Ruiseñor bastardo (Cettia cetti).
EL
ÁRBOL DE LOS PÁJAROS.
Hace ya bastante que ha amanecido. David aún no
se ha levantado. María se ducha. Ana desayuna en la cocina. Yo me iba a
levantar hace rato, pero este sueño mañanero es una gozada. En esas estoy,
placenteramente amodorrado, cuando Noah, la perra de María, me acerca el húmedo
hocico a la nariz. Me despierta. Mi primera intención es darme la vuelta y
continuar otro rato con la deliciosa pereza dominguera. Pero abro los ojos y la
veo con la cabeza apoyada en la cama, mirándome con las orejas tan levantadas
como puede. Saco la mano derecha del calorcillo adormecedor que solo se produce
bajo las sábanas y la acaricio la cabeza, a lo que responde moviendo la cola.
Jara, la perra de David, que permanecía impasible en su colchoneta, se ha levantado
también y me mira algo más alejada, su expresiva mirada parece hablarme.
“¿Nos vamos?”, las pregunto casi en un susurro.
Lo entienden, comienzan el movimiento agitado de rabos e idas y vueltas hacia
la puerta. Me lavo, me visto, no me pierden ojo. Cojo los prismáticos, la
cámara y voy hacia la cocina. Doy un beso a Ana y pelo un caramelo de regaliz
para ir chupando.
- Me voy al río a darlas un paseo.
- ¿No desayunas?
- A la vuelta.
- No sé cómo puedes, yo no soy nadie sin el
desayuno.
Abro la puerta. Bajan las escaleras como una
exhalación. Saben dónde vamos. Las suelto al llegar a las cuestas. A los
trabajos de excesiva “limpieza” del cauce del Arevalillo, realizados hace unos
meses, se suma ahora la tala de chopos en la zona del molino. Bajamos por los
Lobos. Las perras corren, comen hierba, cruzan el río, vuelven. Creo que lo que
experimentan se puede llamar felicidad.
Jara y Noah.
La desolación se aprecia a medida que nos
acercamos al molino. En el cauce, los trabajos de “limpieza” han acabado con el
carrizal, eneal y casi todos los árboles de buen porte que crecían dentro del
lecho, la posterior tala de la alameda, con la ribera al completo. Las ruinas
del molino son más ruinas ante la evidencia, ahora no hay nada que las cubra un
poco.
Una pareja de azulones viene volando río
arriba. Llegan casi hasta el puente de los lobos, dan la vuelta, dudan un rato
en su recorrido si descender o no y, finalmente, pasan por el único arco del
puente de los barros, desapareciendo río abajo. Aunque es la época en la que
los pájaros se desgañitan, hay bastante más silencio de lo habitual. Solo
quedan algunos pequeños sauces pegados a la presa, algunos pequeños arbustos de
escaramujos, majuelos, zarzamoras y poco más.
Un chopo solitario, algo más alto que el resto
de la vegetación arbórea, se alza superviviente a talas y “limpiezas” entre el
molino y el puente de los Barros. Según me acerco los trinos y reclamos
aumentan. Es la melodía ardiente del amor, de la supervivencia. Tengo que
fijarme bien para ver los movimientos de los pajarillos entre las ramas con sus
incipientes brotes, promesa de cerrada fronda.
Chopo solitario en el Arevalillo.
Un herrerillo común cuelga cabeza abajo
picoteando la grieta de una de las ramillas. Por otra se mueve un mito.
Mientras, el carbonero común no deja de repetir su reclamo. Una hembra de
curruca capirotada busca pareja. El petirrojo trina ahuecando su inflamado
pecho y un pardillo y un pinzón le hacen la competencia en canto y tonalidades
rojizas. Los jilgueros se entretienen entre las ramas bajas y los cardos del
año pasado. Varios verdecillos repiten su monótona cantata y el verderón se
crece ante una hembra despistada. Un agateador rebusca subiendo en círculos por
el tronco y un trepador azul huye del chopo al sentirse descubierto y se posa
en la presa de la aceña. Un diminuto chochín, cola en alto, desaparece entre
las raíces y las zarzas.
