EL TONTO DE LAS DOS CARAS
Por: Luis José Martín García-Sancho
® AV-8-11
Antes de leer esta parte se recomienda leer la primera:
TERCERA PARTE:
LA PELEA
Pasó durante las fiestas de Arévalo.
Un camión cargado con los novillos del encierro, chocó contra un tractor de una forma inexplicable. Los toros que salieron ilesos del accidente, corrieron a campo abierto, excepto uno que, de una forma inexplicable también, en lugar de seguir el mismo camino que los otros, como le aconsejaba su instinto, se metió por el centro del pueblo, pillando desprevenidos a Gabito "siete almuerzos", Tinín, el tío Cosme y a muchos otros que se encontraban tranquilamente en la plaza. Cundió el pánico y ésta quedó desierta. Gabito trepó como pudo a la cucaña que habían puesto los mozos el día del Cristo. Tinín y el tío Cosme, se metieron en el coche de este último y los demás, corriendo y tropezando, buscaron refugio en las casas más cercanas. Gabito se quedó solo en la plaza, escurriéndose por el poste, pues el susto y la barriga le impedían trepar. Braulio se asomó a la puerta al oír el alboroto. El novillo daba vueltas a la plaza como si de un ruedo se tratara. Después de repetir dos veces el mismo recorrido, arremetió contra "Siete almuerzos" que frenéticamente intentaba subir por la cucaña y lo único que conseguía era deslizarse cada vez más. El animal le daba con la testa, como queriéndole ayudar a subir.
Entre tanto, Julia se había acercado a la plaza a ver lo que sucedía. Braulio temió por ella y, como una exhalación, salió corriendo hacia el novillo, agarrándolo por el rabo. El rumiante, al verse atacado, giró la cabeza y dio un par de vueltas sobre sí, intentando mochar a su contrincante que no soltaba la cola, por lo que volvió a girar pero esta vez soltando coces. En una de las vueltas, lo agarró de un cuerno sin soltar el rabo. El pobre animal, bien por las vueltas o por el accidente, estaba agotado. Cedieron sus patas delanteras y fue a dar de bruces al suelo, de donde el tonto no le dejó levantar hasta que acudieron a ayudarle. Cuando el novillo estuvo atado a la cucaña, las risas y burlas fueron a parar, en esta ocasión, a "Siete almuerzos", quien indignado y enfurecido dio un tremendo puñetazo a Braulio, por haber sido más valiente que él y eso, en su fuero interno, no lo podía tolerar.
- El tonto ha tumbado al toro pero yo, Gabriel Sáez, he tumbado al tonto -decía rojo de ira-. Que se levante si quiere que le vuelvo a tumbar.
Braulio se levantó y el rostro de Gabito palideció. Pero no se fue hacia él, sino hacia su casa.
Julia vio que le sangraba el labio y le llamó. Braulio se quedó asombrado. Aquella maravillosa criatura le estaba limpiando la herida. No se lo podía creer, como tampoco Gabito daba crédito a sus ojos.
Aquella solterona que le había dado tantos desplantes en sus intentos amorosos, estaba limpiando el labio al tonto del pueblo, que hace unos instantes le había dejado en ridículo delante de todos.
-Vaya con la solterona, parece que se ha enamorado del tonto del pueblo -decía mientras hacía un ademán estúpido con las manos tirando del pañuelo- ¿Quieres que le limpie yo un poco, señorita bobalicona?
Julia iba a contestarle, pero no le dio tiempo. Braulio, que jamás se había peleado con nadie, se abalanzaba contra Gabito y lo zarandeaba con ambas manos. Este se defendía a puñetazo limpio. Al instante la gente hizo corro. Nadie intentó separarlos. Todos tenían curiosidad por conocer la fuerza del tonto y observaban en silencio. Excepto Gabito.
- ¡Suéltame animal que te voy a matar! -mientras golpeaba el estómago de su rival con insistencia- ¡Y después voy a dar lo suyo a esa zorra solterona, que prefiere a los tarados antes que a los hombres de verdad!
Braulio, que hasta entonces sólo había estado sujetando a Gabito, se puso tenso y duro como una roca. Su labio y nariz sangraban abundantemente. Agarró a "Siete almuerzos" por la solapa con la mano derecha y con la izquierda le propinó en plena cara dos contundentes puñetazos. Gabito ahora estaba realmente asustado, dejó de golpear y sólo forcejeaba para soltarse. Pero Braulio, sin soltar su mano derecha de la solapa de su rival, lo asió con la izquierda del cinturón y levantando los noventa y tantos kilos que pesaba Gabito por encima de su cabeza, dio unos pasos hacia el novillo y lo lanzó contra su lomo. El animal y Gabito, quedaron tendidos en el suelo. El primero se levantó al rato pero al segundo hubo que ayudarlo, ya que ni la paliza ni la vergüenza le dejaban moverse. El tonto se abrió paso entre la gente sin decir palabra. Tampoco nadie decía nada, se limitaban a apartarse atónitos, como si hubieran contemplado una visión.
Braulio se detuvo un instante delante de Julia. Ésta le miraba. Él hizo intención de decir algo "¿Te encuentras bien Julia? ¿Te ha dolido lo que te ha dicho ese bestia? No te preocupes, yo sé que tu no eres ni una zorra ni una solterona". Todo esto se le pasó por la cabeza en un instante, pero todos le miraban y murmuraban. Agachó la cabeza sin decir palabra y continuó su camino hacia casa, arrastrando los pies, como si le costara trabajo apartarse de ella.
- ¡Braulio! - Gritó Julia con los ojos brillantes.
Pero se le hizo un nudo en la garganta y no pudo decir ni una palabra más. Se dio la vuelta y salió corriendo.
- "¿Se habrá enfadado Julia conmigo? - Pensaba mientras se dirigía a su casa cabizbajo - Pero no, el brillo de sus ojos no era de ira. Era una mirada tierna ¿Quizás fuese una mirada de amor, o simplemente de agradecimiento o, peor aún, sólo de compasión?".
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Cuarta parte y última: LA PUAESTA:
http://arevaceos.blogspot.com.es/2012/05/el-tonto-de-las-dos-caras-y-4.html
PRIMERA PARTE: BRAULIO:
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