En esta foto se aprecia un galápago leproso (Mauremys leprosa), una especie de tortuga
acuática de agua dulce autóctona en España, sur de Francia, Portugal y norte de
África. Como todos los galápagos, se caracteriza por tener costumbres acuáticas,
lo que le confiere una anatomía particular como, por ejemplo, el espaldar,
o parte superior del caparazón, es más plano que el de sus parientes las tortugas
terrestres y, también, posee una membrana entre los dedos de las patas anteriores y
posteriores que le facilitan la natación. La foto está tomada en una charca del río Arevalillo en 2012.
El curioso nombre de leproso le viene dado desde que Schweigger lo clasificó en 1821,
porque observó la aparición de pequeños nódulos o verrugas en el caparazón de
algunos ejemplares viejos. También por la proliferación de algas en el
espaldar, cola y patas traseras, descrita por primera vez por Gadow en 1901,
que le confieren un aspecto leproso.
Al principio dije que el galápago leproso es
autóctono, supongo que todos ustedes saben el significado de este término, pero
por si alguien no lo sabe, decir que se aplica a aquellos individuos o
elementos que han nacido o se han originado en la misma zona geográfica en la que
viven. En España hay dos especies de
galápagos autóctonas, el leproso y el europeo, ambas protegidas e incluidas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Lo contrario de autóctono es
alóctono, es decir, que no es originario del lugar en que se encuentra, también se
utiliza el término foráneo, que quiere decir de fuera, forastero, extraño.
Galápago de Florida, foto tomada en la misma charca del río Arevalillo que la anterior pero en 2018.
En esta segunda foto se aprecia un galápago de
Florida (Trachemys scripta elegans)
que es una especie de tortuga acuática procedente de América del Norte, foránea en resto del mundo donde ha sido introducida en la naturaleza por los
humanos de forma masiva. Por lo tanto, cuando se suelta al medio natural fuera de su área de distribución se convierte en una especie exótica e invasora. Su aspecto a primera vista es
muy parecido al de nuestro galápago leproso, pero presenta algunas
singularidades como las rayas de colores bien visibles tanto en patas como en
cuello, que van desde el amarillo limón hasta el rojo, pasando por tonos
anaranjados. Es especialmente llamativa una gran franja amarilla que, desde la parte posterior
e inferior del ojo, llega hasta el cuello. También es característica una mancha
anaranjada o roja en la zona del tímpano. Aunque es difícil de ver, el peto, o
parte inferior del caparazón, en el de Florida presenta un marcado contraste
entre colores claros como el amarillento o marfil hasta el marrón oscuro casi
negro, siendo mucho más homogéneo en los galápagos autóctonos.
En la década de los 90, el galápago de Florida,
originario de Estados Unidos y Méjico, se comercializó en España como mascota. Debido
a su pequeño tamaño de unos cuatro o cinco centímetros y a su bajo coste, se vendieron
varios cientos de miles de esta simpática tortuguita, a la que era muy fácil y
barato mantener. Lo que no sabían sus compradores era la longevidad de este quelonio,
el tamaño que llegan a alcanzar, su voracidad e, incluso, su agresividad.
Pasados los años, el destino de la gran mayoría
de los galápagos de Florida, vendidos como pequeña mascota, ha sido su puesta
en libertad por parte de sus propietarios, cansados ya del “juguetito”. Por lo
que han invadido literalmente ríos y zonas húmedas de todo el territorio
nacional, convirtiéndose en una peligrosa especie invasora.
En libertad, el galápago de Florida desplaza a
los galápagos autóctonos, los expulsa de sus territorios habituales. Es una
especie mucho más agresiva, por lo que se apodera de los mejores lugares de
alimentación y solana. Al ser especies de sangre fría, los galápagos
pasan una buena parte del día tomando el sol, es vital para su supervivencia.
Por tanto, al adueñarse el galápago de Florida de los mejores sitios, los más soleados
y tranquilos, hace desaparecer, debilita, o condena a muerte a los galápagos
autóctonos.
Galápago de Florida tomando el sol en una charca del río Arevalillo en Arévalo. Foto actual.
