Puente de Valladolid sobre el río Adaja en Arévalo, Ávila
- Queremos agradecerle el que se preste
a esta entrevista para La Llanura. ¿Suele firmar sus artículos con el seudónimo
de Arutan?
- Tutéame, por favor. Hace ya bastantes años que
adquirí esa costumbre. Tal vez sea el recuerdo de un tiempo en que no se podían
decir ciertas cosas abiertamente.
- Y, ¿por qué Arutan?
- Si lo lees al revés, lo sabrás.
- ¡Ah, es verdad!, no había caído. ¿Siempre has sido ecologista?
- Se da demasiada importancia a las
etiquetas. Supongo que sí, aunque si te soy sincero, a estas alturas, me
importa poco lo que soy o lo que fui. Siempre me he comportado como una persona
curiosa, ávida de estudiar lo que me rodea. Sencillamente, aprendo de la
naturaleza. Si queréis encasillarme, ponedme la etiqueta de aprendiz.
- Pero la curiosidad por sí sola sirve de
poco. En tus escritos has sabido trasmitir lo que aprendías de la naturaleza y
criticar a una sociedad que vive de espaldas a ella.
- Bueno, digamos que lo he intentado. Aunque,
a la vista de los resultados, con pobres logros. Nuestra clase política,
nuestra sociedad en general, vive de espaldas a la naturaleza. El caso es que
cada cuatro años se les llena la boca con lo que denominan medio ambiente pero,
a la hora de la verdad, pasa el tiempo y de lo dicho, nada. En mis escritos he
procurado mostrar lo que tenemos, lo que tuvimos y, por tanto, lo que podemos
perder. Pero la triste verdad es que los temas medioambientales siempre se
ponen en el último lugar de la fila. Cuando falla el presupuesto siempre es el
primer sitio en el que meten la tijera.
- Tal vez, ¿cuestión de prioridades?
- ¿Cuál es la principal prioridad del ser
humano?: Vivir. Y, ¿Qué es lo que nos permite vivir?: La naturaleza. No te quepa
duda. Es curioso, tenemos la certeza de que el trabajo, la vivienda, la salud,
la educación son prioritarios en nuestra sociedad del bienestar, y lo son, qué
duda cabe, pero, por otro lado, las ciudades que más dinero han invertido o
invierten en medio ambiente, es decir en cuidar la naturaleza, son las que
mejor calidad de vida tienen en todos los índices socioeconómicos. Esas
ciudades tienen menos paro, mejores viviendas sociales, son más sanas y más
cultas en el más amplio sentido de la palabra. Por lo tanto, estos índices deberían
dar la vuelta a la tortilla a todos aquellos que piensan que el medio ambiente
es un asunto secundario. Por la sencilla razón de que cuidando nuestra
naturaleza vivimos mejor, tenemos mayor atractivo y biodiversidad, lo cual
siempre es positivo.
- ¿Cuáles son esas ciudades y en qué
consiste la inversión en medio ambiente?
Podría hablarte de ellas largo y tendido, de
Estocolmo, Hamburgo, Nantes, Copenhague, Bristol, Liubliana o, para quedarnos
más cerca, Vitoria-Gasteiz, todas ellas con unos índices socioeconómicos
envidiables, pero creo que sería excesivamente largo. Si te parece, puedo
decirte lo que se puede hacer en Arévalo y su Tierra para que mejore o no se
deteriore más la naturaleza. En primer lugar, dejar claro un concepto: cuidar
nuestro medio ambiente proporciona puestos de trabajo y mejora nuestra calidad
de vida, debemos verlo así. Muchas ciudades están creando un cinturón verde a
su alrededor como una inversión de futuro en turismo, esparcimiento, ocio… Pues
bien Arévalo tiene ese cinturón verde pero vive de espaldas a él. No necesita
inventarlo, no necesita crearlo, siempre lo ha tenido pero no sabe verlo.
Cinturón verde de Arévalo, Cuestas de Foronda en el río Adaja.
- ¿Te refieres a los ríos?
- Eso es, Arévalo vive de espaldas a sus
ríos. Me extraña la ceguera que han mostrado todas las corporaciones
municipales a lo largo de la historia para no verlo pues con una intervención
muy pequeña, mínima, se pueden acercar el Adaja y el Arevalillo a la ciudad
para disfrute de arevalenses y admiración de visitantes. Observar el bello
casco antiguo desde el valle de los ríos es un aliciente turístico más con el que
cuentan muy pocas ciudades, porque estás viendo al mismo tiempo arte, historia
y naturaleza, en una palabra: patrimonio en el más amplio sentido. Por ejemplo,
la visión del puente de Medina desde el lecho del río Arevalillo debería ser
visita obligada para propios y extraños, pues la espectacularidad y
grandiosidad del monumento desde este punto de vista aumenta considerablemente.
Puedes sentir el aire entre los sauces, oír el reclamo del petirrojo, mientras
admiras una construcción gigantesca hecha con materiales de la naturaleza tan
humildes como la arena, la arcilla y la cal.
- Entonces, ¿las riberas deberían ser una
calle más de Arévalo?
No, no, por favor. El hecho de que se hagan
accesibles y transitables no implica que sean urbanizadas. Gran error urbanizar
espacios atractivos o valiosos, porque dejan de serlo: Arévalo está creciendo
hacia el sur comiéndose los pinares sin haber agotado las posibilidades
constructivas del norte. En una comarca tan deforestada no se debería destruir
ni una sola hectárea arbolada. La idea es acercar la naturaleza a la ciudad, no
alejarla. Que la ciudad cree espacios naturales, en lugar de destruirlos. Todo
lo contrario a lo que se está haciendo en Arévalo y en el corredor del Adaja
donde proyectos destructores del bosque son autorizados, cuando no promovidos,
por una administración que debería cuidar de ellos y evitar su deterioro por el
bien de todos.
Viales en el pinar de Villanueva de Gómez
- ¿Te refieres a la urbanización de Villanueva
de Gómez?
- Sí, entre otros proyectos. Afortunadamente
la justicia ha parado lo que no debería haber autorizado el poder ejecutivo: la
destrucción de un bosque en una comarca casi sin bosques y con problemas de
agua. En este caso, la intervención ecologista ha sido decisiva, una labor
necesaria aunque muchos les acusen de ir contra el progreso, cuando preservar
bosques para el futuro es asegurar el clima, el aire, el agua: LA VIDA.
En Arévalo, enero de 2015.
Publicado en el nº 68 de La Llanura de Arévalo en enero de 2015.
Enlaces relacionados:
- En el bosque herido:
http://arevaceos.blogspot.com.es/2013/11/en-el-bosque-herido.html
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