Desde una de las ramas laterales el recién
llegado ruiseñor común, maestro de canto incansable, comienza su brillante
repertorio y por unos momentos su maestría hace enmudecer al resto de aves con
un espléndido solo. Un poco más arriba, le intenta imitar el ruiseñor bastardo
sin conseguirlo y un mirlo, negro brillante, los acompaña sin complejos. Un
colirrojo tizón captura una araña en las ramas bajas. Hasta los domésticos, y nunca domesticados, gorriones se han acercado al árbol de los pájaros, coronado por un estornino
imitador y una torcaz arrulladora.
Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos).
En la orilla del río picotea un andarríos chico
y una lavandera blanca balancea la cola. Completan la escena los aviones
comunes y las golondrinas que vuelan por la desolada ribera buscando insectos.
Algo más altos aparecen los vencejos, es el primer día que los veo. Una cigüeña
se posa en el pequeño pinar buscando ramas que llevar al nido, observada por un
ratonero desde su posadero. Asilvestradas palomas domésticas, descendientes de
bravías, se alborotan y revolotean entre el Rincón del Diablo y el puente, ante
la presencia de un águila calzada que desaparece río abajo.
No he visto nada raro. Tampoco hace falta. Todo
es auténtico, valioso. Diez especies de
aves volando por los alrededores y veinte concentradas en un solo árbol,
que desaparecerán cuando busquen los sitios donde antes anidaban.
No está nada mal… ¿o tal vez sí?
En Arévalo, a tres de mayo de 2019.
Luis José Martín García-Sancho.
Actores por orden de aparición:
- David
- María.
- Ana.
- El narrador.
- Noah.
- Jara.
- Pareja de ánade azulón (Anas platyrhynchos).
- Herrerillo común (Cyanistes caeruleus).
- Mito (Aegithalos caudatus).
- Carbonero común (Parus major).
- Curruca capirotada (Sylvia atricapilla).
- Petirrojo (Erithacus rubecula).
- Pardillo (Linaria cannabina).
- Pinzón común (Fringilla coelebs).
- Jilguero (Carduelis carduelis).
- Verdecillo (Serinus serinus).
- Verderón común (Chloris chloris).
- Agateador común (Certhia brachydactyla).
- Trepador azul (Sitta europaea).
- Chochín (Troglodytes troglodytes).
- Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos).
- Ruiseñor bastardo (Cettia cetti).
- Millo común (Turdus merula).
- Colirrojo tizón (Phonicurus ochruros).
- Gorrión común (Paser domesticus).
- Estornino negro (Sturnus unicolor).
- Paloma torcaz (Columba palumbus).
- Andarrios chico (Actitis hypoleucos).
- Lavandera blanca (Motacilla alba).
- Avión común (Delichon urbica).
- Golondrina común (Hirundo rustica).
- Vencejo común (Apus apus).
- Cigüeña blanca (Ciconia ciconia).
- Busardo ratonero (Buteo buteo).
- Paloma doméstica asilvestrada (Columba livia domestica).
- Águila calzada (Hieraaetus pennatus).
Actores por orden de aparición:
- David
- María.
- Ana.
- El narrador.
- Noah.
- Jara.
- Pareja de ánade azulón (Anas platyrhynchos).
- Herrerillo común (Cyanistes caeruleus).
- Mito (Aegithalos caudatus).
- Carbonero común (Parus major).
- Curruca capirotada (Sylvia atricapilla).
- Petirrojo (Erithacus rubecula).
- Pardillo (Linaria cannabina).
- Pinzón común (Fringilla coelebs).
- Jilguero (Carduelis carduelis).
- Verdecillo (Serinus serinus).
- Verderón común (Chloris chloris).
- Agateador común (Certhia brachydactyla).
- Trepador azul (Sitta europaea).
- Chochín (Troglodytes troglodytes).
- Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos).
- Ruiseñor bastardo (Cettia cetti).
- Millo común (Turdus merula).
- Colirrojo tizón (Phonicurus ochruros).
- Gorrión común (Paser domesticus).
- Estornino negro (Sturnus unicolor).
- Paloma torcaz (Columba palumbus).
- Andarrios chico (Actitis hypoleucos).
- Lavandera blanca (Motacilla alba).
- Avión común (Delichon urbica).
- Golondrina común (Hirundo rustica).
- Vencejo común (Apus apus).
- Cigüeña blanca (Ciconia ciconia).
- Busardo ratonero (Buteo buteo).
- Paloma doméstica asilvestrada (Columba livia domestica).
- Águila calzada (Hieraaetus pennatus).
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