Noche oscura, noche oscura,
la veleta está dormida,
el jilguero hecho una bola,
la lechuza en la cornisa.
No hay luna entre las
estrellas
ni vida bajo las tejas,
cada puerta está cerrada
todas las camas vacías,
el silencio se apodera
de la noche triste y fría.
La calle no llega a ningún
sitio,
no hay nada donde la calle
llega
pues no hay nadie que
recuerde,
que recuerde dónde llega,
adónde llega la calle
la calle de los recuerdos
la calle de los recuerdos
en esta noche sin luna
en esta luna sin noche,
luna negra, noche oscura.
En lo alto de la torre
la veleta está dormida
porque el viento se ha
marchado
entre las ramas desnudas
del olmo seco y podrido
de la calle sin recuerdos
que no llega a ningún sitio.
Al borde de la cornisa
grita, grita la lechuza,
el silencio calla, calla,
intenta capturar al vuelo
los recuerdos que se escapan
entre las ramas del olmo,
mas no hace presa alguna
entre sus garras sin plumas
y los recuerdos se pierden
por la calle del silencio
en esta noche sin viento,
en esta noche sin luna,
noche oscura, noche oscura.
En esta noche sin luna,
la luna llegó hasta su cama,
y se coló entre las sábanas,
entre las sábanas blancas,
tan blancas como la luna,
como la luna en la noche,
como la noche sin luna.
Luna negra, noche oscura.
En Arévalo, a quince
de julio de 2018.
Luis José Martín García-Sancho.Fotografías de Internet.
DEDICADO A AQUELLAS PERSONAS QUE YA NO ENCUENTRAN LA CALLE DE LOS RECUERDOS:
No hay comentarios:
Publicar un comentario