“Divide
et vinces”.
Don Mas es una persona rica,
muy rica.
Pedro es un trabajador serio,
responsable, cumplidor, comprometido con sus compañeros. Trabaja para Don Mas.
Pablo es un buen trabajador,
compañero y amigo de Pedro.
Pedro reclama a Don Mas unas
horas extras que toda la plantilla ha hecho el mes pasado. Lo reclama para
todos sus compañeros. Sabe que les corresponden y que no tienen nada que
perder, al contrario, lo que pide es justo y beneficia a toda la plantilla.
Don Mas niega el que esas horas
extras se hayan realizado y rechaza pagarlas. Don Mas sabe que Pedro es una
persona carismática, querida y respetada por sus compañeros.
Pablo, por su parte, también
reclama las horas extra, alegando que sí las han hecho.
Don Mas le dice a Pablo que ya
ha pagado las horas extras a Pedro, porque le dijo que ese día sólo había
trabajado él.
Don Mas sabe que lo que dice es
mentira, pero enseña a Pablo una nómina falsa en la que aparece el nombre de
Pedro y el número de horas extras que reclaman. Y le dice que él ya ha
cumplido, que reclamen a Pedro por mentir. Cuando sabe que el mentiroso es él.
Don Mas sabe que Pablo tiene
una hija adolescente y añade que Pedro ha hecho un comentario poco apropiado
sobre ella.
Pablo se enfada y pregunta qué
ha dicho de su hija. Don Mas le contesta que se lo pregunte a Pedro, que él es
incapaz de repetirlo, que le da vergüenza. Pero que prefiere avisarle, no sea
que Pedro sea un pederasta.
Pablo se siente traicionado
por su amigo. Va en su busca, le pregunta qué le parece su hija. Pedro responde
que es una preciosidad de niña… y muy inteligente, iba a añadir, pero el
puñetazo de Pablo directo a la boca no le deja terminar.
Pedro y Pablo se enzarzan,
hasta que algunos compañeros logran separarlos.
Don Mas saborea su victoria
con una sonrisa. Divide y vencerás.
Sin mancharse las manos y sin
arrugarse el traje, el bulo ideado por Don Mas ha dado los frutos deseados.
El caso es que, dos días
después, Pedro se despide porque no aguanta la tensión a la que ahora le
someten sus compañeros, porque le creen traidor, mentiroso y pederasta.
Al día siguiente, Don Mas
despide a Pablo por agredir a un compañero durante el trabajo, causa de despido
procedente.
Bien le ha salido la mentira a
Don Mas. Se ha ahorrado el pagar horas extras y se ha librado de los dos únicos
trabajadores que se habían atrevido a reclamarlas.
Ahora puedes llevar esta
historia ficticia a la vida real. Cada día la clase dirigente, enfrenta a los componentes de clase trabajadora, usando los bulos de “están
destruyendo la clase media” o el de “se rompe España” o ese de “el gobierno
nos roba”, para que nos peleemos entre nosotros y nos olvidemos de asuntos
vitales que están intentando desmantelar, como la sanidad o la educación
públicas, el derecho a una vivienda digna o a un trabajo bien remunerado en el
que se pueda conciliar, sin problema, con la vida familiar y el ocio.
Ese enfrentamiento da sus
frutos, produce disputas entre nosotros, los trabajadores, y con nuestras
peleas les hacemos el trabajo sucio.
Los dirigentes, los poderosos,
los extremadamente ricos, con sus bulos, consiguen lo que quieren, que sin
pagar nada, sin coste alguno, sigan manteniendo sus privilegios y sus
multimillonarios beneficios, sin ensuciarse las manos, sin arrugarse sus
preciosos trajes.
Así, ellos podrán seguir
pagando 250.000 euros por tres noches de hotel en una paradisiaca isla con
playa exclusiva, mientras que la clase trabajadora, que se cree clase media por
poder clavar su sombrilla en una playa masificada, discuten entre ellos por
clavar su sombrilla en un metro cuadrado en segunda o tercera línea. Para después
ponerse de acuerdo entre ellos porque “este gobierno nos roba” y “están
rompiendo España”.
Y cuando, por casualidad, el
poderoso que ha lanzado esos bulos ve unas imágenes de una playa española
masificada, no puede evitar que una sonrisa ilumine su rostro, mientras piensa:
qué necio es el pobre que, en su miseria, se cree rico y se alía con él.
En Arévalo, a trece de marzo de 2025.
Luis J. Martín.