paso del
tiempo ha ido haciéndose mayor afectando ahora a 26 metros del muro y de la
calzada, bajando hasta una profundidad de 12 metros lo que ha hecho que se derrumbe
todo el muro sobre el séptimo arco, perdiéndose por tanto el magnífico alfiz
que poseía, visible ahora solamente por su cara contraria.
Foto 49: Brecha abierta en la fachada este por la agresión que supuso empotrar el nuevo puente sobre la estructura del monumental puente de Valladolid. Al no repararse la fechoría, la brecha ha ido creciendo a lo largo de los últimos 40 años de vergonzosa pasividad institucional.
Estas dos brechas abarcan ya unos 64
metros de los 110 que tiene de longitud el puente. Además, han dejado al descubierto su alma
de tierra, lo que ha acelerando el desplome de la calzada en varios puntos.
La vegetación ha cubierto la calzada y las
gárgolas de desagüe y, también, entre las piedras de los muros, o junto a
estos, crecen árboles que pueden acelerar su destrucción.
Todo parece indicar que el puente se ha
abandonado a su suerte, hasta que desaparezca. Ninguna administración ni local,
ni provincial, ni regional, ni estatal, ha mostrado el más mínimo interés por este
monumento. Fomento en su día, tampoco mostró el más mínimo respeto por el
puente ya que, debido a su fatal actuación y al silencio cómplice del resto de administraciones,
se debe en parte el estado ruinoso del mismo.
Mientras el puente de Valladolid grita en
silencio que le restauren, las administraciones local, provincial y autonómica
se gastan grandes sumas de dinero en realizar obras inútiles o que apenas se
utilizan. El millón largo de euros invertido en la neo muralla de San Miguel
hubiera bastado para restaurar el puente y consolidarlo para que no siga
hundiéndose. El millón y medio de euros gastado para construir una plaza de
toros que se usa menos de diez veces al año hubiera bastado para restaurar sus
fachadas. Los 30.000 euros gastados para adoquinar el Parque Gómez Pamo hubieran bastado
para reconstruir la calzada y hacerla peatonal.
Ahora que Arévalo está haciendo transitables
las riberas del Adaja y del Arevalillo y que la afluencia de personas a este bello paraje es cada
día mayor, debería al menos hacer preguntarse al
Ayuntamiento y a las administraciones con competencias en vías de comunicación
y patrimonio, si no sería mucho más positivo y rentable para el turismo y el rico
patrimonio local el arremeter con la restauración integral de este monumento
mudéjar de origen romano.
De la misma manera que años atrás se han
restaurado con notable éxito los puentes de Medina y el de los Barros y ahora
son visitados y admirados por propios y extraños, me pregunto si no es ya hora
de que este magnífico puente, el más antiguo de la localidad, sea por fin
reconstruido y puesto en el lugar que debe ocupar, el que merece un monumento
que ha dado servicio a los ciudadanos de Arévalo y de los alrededores durante más de 17 siglos.
Dada la pasividad de las distintas administraciones públicas con competencia en patrimonio, tal vez a algún joven arquitecto cuando lea este reportaje le mueva la curiosidad y el sentido común y decida hacer su proyecto fin de carrera o fin de máster sobre la restauración de este monumento emblemático de la historia de Arévalo, de la historia en general. Y así, tal vez a algún político o a algún funcionario se le remueva un poco la conciencia y decida que es ya hora de hacer algo para que no desaparezca un pedazo de nuestra historia que abarca 1700 años.
La finalidad de un puente es la de unir orillas, culturas, identidades, unir pasado y futuro.
Dada la pasividad de las distintas administraciones públicas con competencia en patrimonio, tal vez a algún joven arquitecto cuando lea este reportaje le mueva la curiosidad y el sentido común y decida hacer su proyecto fin de carrera o fin de máster sobre la restauración de este monumento emblemático de la historia de Arévalo, de la historia en general. Y así, tal vez a algún político o a algún funcionario se le remueva un poco la conciencia y decida que es ya hora de hacer algo para que no desaparezca un pedazo de nuestra historia que abarca 1700 años.
La finalidad de un puente es la de unir orillas, culturas, identidades, unir pasado y futuro.
Debería servirnos de reflexión que un pueblo
con monumentos en mal estado da mala imagen, de dejadez, de desidia, de abandono, de ignorancia.
Un pueblo que olvida a sus monumentos más
representativos, olvida su historia, su cultura, su patrimonio.
Olvida su identidad como pueblo.
En Arévalo, a 19 de febrero de 2017
Textos: Luis José Martín García-Sancho
Textos: Luis José Martín García-Sancho
Fotos: David Pascual Carpizo y Luis José Martín García-Sancho (LJM)
AGRADECIMIENTOS:
A David Pascual Carpizo por las fantásticas fotos aéreas que ha aportado al trabajo.
A Juan Carlos López Pascual por la bibliografía aportada y las conversaciones y críticas siempre enriquecedoras.
- Cervera Vera, L. (1992) Arévalo (Ávila). Editorial Alpuerto, S.A.
- Díaz de la Torre (1999) Un reino de ladrillo y adobe. Asodema.
- Rodríguez Almeida, E. (2015) Puentes históricos de la provincia de Ávila. Diputación de Ávila
AGRADECIMIENTOS:
A David Pascual Carpizo por las fantásticas fotos aéreas que ha aportado al trabajo.
A Juan Carlos López Pascual por la bibliografía aportada y las conversaciones y críticas siempre enriquecedoras.
BIBLIOGRAFÍA:
- Cervera Vera, L. (1992) Arévalo (Ávila). Editorial Alpuerto, S.A.
- Díaz de la Torre (1999) Un reino de ladrillo y adobe. Asodema.
- Guerra, R; Oviedo, C; Ungría, R; Delgado, P; Del Río, P.C. (1993) Arévalo y su Tierra. Imcodávila, S.L.
- Guerra Sancho, R. (2003) Las murallas de Arévalo, Obra social Caja de Ávila.
- Montalvo, J.J. (1928) De la Historia de Arévalo y sus Sexmos. Institución Gran Duque de Alba.- Rodríguez Almeida, E. (2015) Puentes históricos de la provincia de Ávila. Diputación de Ávila
En internet:
- Hispania Nostra: Lista Roja del Patriminio. (LISTA ROJA)
- Martín García-Sancho, L.J. (2016) Mudéjar civil arevalense. (Arevaceos)
- Martín García-Sancho, L.J. (2016) Mudéjar civil arevalense. (Arevaceos)
- Perotas Muriel, M. El puente de Valladolid, del
Cementerio o de San Pedro. (La
Llanura)
VERSIÓN IMPRIMIBLE EN PDF:
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