martes, 12 de septiembre de 2017

MUCHO, POCO, NADA

Plaza del Arrabal de Arévalo

Después de comer le apetece dar un paseo. Recuerda que mientras aparcaba en el lateral de la iglesia de Santo Domingo ha visto una callejuela que se abría a la ribera del Adaja justo por detrás del ábside mudéjar.
Coge la cámara y una libreta del coche. La calleja no solo se abre al río sino a la gran llanura. El otoño está espléndido, un amarillo casi dorado domina en todas las choperas. Mientras hace una foto le viene un tufillo sospechoso, las manchas en muro y suelo confirman su sospecha. Se asoma a la empinada cuesta que, casi vertical, cae sobre la alameda. Un surtido de plásticos, vasos y botellas de todo tipo le avisan de que allí se hace botellón. Empieza a anotar en la libreta: Arévalo, cuestas de Foronda, la juventud debe divertirse para socializar. Pero si para divertirnos dañamos, destruimos, afeamos o ensuciamos, en algo nos estamos equivocando. Solo el necio ensucia el lecho donde duerme o la casa que habita.
Ahora se encamina a la plaza del Arrabal. Observa las originales columnas de uno de los soportales, todas distintas. Curioso conjunto porticado, anota. Se acerca a uno de los comercios donde un cartel anuncia una campaña de recogida de firmas para solicitar un caudal ecológico para el río Arevalillo. En otra puerta otro cartel hace saber al visitante que Arévalo necesita una casa de la cultura. Anota nuevamente: La cultura es el camino que nos conduce a la libertad. Arévalo parece tener inquietudes culturales que, por lo visto, no son aprovechadas por el consistorio. Lástima. Gran ceguera municipal.


Terminado el recorrido por la plaza se encamina hacia la calle de San Juan. Le han hablado de la fonda del Comercio y tiene curiosidad por conocer el palacio en el que se desarrolló dicha actividad hostelera hasta el año 2007. Pero se lleva un gran chasco. El magnífico palacio renacentista de Valdeláguila es un edificio desolado al que le faltan varias ventanas y en el que las múltiples grietas indican el inicio de su ruina. Anota nuevamente y se asoma hasta la loma del Arevalillo por el rincón del Diablo.
Sobre el Arevalillo ve el mudéjar puente de los barros de un solo ojo. Las últimas lluvias le revelan porqué se le llama así. El agua caída por el camino de bajada ha arrastrado gran cantidad de barro anegando buena parte de la calzada del puente. Se gira a la derecha y descubre un lienzo de muralla medieval de factura mudéjar. ¡Explendido! , piensa. Pero al fijarse un poco más descubre que está parcialmente derrumbada y con múltiples, profundas y peligrosas grietas que avisan de que a tan ilustre monumento le queda muy poco tiempo de vida, por su avanzado estado de ruina. Torna a anotar y a fotografiar y prosigue el paseo.
Muralla sur en el Rincón del Diablo.

Ahora se dirige hacia la iglesia de San Miguel con la esperanza de ver un retablo del que le han hablado. Pero está cerrada. Se gira nuevamente hacia el Arevalillo. Los colores otoñales de la Alameda son eclipsados por una construcción de hormigón de nueva factura. Parece que quiere recrear una muralla pero se fija mejor y ve que la pretendida muralla está inclinada y presenta un patente desplome. Se queda atónito, no puede comprender como se puede gastar una gran cantidad de dinero público, seguramente más de un millón de euros, en una neo muralla ruinosa, mientras se deja caer una muralla auténtica, monumental e histórica.
Con cierto sabor agrio baja al puente de Medina. Ni una sola acera conduce al puente, no entiende como un monumento de tal envergadura puede tener un acceso tan difícil y peligroso ya que hay que bajar por la propia carretera (1). Se asoma al río desde el ojo central, nada ni gota de agua. Recuerda el cartel sobre la solicitud de caudal ecológico. También ha leído algo sobre unas grandes grietas en la calzada. Las busca y las encuentra tapadas por cemento. Al fijarse más ve que, como la grieta se sigue abriendo y ha sido nuevamente tapada con silicona gris. Anota: se intenta tapar lo evidente, se sigue agrietando el puente.
Neo muralla sobre el puente de Medina


Se acerca al castillo, lo rodea y baja hasta la junta de los ríos por un sendero. Según se va acercando un hedor va creciendo. Al llegar a la altura de la depuradora ve la causa: una gran tubería vierte agua al Arevalillo sin depurar (2). Las aguas grisáceas del vertido no llegan a mezclarse con las del Adaja color caramelo. Río abajo una garza camina en actitud de pesca. No le ha visto así que permanece inmóvil tras un sauce. Unos metros antes de llegar a la desembocadura emite un agudo graznido y desparece río arriba. No le han gustado las aguas grises de la depuradora, piensa. Y anota lo que ha visto junto a una frase del investigador japonés Fukuoka “La cultura verdadera nace en la naturaleza, es simple, humilde y pura”.
Continúa remontando el Adaja por un sendero que parece haber sido desbrozado recientemente hasta llegar a otro gran puente mudéjar que en su día conducía a Valladolid. Pasa por sus ojos, lo rodea, lo recorre por arriba por abajo. No entiende como un monumento tan magnífico pueda estar en tan lamentable estado de ruina. Se puede decir que una tercera parte de su estructura se ha derrumbado. Mientras tanto otro puente nuevo y paralelo a este observa la ruina de su antecesor. No llega a entender cómo la desidia o la ignorancia de un pueblo deja hundir semejante puente. Mientras anota de nuevo en su libreta se le viene a la memoria una frase del mejicano Sergio Pitol: “La cultura es una lucha contracorriente”.
Séptimo ojo del puente de Valladolid

Después de hacer nuevas fotos anota en su libreta las conclusiones del paseo: Arévalo tiene cultura, inquietudes, arte, historia, monumentos y está rodeado de naturaleza exuberante. El potencial de Arévalo es MUCHO, pero de POCO sirve si NADA se hace al respecto.

En Arévalo, a 29 de octubre de 2015.
Luis José Martín García-Sancho.

Publicado en el número 78 de La Llanura de Arévalo, en noviembre de 2015.
(1) Reciemente se ha hecho la acera izquierda de bajada al puente de medina, aún queda por hacer la derecha.
(2) La depuradora ha tenido problemas puntuales de depuración, cuando se han estropeado las bombas.
Otras fotos relacionadas con el texto:


 Cuestas de Foronda ensuciadas por los restos de botellón.


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