Ya no escuchas su mirada
no hueles sus pasos lentos,
no degustas sus palabras,
no tocas su silencio quedo,
ni ves a sus pensamientos.
Entre estas cuatro paredes
o en el campo abierto y fresco,
por las calles concurridas
o en este río ahora seco,
dónde están vuestras pisadas,
ya no queda ningún resto.
Puedes volverte más mudo,
puedes quedarte más ciego
y sumirte en la sordera,
pues todo te importa un bledo.
Ahora miras y no ves,
por no decir, con el dedo
sellas tus labios resecos
y tus oídos taponas
con los puños entreabiertos.
Pero no digas que calle
a quien expresa deseos,
críticas o sugerencias,
denuncias o mamoneos,
deja que hable y exponga
el soliloquio del lego
o el discurso del experto.
Pero no mandes callar
a quien escucha miradas,
a quien huele pasos lentos,
a quien palpa los silencios,
a los que saborean versos,
o pueden ver pensamientos.
Porque no puedes dictar,
sumido en tu silencio,
quien habla y quien es mudo,
quien mira y quien es ciego,
quien escucha y quien es sordo,
quien es necio y quien
es cuerdo.
En Arévalo, a 25 de marzo de 2017.
No hay mayor sordo que el que no quiere oir... ni mayor ciego el qje no quiere ver... (lupus_lynx)
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