Nota del Autor:
Hace cinco años, el 10 de marzo de 2010, escribí el artículo "biodiversidad" para La Llanura de Arévalo, revista editada por la asociación de cultura y patrimonio La Alhóndiga de Arévalo y fue pubicado en el número 10, correspondiente al mes de marzo.
Desde entonces debo decir que nada ha cambiado. La biodiversidad del corredor del Adaja sigue amenazada y la administración sigue eludiendo su oblogación de proteger adecuadamente este valioso espacio natural de la Tierra de Arévalo, lo cual es una lástima.
Ante la pasividad de los que deben hacer algo y no lo hacen, reproduzco en este blog el mismo artículo con excelentes fotos de David Pascual:
Vista de satélite de la Tierra de Arévalo. En verde se aprecian los pinares que acompañan al Adaja y al Arevalillo
Muchos conocidos me dicen que tengo el
gusto estropeado al elogiar a mi tierra. De hecho, muy pocos asociarían La
Moraña y Tierra de Arévalo con biodiversidad. Es más, mucha gente opina sobre
la vaciedad de estos terruños, calificándolos como espacios desérticos, feos,
inhóspitos, sin atractivo. Suele decirse que para gustos están los colores y
aunque respeto esta opinión, no la comparto. Una visión fugaz de La Moraña,
puede dar esa sensación casi desértica. Cierto es que, a primera vista, estas
tierras parecen vacías y monótonas, pero hay que mirar para ver y andar para
recorrer.
Una observación más detallada nos
muestra variedad de hábitats con sus distintos moradores. Por ejemplo, entre
los extensos cultivos de cereales sobrevive una de las comunidades faunísticas
más amenazadas de Europa, las aves esteparias. Su presencia ha propiciado que una
buena parte de la comarca haya sido incluida en una Zona de Especial Protección
para las Aves: ZEPA Tierra de Campiñas.
Este valioso espacio, si les parece, lo dejamos para otra ocasión pues, dada la
importancia del grupo de aves esteparias, merece un comentario más extenso.
Macho de avutarda en plumaje de celo. Foto David Pascual Carpizo.
Pero no todo son llanuras o tierras de
cultivo, entre ellas hay pequeños bosques isla de pino o encina, serpenteantes hileras
de chopos asociadas a algún arroyo. En determinados parajes, la planicie se
deprime favoreciendo la formación de pequeños humedales. En otras zonas, el
cauce de algún río o arroyo, generalmente seco, rompe la llanura. Estas
fracturas de lo horizontal son especialmente marcadas en el río Adaja y en el
último tercio de su afluente, el Arevalillo. Y además estos ríos van
acompañados de importantes masas de pinares, las últimas de cierta entidad en
la comarca, formando lo que en ecología llamamos el corredor del río Adaja.
En el artículo “El bosque de los gamusinos”, publicado en estas mismas páginas en
el mes de octubre, ya refería la gran importancia hidrogeológica de estas zonas
boscosas asentadas sobre arenas, y la necesidad de conservar y proteger estos
pinares y suelos arenosos para asegurar la recarga del maltrecho acuífero de
los arenales con aguas de calidad y en cantidad. Pero dejé para otra ocasión su
importancia ecológica.
Como les decía, este corredor natural
posee un destacado valor biológico, al ser utilizado por la flora y fauna como
un camino verde para sus desplazamientos entre el centro y el sur de la Cuenca
del Duero, lo que le confiere una importancia única y excepcional,
especialmente en una zona tan deforestada como la que nos ocupa. De hecho, de las 231 especies de aves que se
han observado en la comarca, 167 se han anotado alguna vez en esta estrecha
franja de terreno. A esto hay que añadir las especies de flora, que se
multiplican de forma acusada en este pequeño espacio.
Muchas de estas aves son singulares,
por su belleza, costumbres, o escasez a nivel mundial. Esto debe hacernos
reflexionar sobre la necesidad de conservar los últimos espacios arbolados para
asegurar esta cantidad de vida en todas sus formas y variedades: su biodiversidad.
Pero hasta la fecha ninguna figura de protección ha recaído sobre el corredor
del Adaja, ¿acaso no la merece? Veamos:
En el corredor del Adaja se pueden
observar de forma habitual varias especies de aves amenazadas. Si nos referimos
al Catálogo Nacional de Especies Amenazadas el número de especies supera las
cien. Si nos referimos al mayor grado de protección de la Directiva de aves, el
número es de 27 especies. Para resumir esta lista, voy a citar sólo las doce
especies amenazadas más representativas. Estas son: totovía, cogujada
montesina, carraca, curruca rabilarga, martín pescador, búho real, halcón
peregrino, águila calzada, milano negro, águila culebrera, milano real y águila
imperial ibérica, estas dos últimas catalogadas en peligro de extinción.
Águila Imperial Ibérica en plumaje juvenil (damero). Foto: David Pascual Carpizo.
Para no hacer demasiado pesada la
exposición, sólo referir que varias Leyes, Decretos y Directivas obligan a que
el corredor del Adaja sea protegido como ZEPA o Lugar de Importancia
Comunitaria (LIC). A pesar de ello vemos como graveras, urbanizaciones, campos
de golf, obras públicas…, amenazan con reducir sensiblemente ente valioso
corredor natural, y única superficie arbolada de una comarca deforestada. Todo
pretendido proyecto de desarrollo tiene que ubicarse necesariamente en estas
últimas 5.000 hectáreas arboladas ¿Qué clase de progreso acaba con encalves
beneficiosos, necesarios para la vida? El propio Plan General de Ordenación
Urbana de Arévalo, ha condenado a desaparecer a grandes extensiones de pinares,
ubicados al sur de la ciudad, deglutidos por un recrecimiento urbano
innecesario, al no haber agotado previamente terrenos urbanizables útiles, cercanos
al centro histórico.
Por
ello debemos exigir a la Junta de Castilla y León a que proteja adecuadamente
el corredor del río Adaja solicitando la declaración de ZEPA y LIC para este
valioso rincón abulense.
Como decía Machado, he andado muchos
caminos, he abierto muchas veredas…, pero les aseguro que muchos de los mejores
ratos, los he pasado admirando la naturaleza de mi tierra. Nunca es tarde para
conservar, lamentarse de lo que ya se ha perdido, de poco o de nada sirve.
En
Arévalo, a dieciocho de febrero de 2010.
Autor:
Luis José Martín García-Sancho.
Es cierto que el corredor del Adaja en una joya. Es cierto que merece protección. Es cierto que la Junta no quiere portegerlo adecuadamente. Pero también no es menos cierto que al grueso de los morañegos y arevalenses les importa un bledo lo que pase con este espacio natural. Parece mentira que un espacio tan desarbolado importe tampoco el árbol de la vida.
ResponderEliminar