Cuando
me vaya me leeréis,
y tal
vez me buscaréis,
pero
ya no estaré.
En el
viento frío y lento
escucharéis
mis palabras,
veréis
mis letras en la arena
como huellas
en el barro,
mi
corazón en un beso,
seré
un suspiro quebrado,
una
mirada perdida,
una
balanza sin peso,
la
nada más absoluta,
la
aquiescencia del preso.
La
lluvia, la arena, el viento
os contarán
mis recuerdos,
el
árbol estará mudo
y sus
frutos madurando
y sus
semillas flotando
entre
las nubes y el suelo,
allí
encontraréis mis dedos
dibujando
algunos versos…
cuando
me muera,
aún no
he muerto.
En
Arévalo, a veinte de agosto de 2017.
Luis
José Martín García-Sancho.
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