viernes, 18 de diciembre de 2020

LA SANTA INFAMIA

 


“La Santa Infamia” es una novela escrita por José Ramón Rebollada Gil, que narra los hechos históricos del proceso inquisitorial del “Santo Niño de la Guardia”, al parecer, acaecidos en La Guardia, Toledo, a finales del siglo XV. Y digo, “al parecer”, porque, aunque esa ha sido siempre la versión oficial, los hechos nunca se probaron realmente.

Todo el proceso empieza en Astorga donde un judío converso llamado Benito García de las Mesuras es sorprendido con un pan ácimo en forma de oblea que es confundido con una hostia consagrada. Aunque Benito lo niega, es detenido e “interrogado”, bajo tortura, por la “Santa Inquisición”. Al final acaba diciendo lo que los inquisidores quieren que diga, que es un converso judaizante que lleva una hostia consagrada para hacer ritos contra los cristianos y la Inquisición. Que, también, por el mismo motivo, han secuestrado, torturado y asesinado a un niño en una cueva cercana a la localidad toledana de La Guardia. Acaba implicando hasta a once personas más que, tras el proceso inquisitorial celebrado en Ávila, son quemadas en el braseo de la ciudad, seis de ellas vivas, tres ahogadas previamente y tres en efigie porque ya habían muerto.

Hasta aquí los hechos históricos, extraídos de la documentación encontrada por el estudioso Fidel Fita sobre el proceso a Juçe Franco, uno de los encausados.

Lo cierto es que nunca fueron probados los hechos por los que la justicia asesinó a esas doce personas. Nunca quedó probado que hubiera desaparecido un niño, nunca se encontró el cuerpo del niño. Por lo que ese niño nunca existió en realidad.

Para el autor de la novela, todo el proceso fue una farsa, perfectamente maquinada por Fray Tomás de Torquemada, Inquisidor General de Castilla, y ejecutada por los inquisidores de Ávila.

Pero, ¿por qué se celebró el proceso inquisitorial en Ávila, si el primer detenido fue interrogado en Astorga y todos los implicados eran de la provincia de Toledo, menos uno que era de Zamora?

Para aclarar estas cuestiones entra en juego un molinero de Ávila, Lifardo Díaz, erudito en leyes, teología y filosofía, con un pasado muy diferente a su ocupación actual que va quedando reflejado poco a poco durante la trama. Para Lifardo el proceso no tiene ningún sentido y empieza a investigar. Poco a poco se va dando cuenta de que quien está detrás de toda esta farsa es el mismísimo Torquemada por oscuros intereses que demuestran su odio visceral hacia la población judía en general y los judíos conversos en particular.

Torquemada estructuró muy bien la forma de actuar de la Inquisición, de la que era el inquisidor general. Primero, favoreciendo las delaciones a través de una cláusula que protegía la identidad de los testigos que declarasen contra los acusados: “Lifardo el molinero sabía que con esa cláusula se daba la seguridad de que las delaciones serían anónimas, un asunto muy peligroso.” Solo con estas delaciones los inquisidores podrían argumentar que “el delito estaba semiplenamente probado” y podrían torturar al acusado.

Esto supuso un filón de oro, literalmente, para la Inquisición, pues podían apoderarse de todos los bienes de aquellos que fueran declarados culpables de herejía o apostasía, y también de la administración de los mismos. Y, aunque los bienes y derechos confiscados eran entregados a la cámara y fisco de los reyes, “Torquemada pensaba que era justo que las posesiones de los ajusticiados, se destinasen al servicio de Dios, la Iglesia y la Santa Inquisición a pesar de que era bien consciente de las necesidades de la Corona para financiar los gastos de la guerra de Granada. (…) Torquemada suplicó a los reyes que les donase a la comunidad dominicana y los monarcas accedieron.

Para que ustedes se hagan una idea tras la ejecución en la hoguera de dos encausados en otro proceso, Torquemada se hizo con la renta perpetua de unas treinta toneladas y media de cereal, noventa cestas de paja al año, una casa, una huerta, un palomar y veintiuna gallinas. Y por la ejecución quemado vivo de Gonzalo de Cuéllar, regidor de Segovia, 393.000 maravedíes, equivalentes a unos seis millones de euros. Qué duda cabe que fomentar o favorecer la delación anónima era un negocio redondo para la Santa Inquisición.

Llevando el proceso del niño de la Guardia a Ávila, lo que pretendía Torquemada era romper la convivencia armónica que existía entre las minorías de moros y judíos con los cristianos. “Torquemada se ocupó de hablar muchas veces con la reina de estos asuntos pero no parecía que se quebrase su voluntad hacia los judíos, ¿qué podía hacer? El inquisidor estaba empezando a tomar conciencia de la situación excepcional que se daba en Ávila donde judíos y moros convivían sin contratiempos con los cristianos desde hacía siglos.

