miércoles, 3 de octubre de 2018

PASEOS OTOÑALES





Con el otoño recién estrenado, reproduzco el artículo "Paseos otoñales" que escribí durante el otoño del pasado año y sirve de muestra de lo mucho que puede hacerse durante esta interesante estación, donde todo acaba para empezar de nuevo.

PASEOS OTOÑALES

“Dónde está el agua
que se llevó la hoja del chopo
aquel otoño tan rojo
verde bronce y amarillo.”
(LJM)

El otoño es una estación contradictoria.
Para muchos es triste porque los días se acortan, hay menos horas de luz, supone el fin de un ciclo de la vida, los visitantes estivales ya se han ido, los árboles pierden la hoja, se van quedando desnudos.
Para otros es alegre, el colorido se intensifica, la luz se matiza, las lluvias vuelven, los visitantes invernales se agrupan en la llanura y en las lagunas, supone el inicio del nuevo ciclo de la vida, natura prepara el renacimiento.
Es cierto que el colorido en otoño se intensifica y el paisaje toma un aire especial. Principalmente en los sotos de ambos ríos se pueden contemplar matices únicos, propios de la paleta del más consagrado pintor. Para ser testigos de estos paisajes otoñales, son varias las actividades que se han realizado a lo largo del último mes:
El pasado 15 de octubre la Asociación de Cultura y Patrimonio la Alhóndiga de Arévalo organizó un paseo para contemplar el paisaje otoñal del río Adaja a su paso por Arévalo. El recorrido comenzó en la plaza del Arrabal para bajar hasta la Isla por las cuestas de Foronda, tras un breve paseo por la Pesquera y la Isla, un lugar cercano y privilegiado para disfrutar de natura siempre con respeto, se siguió el curso del Adaja aguas abajo por el sendero abierto recientemente por la Asociación organizadora. El colorido de las hojas tanto en los árboles como en el suelo, formando mullidas alfombras vegetales, estaba en su punto álgido. Se recorrió el sendero hasta los jesuitas y desde allí al del puente de Valladolid para cruzar por este histórico monumento el río y subir desde allí a la Loma.

Abandonando el camino de la Loma y andando por el mismo borde de las cuestas, se obtienen, seguramente, las mejores vistas de Arévalo, las siete torres, el castillo y todo el caserío elevándose por encima de los chopos, del río con un intenso color amarillo que contrasta con el verde oscuro de los pinos de la ladera. La paleta la completan los diferentes matices de los álamos, fresnos, sauces, majuelos, escaramujos, cornejos y frutales. También espectacular el colorido del conjunto de chopos columnares que parecen sujetar el paisaje urbano con sus copas.
Tras un breve recorrido por la loma se descendió por el camino que zigzaguea entre las tierras y que nos aproxima nuevamente a la Pesquera, donde se volvió a cruzar el río para así cerrar el círculo. Un paseo agradable, para disfrutar con los cinco sentidos.
Por otra parte, el pasado 29 de octubre, por iniciativa de la Asociación de Senderismo los Pinares de Arévalo, se organizó una quedada para recorrer las riberas del Arevalillo y del Adaja. Partiendo de la calle de los Lobos se bajó al Arevalillo por el puente del Cubo para remontar el río por su margen derecho, a través de un sendero que ha sido limpiado recientemente por esta asociación.
Al llegar a la altura de Párraces se cruzó por los pinares de la Cañada hasta el puente de San Julián por donde se descendió hasta el Adaja para recorrer su ribera río abajo por su margen derecho hasta la Pesquera. En la isla, se pasó a su ribera izquierda para seguir hasta el puente de Valladolid y hasta la Junta.
Desde allí se remontó el río Arevalillo por el paseo fluvial hasta el puente de los Lobos donde se cerró el círculo. Una vez más un paseo para disfrutar de los paisajes y parajes con que natura nos regala a todos aquellos que queramos o sepamos disfrutarlos.

Por último, el pasado diez de noviembre, tuve el placer de acompañar a alumnos y profesores del Centro Rural Asociado “Llano Alto” de Ataquines, en un paseo didáctico por las riberas del Adaja y Arevalillo, desde la Isla en el Adaja hasta el puente de los lobos en el Arevalillo, para que los alumnos de primaria de este colegio disfrutaran de una mañana en el campo y aprendieran a conocer su entorno inmediato para así saber valorarlo, respetarlo y conservarlo.
Durante el interesante recorrido, fueron acompañados en todo momento por varios padres y profesores. Yo hice las veces de guía local y les enseñé las principales especies de flora y fauna que pueden verse en este entorno natural tan escaso e importante dentro de la gran llanura cerealista castellana.
Una interesante jornada en la que niños y niñas disfrutaron de la naturaleza y, seguramente, aprendieran a valorar lo más cercano que, al fin y al cabo, es lo que hace un poco más agradable nuestra existencia.
Como podemos comprobar, en un breve espacio de tiempo, se han realizado tres actividades abiertas al público, en las que hemos podido disfrutar del espectacular color de los árboles de la ribera, del olor de la alfombra vegetal al ser pisada, del rumor de la corriente del Adaja o de las hojas al caer, del sabor de alguna mora tardía y del tacto húmedo y suave de los musgos que crecen en algunos troncos sombríos.

No me canso de decirlo, todo está ahí, a nuestro alcance, para conocerlo, para respetarlo, para valorarlo, para defenderlo, para conservarlo.
Natura no cobra ni levanta alambradas.

En Arévalo, a cinco de noviembre de 2017.
Luis José Martín García-Sancho.
Artículo publicado en el número 102 de La Llanura de noviembre de 2017.

Fotos : Luis J. Martín.





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