Cuando te cortaban el pelo tenías miedo de que se riesen de
tus orejas.
"Yo
a mis hijos les pongo esparadrapos para que no se les pongan de soplillo como a
ti". Había dicho una tía tuya. Y tú, asomándote a la cuna del pequeño
Luis, comprobaste que era cierto, tenía las orejas pegadas a las sienes con
esparadrapo.
"Tengo
las orejas grandes". Pensabas. "Y la gente se ríe de mí". Y estabas deseando que te creciese
el pelo de nuevo para tapar las orejas que a ti te parecían enormes en tu
pequeña cabeza. Pero en cuanto el pelo te crecía como para cubrirlas... A Pedro
el peluquero. Dumbo, dodo, marciano, se reían tus compañeros, y tú esperando a
que te creciera el pelo de nuevo. Nunca conseguiste tener el pelo largo hasta
que la cabeza te creció en proporción con las orejas, entonces ya no desentonaban.
Aún así, al peinarte te las cubrías sin darte cuenta. Ahora todavía te peinas
así y no lamentas que nadie te pusiera esparadrapo en las orejas. Debería ser
incomodísimo.
Arévalo, verano de 1982
Luis José Martín García-Sancho.
Fragmento de "El Cuaderno Azul": 17.- Dumbo.
Nada que ver con el "DUMBO" de la niñez, será que Candelitas te puso esparadrapos mientras dormías y no te dijo nunca nada?
ResponderEliminarA pesar de mis orejas de soplillo, he de agradecer a mi madre el que nunca me pusiera esparadrapos en las orejas.
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