Catedral de Ávila. 

 Incluso el obispo Fonseca llegó a decir en un sínodo: “Hemos visto hacer en Ávila un abuso que no hemos visto en ningún otro lugar de cristianos. Judíos y moros son admitidos a andar en procesión el Día del Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo (…) y no sabemos por qué razón y con qué ceguedad se vienen tolerando esos abusos.

Torquemada, a través de este proceso, quiso forzar a las autoridades seglares para que la convivencia entre judíos, moros y cristianos se rompiese en Ávila, pues no comprendía cómo “consentían que moros y judíos pudieran seguir desempeñando sus labores y oficios como siempre, sin restricciones de ningún tipo y otorgándoles los mismos derechos que a los cristianos.

Gracias a las torturas y delaciones, la Inquisición logró un caso perfecto para romper las relaciones amigables que se daban en Ávila: Según los detenidos de la Guardia y Tembleque se hablaba del sacrificio de un niño cristiano martirizado a la manera de Jesucristo. “Torquemada pensó que si se trajese el proceso a Ávila podría evidenciar a los vecinos de aquí, cómo actuaban en realidad los judíos y conversos, lo que podría ayudar a romper ese letargo armónico que parecía haberse asentado entre unos y otros en la ciudad amurallada.

El molinero abulense Lifardo Díaz, personaje de ficción, es crucial para el desarrollo de la novela. Gracias a su pasado y a sus conocimientos en temas legales y teológicos, va a intentar poner a Torquemada en entredicho en varias ocasiones a lo largo de la novela con diferentes resultados: “Lifardo se fue a la cama pensando que Torquemada no era tan terrible en realidad. Era obvio que conocía bien las leyes y la doctrina. Un tanto abrupto en el trato y las formas, pero había escuchado sus argumentos sin que pareciera inmutarse y, lo más importante, sin que hubiera sentido rechazo sino discusión dialéctica. La sorpresa vino a la mañana siguiente. Antes de amanecer los guardias inquisitoriales despertaron a Lifardo y le condujeron a la casa de tormentos sin darle explicación alguna. Allí estaba el propio Torquemada…

Años después, en el siguiente encuentro con el Inquisidor General, Lifardo fue mucho más precavido… pero para descubrirlo, amigos lectores, deben ustedes leer la novela. Aunque de este segundo encuentro les adelanto esta perla que José Ramón Rebollada pone en boca de su protagonista: “Le preguntaré ahora por una cuestión que me intriga. ¿Instruyó usted este proceso para convencer a los reyes de que era necesario expulsar a los judíos?

El caso es que, gracias al proceso inquisitorial que se dio en llamar “El Santo Niño de la Guardia”, Torquemada logró sus objetivos y los judíos fueron expulsados de los reinos de Castilla y Aragón. Así lo relata el autor en el caso de Ávila: “Los judíos fueron concentrándose poco a poco en la Puerta de la Malaventura, la puerta por la que todos ellos debían salir sin utilizar ninguna otra según se había ordenado. Antes de que el sol llegase a mediodía todas las familias habían atravesado esa puerta entre sollozos y lamentos.

Puerta de la Malaventura, Ávila.

En un solo día, desaparecieron familias enteras de castellanos que llevaban siglos viviendo en la ciudad, y cuyo único delito fue el no pertenecer a la mayoría católica.

La trama se enriquece y se diversifica, de forma notable, con historias paralelas que se producen al mismo tiempo que los hechos acaecidos en Ávila. Como la conquista de Granada por parte de los reyes Fernando e Isabel, con algunos pormenores interesantes, tales como las negociaciones con Boabdil, último rey de Granada, la creación de la ciudad de Santa Fe, que acogió a los reyes y su séquito durante una buena parte del proceso bélico de conquista, negociación y rendición. También, la propuesta de Cristóbal Colón de llegar a las Indias por el oeste, con sus diferentes procesos, en los que el proyecto fue rechazado en varias ocasiones, hasta su final aprobación, con la participación o mediación del obispo abulense Fray Hernando de Talavera, hombre de confianza de Isabel I y contrario a las prácticas de la Inquisición de Torquemada.

De hecho, la historia ha hecho coincidir dos fechas claves en el devenir de España tal y como la conocemos actualmente, la expulsión de los judíos de Ávila y la partida de Colón hacia su viaje oceánico desde el puerto de Palos: el 3 de agosto de 1492.

La novela, además, tiene otros regalos de la historia en forma de personajes secundarios. Personas que, según los estudios del profesor Serafín de Tapia, existieron realmente en Ávila, como es el caso de los moros Alí Moharrache y Abdalá el rico, o del judío Mosé Tamaño: “Mosé Tamaño no podía dar crédito a lo que estaba escuchando aunque todavía no era consciente del todo de la gravedad de la decisión real, solo le daba vueltas en la cabeza al dato de que debía abandonar su casa y su país antes de que finalizase julio, en tres meses, después de años y años al servicio de la Corona y de la ciudad.