También gana el de Florida a nivel reproductor,
pues es fértil antes que nuestros galápagos y, además, tiene una mayor tasa
reproductora y éxito reproductor, pues se apodera de los mejores sitios de
desove, que suelen ser zonas soleadas con arenas profundas donde, como todas las
especies de tortugas, escavan un hoyo y depositan sus huevos.
También el tamaño importa, ya que el de Florida
crece más rápido y alcanza mayor tamaño que nuestros
galápagos, lo que, unido a su agresividad, lo convierten en el
dueño de la charca.
Además, es posible que sean la causa de introducción
de bacterias patógenas, como Aeromonas hydrophila, Citrobacter
freundii, Pseudomonas sp. y otros microorganismos causantes de enfermedad, debilitamiento
e, incluso, muerte para otras especies de tortugas de agua dulce.
Que el galápago de Florida hace desaparecer al
galápago leproso es ya un hecho en Arévalo. Las fotos anteriores están
tomadas en el río Arevalillo y en la misma charca. Entre estas fotos
apenas han pasado seis años, suficientes para que el galápago de Florida, de
unos trece o catorce centímetros de tamaño, haya hecho desaparecer a un gran
ejemplar de galápago leproso, de más de veinte centímetros, que vivía allí desde
hacía muchos años.
Galápago leproso en la misma charca del río Arevalillo. La foto es de hace seis años, hoy ya no existe.
Esto podría haberse evitado, simplemente, si los
propietarios del galápago invasor, en lugar de soltarlo, lo hubieran entregado en un centro receptor de fauna o hubieran pedido consejo a los Agentes Medioambientales.
Antes de soltar un galápago de Florida, debe
tener en cuenta que está prohibido por estar catalogado como una especie
exótica e invasora. Y que las especies exóticas invasoras (EEI) constituyen una
de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo.
La Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del
Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, define una EEI como “aquella
que se introduce o establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y
que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya
sea por su comportamiento invasor, o por el riesgo de contaminación genética”.
Con la aprobación del Catálogo Español de
Especies Exóticas Invasoras (Real
Decreto 630/2013), y la inclusión del galápago de Florida en el
mismo, queda prohibida la posesión, transporte, tráfico y comercio de
ejemplares vivos o muertos y su
introducción en el medio natural.
Por lo tanto, desde el punto de vista legal,
actualmente está prohibida la venta del galápago de Florida, su tenencia y,
también, su puesta en libertad, existiendo centros donde los recogen de forma
desinteresada. Por lo tanto, si se cansa
de su mascota o no puede seguir manteniéndola, no la suelte, porque está demostrado que es una amenaza
para la biodiversidad y, además, está
prohibido. Puede entregar su galápago de Florida o cualquier otra especie exótica en el Centro de Recuperación y Recepción de Animales Silvestres de Valladolid que se encuentra en la Cañada Real, nº 306 -308 (Teléfono: 983410587).
De
la misma manera, si detecta cualquier tortuga de esta especie en el medio
natural debe ponerlo en conocimiento de las autoridades con competencia en
Medio Ambiente: Agentes Medioambientales dependientes de la comunidad
autónoma, o Agentes del SEPRONA pertenecientes a la Guardia Civil. (Teléfonos
de contacto: Oficina de Medio Ambiente de Arévalo: 920302300 en la que atienden
solo los martes de 10 a 14 horas; Servicio Territorial de Medio Ambiente
de Ávila:920355201; Guardia Civil: 062).
Cuando
compre un animal tenga en cuenta el tiempo que va a vivir, el trabajo que le va
a dar, en cuanto a cuidados, alimentación y limpieza, y el tamaño que va a
alcanzar. Jamás regale una mascota sin saber si su receptor va a hacerse
responsable de ella.
Una mascota lo es para toda la vida.
En Arévalo, a quince de julio de 2018.
Luis José Martín García-Sancho.
Como era de esperar, la lucha entre galápagos
por esta charca del río Arevalillo la ha ganado el galápago de Florida, la
especie invasora. Lástima, podría haberse evitado.
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