El libro se estructura de la siguiente forma:

- Nota del autor, donde enumera a los autores de los muchos escritos que ha consultado o en los que ha basado el argumento y trama de la novela, en especial la publicación del historiador Fidel Fita de la única acta encontrada del proceso inquisitorial conocido como del Santo Niño de la Guardia, correspondiente a uno de los acusados, el judío Juçé Franco.

- Breve cronología de los judíos en España. Fechas y acontecimientos relacionados con la historia de los judíos en España y Europa.

- Introito. Donde se relata cómo los acusados son quemados en el Brasero de Ávila.

- Prefacio. Donde introduce en la trama de la novela a un personaje actual, Alessandra Xáteba, especialista en libros y escritos antiguos, a quien un misterioso abogado entrega un manuscrito secreto para que lo estudie.

- Libro primero. Donde se relata pormenorizadamente todo el proceso inquisitorial ocurrido en Ávila, condena y ejecución de los reos. Y donde Lifardo Díaz obtiene un gran protagonismo, al intentar investigar por su cuenta algunos pormenores del proceso.

- Interludio. Donde cuenta las averiguaciones de Alessandra Xáteba sobre el misterioso manuscrito.

- Libro segundo. Donde narra la expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón, el final de la conquista de Granada, la aprobación y preparativos del viaje de Colón. Y donde son desveladas las averiguaciones de Lifardo Díaz sobre el proceso inquisitorial y su enfrentamiento personal con el mismísimo Torquemada. 

- Epílogo, donde Alessandra Xáteba entrega al misterioso personaje el manuscrito con el correspondiente informe… con sorpresa final.

- Otros hechos. Por último, el autor hace la cronología de hechos relacionados con este proceso o con otros de la Inquisición desde 1492 hasta nuestros días.

Imagen obtenida de Internet.

 La novela de José Ramón Rebollada es una obra basada en hechos históricos, pero con la impronta del mejor hacer periodístico, que es, sin duda, intentar buscar la verdad y denunciar la injusticia y la mentira. Seguramente, las conclusiones a las que llega Lifardo Díaz tras sus investigaciones, son las mismas a las que hubiera llegado hoy en día cualquier periodista serio. Las mismas a las que llega el autor. Las mismas que expone, de forma razonada a lo largo de la novela. 

Con "La Santa Infamia", el autor relata de forma veraz y amena una grave injusticia ocurrida en la historia de Ávila, que repercutió en la historia de España.

La lectura de la novela atrapa desde la primera página hasta la última con la misma intensidad, en especial, a cualquier persona sensible que esté a favor de la justicia y en contra de la injusticia.

En Arévalo, a dieciséis de diciembre de 2020.

Luis J. Martín.


"¡La palabra es el cristianismo y no la inquisición, ni el castigo, ni la tortura!".
La Santa Infamia, José Ramón Rebollada, julio de 2020.

José Ramón Rebollada, Jota para sus amigos y conocidos, es un periodista natural de Medina del Campo, pero muy vinculado y comprometido con la sociedad abulense, con su cultura, con su historia y con su patrimonio. Entre otros cargos y trabajos, ha sido jefe de informativos de la cadena SER en Ávila, y ha dirigido películas documentales directamente relacionadas con la historia, la cultura y la sociedad abulense, tales como "Poder contra verdad" sobre la destrucción de la antigua fábrica de harinas de la capital abulense, "Maqbara" sobre la destrucción de los restos del cementerio musulmán de Ávila y "La moral del vampiro" sobre las irregularidades para la prórroga en la explotación de la AP-6, gracias a la construcción de las autopistas AP-51 y AP-61, que unen la AP-6 con Ávila y Segovia respectivamente.

Ahora, en "La Santa Infamia", Jota utiliza sus dotes de periodista para investigar los hechos históricos que se narran y para demostrar cómo el poder puede llegar a manipular la verdad para dar por ciertos hechos que, en realidad, nunca pasaron, y que a pesar de ello, aún hoy en día, después de más de medio milenio, aún se cree en su veracidad, cuando lo cierto es que fue una tremenda infamia disfrazada de santidad por la iglesia, mediante el poder sin límites de la Inquisición castellana.







5 comentarios:

  1. Muy bueno el libro y, también, muy buena esta reseña.

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  2. Gracias por tu comentario Serafín. Y gracias por todo lo que aportas y has aportado a la historia abulense.

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  3. Estupenda reseña y apasionante la novela de Jota. Destapar la injusticia y la mentira eleva la condición humana.

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